Perashat Matot

 

"Cobra venganza por los hijos de Israel, después serás recogido de tu gente". 31:2

 

 

Hashem ordena a Moshé vengarse de los midianím quienes habían incitado a los hijos de Israel a caer en inmoralidad e idolatría. De no haber sido por la valiente intervención de Pinejás, se hubiera cumplido el perverso plan de Bilám de exterminar al Pueblo de Israel.[1] Hashem le notifica también que ésta sería su última misión en el mundo, a pesar del conocimiento de que su muerte dependía de este asunto, Moshé no pospuso la guerra a fin de alargar su vida y no vaciló ni un momento, movilizó a sus tropas para cumplir de inmediato el mandato de Hashem.[2] Seleccionó a mil hombres de cada tribu y comando al frente a Pinejás.[3]

 

El Shaagat Arié era el Rab de la ciudad de Minsk, cumplía cabalmente con su título a pesar de que no todos salían contentos cuando la justicia no resultaba a su favor. Cierto día, uno de los directivos de la comunidad no estuvo de acuerdo con el veredicto dictado por el Rab y agitó a los demás dirigentes para que lo sustituyeran de su puesto. En la víspera de Shabat, una carroza llegó a casa del Shaagat Arié y fue notificado que debía abandonar la ciudad. Era medio día y el Rab y su esposa sabían que si no se apuraban en salir, no llegarían a la frontera antes que comenzara Shabat. Tomaron las pocas pertenencias que poseían y subieron a la carreta. Cuando llegaron al límite de la ciudad, el carretero se disculpó con ellos argumentando que tenía varias ocupaciones antes de que llegara el santo día y los bajo de la carroza dejándolos desamparados en medio de la nada; lo único que les pertenecía: un Tefilín, un Talet y una pequeña porción de granos de trigo.

 

Se dirigieron a un pequeño poblado que se encontraba cerca y buscaron en las casas hasta que encontraron una puerta que exhibía un Mezuzá. Resultó que era una viuda que habitaba allí y le pidieron asilo. La Mujer los acogió para que pasaran el Shabat en su casa. La esposa del Rab le entregó la bolsa de granos para que moliera y horneara las Jalot para las comidas sabáticas. Al terminar se despidieron y el Rab le dijo: Por su hospitalidad la bendigo y así como nos hospedó a nosotros Hashem va a ser su anfitrión y le va a otorgar a usted larga vida, va a va a merecer subir a Yerushalaim y va a tener mucha riqueza; Por las tres jalot que nos hizo el favor de hornear va usted a recibir el mérito de construir con su dinero tres Baté Kenesiot, dos fuera de Israel y uno en Yerushalaim. El Shaagat Arié fue de ciudad en ciudad hasta que se estableció en Volozhin, donde fungió como el Rab de esa localidad.

 

Pasaron los años y la bendición se cumplió, la mujer ya entrada en años, construyó un Bet Hakneset en Minsk, otro en Vilna y se propuso a edificar otro en Yerushalaim. Solicitó cartas de recomendación del Rab de Volozhin y cuando lo tuvo delante de él, le relató lo sucedido, entonces el Rab le recomendó: “Si usted ya posee la bendición del Shaagat Arié, vemos que se está cumpliendo, usted ha llegado a una edad avanzada con salud, ¿para qué se apresura a ir a construir el tercer Templo? ¡Tiene en sus manos una garantía de vida! Tómelo con calma, regrese a Minsk disfrute feliz sus años, para ir a Yerushalaim tendrá más tiempo…

 

Esta mujer, podía confiar en que su longevidad estaba avalada por el Shaagat Arié. Moshé tenía la garantía de Hashem que no moriría hasta que cumpliera con su cometido. ¿Acaso no debía postergar el mandato? Moshé no quiso hacerlo, debido a que se trataba de hacer un reclamo a Midián y tomar venganza contra ellos por haber provocado la Profanación del Nombre Divino con sus malvadas acciones. Él deseaba limpiar el nombre del Pueblo de Israel de la degradación que tuvieron con las hijas de Midián y la suciedad espiritual que dejó el Baal Peór, Moshé  no se atrasó ni un solo día, de inmediato comenzó a reclutar a sus soldados. Ellos al enterarse de que la vida de su gran guía estaba de por medio, se negaban en participar en la misión. Cada soldado le rogaba: “Por favor enlista a otro en mi lugar; yo no quiero ir a guerrear”. Por eso dice el versículo: De los millares de Israel fueron entregados…[4] Moshé los tuvo que forzar a ir a la guerra, argüía que debían manifestar repudio hacia la acción cometida. Si este era el argumento de Moshé ¿Por qué no salió él a guerrear, como lo hizo con Sijón y Og? ¡Hashem le ordenó a él y no a otro cobrar venganza![5]

 

Explican los Jajamim que Moshé pensó que el ir a guerrear en contra de Midián sería una acción ingrata, ya que el habitó y se casó allí cuando huía de la espada del Faraón, como dicta el refrán: No tires una piedra al pozo del cual bebiste.[6] ¿Acaso fueron los midianím quieres acogieron a Moshé? En realidad fue Yitró y no ellos… De hecho lo habían excomulgado, a pesar de ser su dirigente y a sus hijas las echaron del pozo prohibiéndoles el acceso al preciado líquido.[7]

 

La humanidad se divide en dos: Los alumnos de Moshé y los de Bilám. Moshé era un ser humano que sentía que nada le correspondía,[8] el consideraba que su vida, su talento, todo cuanto poseía era un regalo de Hashem. Mucha gente piensa que el primer esfuerzo es de la persona y el resto le corresponde al Creador.[9] Moshé no pensaba así para él todo, absolutamente todo lo recibía como caridad de Hashem y agradecía constantemente por ello. Frente a él está Bilám, era la persona más egoísta sobre la tierra y compartía el mismo sentimiento con Balak, quien era descendiente de Lot, quien fue rescatado se Sedom por mérito de Abraham y Bilám era descendiente de Labán que tuvo el mérito de tener hijos gracias a Yaacob, ambos hicieron de lado estos hechos y lucharon por destruir a los hijos de sus benefactores. Todo el que niega el bien recibido de su prójimo, termina negando el bien del mismo Creador.

 

Moshé no recibió nada de los midianím, ellos no buscaron beneficiarlo y aun así sentía un compromiso de gratitud hacia ellos, el sentía una responsabilidad de hacer hacia los demás y no solo recibir de ellos. Moshé no quiso mostrar ingratitud ni siquiera hacía lo inerte, no quiso golpear las aguas del Nilo para las plagas de sangre y ranas, tampoco lo quiso hacer con la tierra para la plaga de los piojos,[10] estos lo habían protegido de alguna manera de sus enemigos. Todo esto nos enseña lo importante que es ser agradecido, si uno lo practica con las cosas inertes, por lógica ejercerá esto con las personas y alguien que se acostumbra hacerlo con las personas, también lo hará con sus padres: No es sólo decir ‘Gracias’ el agradecer sino, de todo corazón, reconocer. Cuando esta virtud se impregne en su corazón, denostará gratitud por todos los beneficios y favores que le otorga su Creador.[11]-[12] ©Musarito semanal

 

 

“No es la felicidad lo que nos hace agradecidos….

 

Ser agradecidos es lo que nos hace felices.

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Bemidbar 31:2

 

[2] Sifrí 157

 

[3] El que comenzó la Mitzvá de golpear a los midianim por haber hecho pecar a Israel, que sea el que termine de castigarlos; Midrash Tanjumá 3

 

[4] Bemidbar 31:5

 

[5] Midrash Rabá 22:3

 

[6] Babá Kamá 92b

 

[7] Shemot 2:16-17, Ver Shemot Rabá 1:32

 

[8] Ver Debarim 3:23

 

[9] Tehilim 37:5, 57:3

 

[10] Ver Shemot 7:19 y Rashí en 8:12

 

[11] Jinuj, Mitzvá 33

 

[12] Veigadtá, tomo Bemidbar, Página 432; Rab Yaacob Galinsky

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

.

 

© 2014. Musarito Semanal. Todos los derechos reservados.