La plegaria

 

 

“En aquel momento imploré…” 3:23”

 

 

La Perashá Vaetjanán siempre es leída en el Shabat Najamu, justo después de Tisha BeAv. Esto es una señal que lo esencial del consuelo con relación a la destrucción del Templo, es entonces la Tora y la Tefilá, ya que como sabemos el exilio se terminará por intermedio del estudio de la Tora y de las plegarias que hagamos para que se construya. Los alumnos del Rebe de Zanz le preguntaron qué hacía antes de rezar. Les respondió que antes del rezo, pedía “poder rezar en el momento del rezo…”.

 

David Hamélej expresó: Anhelé que oiga Hashem mi voz, mi súplica.[1] Imploramos a Hashem que escuche todas las plegarias del Am Israel y aun si hubiera una persona que no supiera leer y debido a su ignorancia tartamudea, o se equivoca, pero si su plegaria es realmente sincera, dice Hashem: sus palabras son tan adorables para Mí como el balbuceo de un bebé,[2] un niño pequeño a menudo hace sonidos que son incoherentes para cualquier persona excepto a su padre, que entiende cada gesto. Del mismo modo se nos considera hijos de Hashem, que entiende cada uno de nuestros gestos - aunque a veces no nos expresamos con coherencia ante nuestro Padre.[3] Obviamente que un yehudí debe aprender, sin importar la edad, a rezar correctamente: Una persona que aprende a rezar correctamente, comprendiendo todo lo que dice y haciéndolo con entusiasmo, habrá de extraer un inmenso placer de sus plegarias.[4] El que lee un versículo agradablemente trae la Redención al mundo.[5] Cercano está Hashem a todos lo que lo invocan, a todos los que Lo invocan con sinceridad.[6]

 

Un Abrej que durante muchos años no había podido tener hijos se acercó al Rab Pinkus y desahogó su agonía. El Rab escuchó al hombre y cuando se calmó un poco le pidió que regresara pasando la media noche. Cuando el Abrej regresó, el Rab lo esperaba en su auto, le solicitó que lo acompañara a un lugar que a esa hora se encontraba desértico y oscuro. A la mitad del camino, el Rab detuvo el auto y le pidió al Abrej que bajara del coche y le dijo: “Te voy a dejar un rato aquí, solo en la oscuridad. ¿Quieres que tu deseo sea cumplido?” El Abrej asintió con la cabeza. “Entonces, te aconsejo que mientras regreso, no hables con Hashem, tampoco hagas Tefilá ¡Sólo clama y grita con todo tu corazón hasta que Él escuche tu voz! Quizás de esa forma Hashem se apiade. En una hora, volveré a buscarte”. Después de unos meses el Abrej tuvo su primer hijo y ahora Baruj Hashem ya tiene muchos hijos sanos y exitosos.

 

¿Cómo supo Rab Pinkus que esto daría resultado? En una ocasión, el padre del Rab contó que su hijo, que en ese entonces tenía siete años, le pidió que lo llevara al Bet Hakeneset, confesó que no quería llevarlo pues era aún muy pequeño y lo dejó en la casa. El padre llegó al Bet Hakeneset, tomó un libro para estudiar, leyó una y otra vez pero no conseguía concentrarse, después de media hora, comenzó a pensar en que tal vez hubiera sido mejor traer al niño, vio el reloj, todavía había tiempo y decidió regresar a buscarlo. Recién entró a la casa, escuchó al niño bajar rápidamente las escaleras, corrió hasta la puerta, el padre le preguntó: “¿Adónde vas tan apurado?”, el niño respondió: “Papá, hice Tefilá a Hashem para que te arrepientas y regreses a buscarme, yo estaba seguro que vendrías. Por eso, empecé a bajar las escaleras y justo llegaste…”.[7]

 

El concepto de Tefilá no es sólo decir lo que está escrito en el libro de oraciones. La Torá nos califica en varios lugares como hijos de Hashem y, como tales, nuestra relación con nuestro Padre es total y en cada instante del día podemos encontrarlo. ¿Acaso escuchamos alguna vez que un padre reciba a su hijo sólo tres veces por día? Debemos aprender de los niños que ante cualquier problema recurren a sus padres ya que piensan que ahí encontrarán respuestas a todas sus necesidades. Nosotros también tenemos a Hashem que nos creó, nos da todo lo que necesitamos, a cada instante nos hace favores y nos quiere mucho más que lo que ama un padre a su hijo. Hashem sabe exactamente lo que necesitamos antes de que digamos nada. Sin embargo, Él desea que nos demos cuenta de cuánto Lo necesitamos y dependemos de Él.[8]

 

Hashem supervisa todo lo que sucede y sólo a Él hay que pedirle. Una persona que sabe que su padre se encuentra a su lado y que puede solucionar cualquier inconveniente que se presente, tendrá su espíritu tranquilo; su alma feliz y todos sus problemas se empequeñecerán.

 

La Tefilá es un objetivo por sí mismo que mantiene la unión entre el hombre y su Creador. Cuanto más se concentre la persona en sus ruegos, más se elevará espiritualmente con temor, agradecimiento y amor a Hashem. Ojalá que la persona hiciera Tefilá todo el día.[9]

 

Moshe hizo 515 Tefilot, el mismo valor numérico de la palabra Vaetjanan (implorar), para que Hashem lo autorizara a cruzar el río Jordán… Imaginemos la concentración y devoción de las Tefilot de Moshe Rabenu. Tomemos también en cuenta lo que él estaba solicitando; ¿para qué quería entrar? ¡Para cumplir con las Mitzvot propias de la Tierra de Israel![10]

 

Moshe Rabenu nos legó la siguiente lección: cada una de sus plegarias fueron distinta una a la otra. En cada una invirtió una emoción distinta, otro ruego, otro sentimiento… De esto debemos aprender que todas las Tefilot que hagamos en nuestra vida, ninguna debe ser igual a la otra, no deber ser algo mecánico y monótono, sino que es necesario que se diga con emoción renovada, y cuando de nuestra boca salen las palabras con la intención del corazón, baja abundancia de los cielos, los Portones se abren y ayudan a la persona a concentrarse correctamente en la Tefilá. Aprendamos de Moshe, que hizo Tefilá una y otra vez, sin perder la esperanza.[11]©Musarito semanal

 

“Así como la potencia de una flecha sólo puede llegar a ser tan grande como la fuerza del arquero, de la misma forma el poder del rezo depende del pensamiento de la persona.[12]

 

 

 

 

 

[1] Tehilim 116:1

 

[2] Midrash Rabá 2:4;13

 

[3] Rab Levi Yitjkak Mi Berdichev

 

[4] Rab Eliahu Lopián

 

[5] Pele Yoets; Riná

 

[6] Tehilim 145:18

 

[7] Ish Lereehu

 

[8] Jobot Halebabot; Jesbón HaNéfesh 18

 

[9] Berajot 21a

 

[10] Ver Sota 14b

 

[11] Aderet Eliahu; El Gaon de Vilna

 

[12] RashӒ; Bereshit 48:22

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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