Guemilut Jasadim, ayuda al prójimo

 

“Y falleció Abraham tras una buena vejez, anciano y satisfecho…” (25:8).

 

 

Los años de vida de Abraham y de Sará fueron completos. El Eterno conoce los días de las personas íntegras.[1] La vida de ellos fue un modelo de integridad y continuidad, tanto en su comportamiento ético como en la forma en que utilizaban todos los recursos que el Todopoderoso les otorgaba para su servicio.[2]

 

Un hombre araba su campo cuando se le presentó Eliyahu HaNabí disfrazado como un árabe y le dijo que le regalaba seis años de riqueza. Le dio a elegir si los quería en ese instante o al final de su vida. El hombre no creyó lo que el árabe le decía y lo expulsó de su campo. Cuando se le apareció por tercera vez, vaciló y pidió consultarlo con su esposa. Ella le aconsejó: “Dile que los quieres ahora”. El hombre respondió a Eliyahu HaNabí y éste le dijo: “Antes de que regreses a tu hogar serás rico”.

 

Apenas entró a su casa encontró a su esposa y a sus hijos bailando y cantando. “¿Qué pasa aquí?”, preguntó el padre. “¡No vas a creerlo, papá! Saliste de la casa y, mientras jugaba uno de mis hermanos a que encontraba un tesoro, comenzó a escarbar en un rincón de la casa. ¿Y qué crees? ¡Encontró un cofre de verdad, lleno con monedas de oro! ¡Ahora somos ricos…!”. Cuando el padre contó las monedas, dedujo que se podrían alimentar con ello por lo menos durante seis años. “Debemos agradecer a Hashem por este milagro”, dijo la sabia mujer; “pero también debemos ocuparnos de ayudar al prójimo con este dinero.” Así lo hicieron. Todos los días pedían a su hijo pequeño que anotara en una libreta cada moneda que daban a los necesitados.

 

Al finalizar los seis años, se presentó Eliyahu HaNabí delante del esposo y le dijo: “Llegó el momento en que debo quitarte lo que te di”. “Por favor, ¿me permites consultarlo con mi esposa?”, rogó el hombre. “Concedido”, le contestó Eliyahu HaNabí. “No tardes en regresar.” El hombre fue de prisa a contar lo sucedido a su esposa, quien después de escucharlo le propuso lo siguiente: “Ve y dile que si encuentra a una persona más fiel que nosotros, le entregaremos todo lo que nos dio”. Cuando Hashem vio el comportamiento que la pareja había tenido, pidió a Eliyahu que los bendijera aún más, para que se cumpliera en ellos el versículo: “Y será el acto de la tzedaká para paz”.[3]

 

Abraham Abinu se conducía conforme al consejo de Sará. Abraham y Sará son la personificación de guemilut jasadim (ayuda al prójimo). Para ellos, ayudar a otros no era sólo una cuestión de responder a sus necesidades; el jésed era una necesidad personal. Ellos hicieron muchos favores a la humanidad; sin embargo, no sacrificaron brindar bienestar uno hacia el otro. El favor más grande que se puede hacer es con quien tienes más cerca. Esto es lo que los llevó a vivir con plenitud todos los días de sus vidas.©Musarito semanal

 

 

 

 

“Cualquiera que se compadece de la humanidad, se reconoce en él que es de la simiente de Abraham, nuestro padre.”[4]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Tehilim 37:18.

 

[2] Rashí.

 

[3] Yeshayá 32:17.

 

[4] Betzá 32a.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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