PERASHAT EMOR

 

 

“Contarán para ustedes al otro día de la festividad, a partir del día que traigan la ofrenda del ómer, siete semanas, completas serán”. (23:10)

 

En nuestra Perashá se encuentran mencionadas todas las festividades del ciclo anual judío, dentro de este ciclo la Torá cita el precepto de Sefirat HaÓmer. Debían contarse cuarenta y nueve días a partir del segundo día de Pesaj, que era cuando se ofrendaba el sacrificio del ómer,1 hasta la fiesta de Shabuot.

 

Preguntan los Jajamim: ¿Cuál es la finalidad de este conteo? ¿Y por qué la ofrenda que se acercaba en Pesaj era de cebada y la que se ofrendaba en Shabuot era de trigo?

 

Contamos desde Pesaj porque es el tiempo que conmemoramos la redención de la esclavitud física de Egipto; la independencia del régimen del faraón. La orden de acercar un sacrificio de cebada es un poco extraña, ya que éste es un cereal con el que generalmente se alimenta a los animales.2 El precepto es para mostrarnos que aunque físicamente ya éramos libres, en la mente llevábamos todavía la ideología egipcia. Los animales son seres autónomos, aparentemente libres; no se atienen a ninguna regla, ni condición, ni ley. En Shabuot fuimos liberados espiritualmente y nos convertimos en una nación santa. Y esta fue la causa de que fuimos liberados y sacados de Egipto - para que recibiéramos la Torá y la cumpliéramos: Esta será para ti la señal que Yo te he enviado, después de sacar al pueblo de Egipto, servirán a Hashem sobre este monte.3 No bastaba con haber salvado nuestros cuerpos, también era necesario liberar nuestras mentes, por eso es que en Shabuot se traía una ofrenda de trigo, este grano es frecuentemente usado como una alegoría de la capacidad humana para usar su inteligencia y creatividad para hacer el pan.4 Éste es el motivo por el cual contamos los 49 días, así es como demostramos que la redención espiritual alcanzada por el estudio y el cumplimiento de la Torá se consideran aún más importantes que la liberación física y esto solo se consigue por medio de una concientización y preparación para recibir las enseñanzas que recibimos en el Monte de Sinaí. Shabuot es la evocación de nuestra real emancipación como personas y como nación.

 

Otra enseñanza que aprendemos de la diferencia entre la cebada y el trigo es mostrada por el Rab Yaacob Galinsky: La cebada encarna a aquellas personas que pasan los días de su vida tristes, ven todo con desilusión y desesperación. Contarán para ustedes desde el día después de Yom Tov, Es como si Hashem estuviera diciéndonos: “Recuerden, ustedes salieron de Egipto, allí llegaron a estar en lo más bajo de la escala espiritual, 49 grados de impureza, llevaban esclavizados 210 años, faltaban aun 200 años para cumplir con los 400 que se habían decretado,5 era prácticamente imposible el pensar que algún día serían liberados. ¡Nunca pierdan la esperanza, los milagros existen y la historia lo demuestra! ¿Cuántos enemigos han intentado acabar con ustedes y no lo han conseguido? así como los rescaté de Egipto, así serán redimidos de toda situación en la que se encuentren”. El Cohén levantaba la canasta con la cebada para mostrar que, siempre que el ser humano tenga la voluntad de superación, encontrará un camino para elevarse hasta llegar a conseguir su aspiración. Por eso contamos 49 días, son momentos de reflexión, hay que pensar en cómo gastamos nuestro tiempo, qué anhelamos de la vida, qué cualidad debemos corregir…. En Shabuot ofrendábamos un pan de trigo que es el símbolo de la altura. La moraleja es que, pase lo que pase, la persona nunca debe perder la esperanza de obtener un futuro mejor ni tampoco la aspiración de crecer, hay que luchar con ahínco y confiar que todo lo que Hashem tiene preparado para nosotros, es para nuestro bien.6

 

Cuenta Rab Yaacob Galinsky que se encontraba en un campo de concentración en Siberia. Los rusos desterraban allí a toda persona que fuera considerada enemiga de la revolución. Allí eran confinados tanto civiles como funcionarios rusos y lituanos que fueran sospechados de rebelión. Entre ellos se encontraban los judíos que se mantenías files a sus creencias, la práctica de las costumbres judías era considerada una insurrección contra el gobierno. Así llego el Rab junto con varios correligionarios a esa prisión temible y helada donde pocos lograron sobrevivir. Los reos eran tratados con brutalidad y en condiciones infrahumanas. Había poco alimento y mucho frío. La jornada comenzaba desde antes del amanecer y trabajaban sin cesar por un espacio de catorce horas, al final llegaban exhaustos, congelados y hambrientos a una desabrigada barraca y eran alimentados con escasos mendrugos de pan.

 

Mientras los prisioneros, roncaban y descansaban para recuperar fuerza para la siguiente jornada. Los judíos madrugaban y recitaban las oraciones correspondientes, evitaban a toda costa ser sorprendidos por los guardias, porque de ser descubiertos, eran golpeados y torturados brutalmente por el gran “delito”. Cuenta Rab Galinsky que cierta mañana se despertó antes de lo habitual y alcanzó a escuchar que alguien se movía, pensó que era alguno de sus compañeros que se levantaba a rezar, estaba a punto de seguirlo pero decidió mirar bien de quien se trataba, descubrió con sorpresa que era uno de los lituanos que dormía en la misma barraca. No podía adivinar qué hora era, ya que en el crudo invierno permanente de Siberia era difícil calcularlo, la mayor parte del año el cielo es nublado y oscuro, tampoco podía saber si pronto aparecerían los capataces que los llevarían a los campos a trabajar. El Rab decidió permanecer inmóvil mientras observaba como el hombre se levantaba y con la velocidad de un trueno extrajo de su escondite un gastado uniforme lleno de escudos en la parte del pecho y hombros y se vistió. Se paró erguido y saludo con aplomo, con el tórax ensanchado y la frente y barbilla en alto, tal y como lo hacen los oficiales de alto rango. Y así como apuro para vestirse el uniforme, así fue para quitárselo y esconderlo de nuevo. Apenas terminó y aparecieron en la puerta los capataces y a gritos y golpeando las literas bajaron a todos para comenzar de nuevo el trabajo forzado.

 

Cuenta el Rab que quedó muy intrigado. Los reos formaban hileras para marchar hacia el bosque para cortar leña, el Rab se colocó a un lado del lituano y le pidió que le explicara su extraña actitud. El hombre lo ignoraba, pero la curiosidad del Rab fue más grande y le confesó: “Yo era un general del ejército, dirigía batallones de soldados, fui capturado por los rusos, aunque nuestros captores intentan denigrarnos hasta que perdamos nuestra identidad, me resisto a perder la esperanza de que la guerra termine, Lituania se libere y yo recupere mi puesto en el ejército, me oculto para vestir mi uniforme y me imagino que estoy frente a mi batallón girando instrucciones y llevando con honor mis condecoraciones, para que la tortura y las deplorables condiciones en las que vivimos, no me hagan olvidar quien soy y cuál es mi cargo….7

 

¡Aprovechemos estos días que quedan para llegar a Shabuot, este largo exilio nos está haciendo perder nuestra noble identidad! Hay que tener cuidado con el conocimiento falso ya que es más peligroso que la ignorancia… Hagamos a un lado la “cebada” y comencemos a vivir alimentando nuestras almas con “trigo”. Vivimos con libertad, más no somos hombres libres… La prueba de la inteligencia del hombre es su libertad de elección. No podemos perder la mira hacia el futuro, cuando seamos redimidos y podamos vivir como cuando recibimos la Torá y estábamos apegados a Hashem apegándonos por medio del estudio y cumplimiento de las Mitzvot tal y como Hashem lo espera de nosotros. ©Musarito semanal

 

 

 

 

“La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe…”.

 

 

 

 

(1) En el segundo día de Pésaj se llevaba ante el Cohén, un "omer", una medida que era separada de la cosecha de la cebada y era colocada dentro de una canasta, el cohén debía tomar el cesto y moverlo a las cuatro direcciones y hacia arriba y abajo.

(2) Sotá 8b; La cebada es un ejemplo que nos remite a un mundo animalístico. Así se declara por ejemplo con respecto al sacrificio que debe traer la mujer descarriada (sotá): Rabán Gamliel dice: así como se ha comportado como se comportan los animales – así su sacrificio será alimento de animales El Rambam explica que entre todos los sacrificios presentados, solamente en dos de ellos se ofrece cebada – el sacrificio del ómer y el sacrificio de la mujer descarriada (Korbanot 12,2).

(3) Shemot 3:12

(4) Berajot 40a

(5) Bereshit 15:13

(6) Berajot 60b

(7) Veigadtá, tomo 3, pág. 373; Rab Yaacob Galinsky

 

 

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