Aspiraciones.

 

 

“…como interpretó para ellos Yosef” (40:22).

 

 

 

Yosef es vendido por sus hermanos a una caravana de comerciantes árabes. Llega a Egipto, donde es adquirido por Potifar como mayordomo de su hacienda. Yosef era muy bello y agraciado; la esposa de Potifar lo incita continuamente, pero Yosef se resiste a caer en la tentación. Finalmente ella le tiende una trampa y Yosef escapa. La gente del palacio finalmente comienza a sospechar y, para evitar un mal nombre, la mujer les hace creer que era él quien la acosaba, y como consecuencia lo mandan al calabozo. Ya en prisión, Hashem da gracia ante los ojos del oficial de la prisión por Yosef, quien lo asigna como supervisor.

 

Pasan diez años y un día el Faraón encuentra una mosca en su copa de vino y una pequeña piedra que se mezcló en la harina de uno de los panes que se habían servido en la mesa real. Ambos, el viñatero y el panadero, son enviados al calabozo por haber ofendido al rey.

 

Una noche, cada uno de ellos tiene un sueño. El viñatero sueña que ve tres ramas en un viñedo. Sus racimos florecen y maduran rápidamente. Corta las uvas, las exprime en una copa y la pone en manos del Faraón. Preocupado, pide a Yosef que interprete su sueño. Yosef le dice: “Dentro de tres días volverás a ocupar tu puesto”. El panadero, al ver la favorable interpretación del viñatero, dice a Yosef: “Yo soñé que tenía tres canastas sobre mi cabeza. En el canasto superior había alimentos horneados y varias aves se acercaban y comían los alimentos”. Yosef interpretó así el sueño: “A los tres días te ejecutarán”. Las dos profecías de Yosef se cumplen tal como había dicho.

 

¿Qué vio Yosef para descifrar esto? ¿Por qué a uno le presagió la vida y al otro la muerte?

 

En una exposición de arte fue presentado un cuadro de un famoso artista, en el que se veía a un hombre sosteniendo en su mano un cesto con frutas; la pintura era tan viva y genuina que las aves, suponiendo verdaderas a las frutas, revoloteaban sobre ellas para comerlas. Esta magnífica obra despertó tal sorpresa que se ofreció un enorme premio a quien le encontrara algún defecto. Se presentó cierto hombre sagaz y dijo: “Es cierto que las frutas han sido logradas con gran éxito y parecen reales, pero el hombre que las sostiene no es tan perfecto. De parecer tan vivo y real como las frutas, las aves no se hubieran atrevido a acercarse a la fruta que sostiene, por miedo a él…”. Este hombre recibió el premio.

 

Lo mismo ocurrió con Yosef. Cuando el panadero le relató que las aves comían de los canastos, Yosef comprendió que este hombre ya no se consideraba vivo, pues de otro modo las aves temerían al hombre vivo y no comerían de lo que se encontraba sobre su cabeza.[1]

 

En cambio, el viñatero soñó que crecían las uvas, que las cosechaba y que las exprimía. El sueño representaba movimiento, actividad, y esto representaba que ese hombre estaba lleno de vida.

 

Hay quien sueña con ser un gran empresario, otro con ser un exitoso profesionista, otro con ser un gran Talmid Jajam. De todos los sueños no surge nada a menos que el soñador tome parte en él.

 

La persona que quiere tener éxito en la vida debe trabajar arduamente para alcanzar la meta que anhela.

 

Hacer proyectos es correcto, pero no puede uno vivir haciendo planes. El que soñó con una profesión o con ser un gran rabino tiene que sentarse, abrir los libros y estudiar con dedicación y constancia. Aquel que sueña con amasar una gran fortuna, primero necesita sembrar, trabajar duro y, después de que logre formar un capital, entonces podrá cosechar. El hombre para esforzarse nació.[2]

 

Este mundo está diseñado de forma tal que, a fin de que exista el libre albedrío, las cosas deben aparentar ser totalmente naturales. Por eso la persona tiene que actuar y trabajar como si fuese ella la que ejecuta las cosas, cuando en realidad todos los hilos son movidos desde el Cielo. Todo proviene del Cielo, sólo que ahora se encuentra encubierto como “naturaleza”. El hombre debe tener los recipientes para poder recibir en ellos la bendición de Hashem. Estos recipientes se llaman esfuerzo, dedicación y constancia. Solamente hay dos maneras de fracasar: ¡dejar de esforzarse o nunca intentarlo! Ben Hé Hé dijo: “Conforme a tu esfuerzo, así será la recompensa…”.[3] ©Musarito semanal

 

 

 

“Sabiduría es saber lo que se tiene que hacer; habilidad es saber cómo hacerlo, y virtud es hacerlo.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Maarán Shapira de Lublín.

 

[2] Iyob 5:7.

 

[3] Pirké Abot 5:22.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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