El cantar de los cantares

1.5 “Shejorá Aní Venavá Benót Yerushalaím, Keaholé Kedar Kiri´ot Shelomó”

 

 

“Negra soy, pero bella, hijas de Yerushalaim, como las carpas de Kedar como las cortinas de Shelomó.”

 

En Breve:

 

Israel percibe la escéptica contemplación de las doncellas de Yerushalaim (las naciones paganas) y les dice: El semblante que ustedes critican es transitorio, los pecados y malas acciones ennegrecieron mi tez como las tiendas de los beduinos, pero el daño es sólo superficial, pues al limpiarlas retoman su antigua apariencia y quedan tan bellas como las cortinas de Shelomó.

 

Profundizando:

 

La mujer (la nación judía) declara ante las demás naciones: Se que ustedes hacen burla sobre mi situación y aspecto actual: Se que me veo negra como las carpas de los nómadas que erran por los desiertos, la tela blanca que normalmente utilizan los beduinos para refractar el calor, se negrea por el efecto del sol, las lluvias y el polvo del desierto, no obstante, soy hermosa, el rey Shelomó comparó la piel (el comportamiento de la persona) con las cortinas de su palacio,  estaban confeccionadas con lino blanco, un material bastante delicado, cualquier mancha o arruga se nota aun a distancia.

 

¿Por qué Shelomó Hamélej muestra este antagonismo?

 

El alma de un Yehudí es tan refinada y delicada como el lino más selecto, el pecado más leve hace que su alma, que es lo más bello y diáfano que existe en el universo, se ennegrezca y opaque su luz.[1] Negra soy, pero bella, quiere decir, la persona puede estar tan negra de pecados como las carpas de kedar (desierto) y por el amor que profesa el Creador por ella, en un segundo puede tornarla tan blanca como las cortinas de Shelomó. ¿Por qué? Porque el alma de un Yehudí es pura y la negrura (el daño) que causan sus pecados (cuando los infringe sin intención) es solo superficial, al “limpiarlas” retoman su antiguo color. ¿Cómo se “limpia” el alma? Con Teshubá. Dijo Rabí Akibá: Bienaventurado Israel, ¿Quién los purifica a ustedes? Su Padre que está en el Cielo.[2] Como está escrito: ‘El Eterno es la esperanza (Mikve) de Israel’.[3] También puede significar que el Todopoderoso es el baño purificador para Israel. Al igual que una Mikve purifica el cuerpo de una persona impura, así el Creador ciertamente purifica el alma de Israel.[4] Está escrito: Por el camino que la persona se quiere conducir, hacia allá lo encaminan.[5] También advierten los Jajamim: Todo aquél que viene a purificarse es auxiliado desde el Cielo.[6] La persona que busca conducirse con integridad, el Creador lo auxilia para conseguirlo: Yo soy el Eterno, que te instruye para tu provecho, te guía por el camino que debes ir.[7]

 

 

 

Enseñanza ética:

 

El término Teshubá significa arrepentimiento, proviene de la raíz Lashub que significa regresar. ¿Hacia dónde vuelve? El Zohar Hakadosh[8] comenta que antes de nacer, todas las almas se encuentran debajo del Trono Celestial. El alma viene al mundo, se fusiona con un cuerpo determinado con el cual debe atravesar un pasillo (este mundo) cumpliendo con la Voluntad que el Creador expresó en su Torá, una vez que concluye el tiempo establecido, el alma retorna al lugar donde emanó. Por eso todos debemos esforzarnos y desempeñar nuestro papel lo mejor que podamos, para así devolver nuestra alma lo más pura al Creador. Por consiguiente, es muy importante que todo hombre comprenda claramente la gravedad que tiene el pecado puesto que, si no considera la gravedad de sus actos perniciosos, encontrará miles de excusas para justificarlos y no lo lamentará jamás y por ende no sabrá asumir las condiciones de la Teshubá. De los errores, ¿quién se puede percatar?[9] La persona debe saber que sus pecados están inscritos en el libro; que no están escondidos ni olvidados, ni dejados de lado, sino registrados en los tesoros Divinos. ¿Acaso no está esto guardado conmigo, sellado en Mis tesoros?[10] ¿Quién no tiembla ante esta advertencia…?

 

Para nuestra buena fortuna, el castigo por nuestras faltas no llega de inmediato. Mi pecado te revelé y no oculté mi culpa. Me dije: ‘Confesaré mis transgresiones al Eterno’, y Tú perdonaste la culpa de mi error.[11] El Gran Juez ama y desea solamente el bienestar de las personas, por eso creó el maravilloso concepto de la Teshubá (el arrepentimiento. Y aunque la fuerza del instinto maligno es muy fuerte y nos hace caer una y otra vez, el hombre nunca debe perder la esperanza, las puertas del arrepentimiento siempre se encuentran abiertas para aquellas personas que desean enmendar sus actos: Desgarren vuestro corazón y no vuestras ropas, y retornen al Él; porque Piadoso y Misericordioso es Él, Paciente, Benévolo, y se desiste de hacer el mal [a los que retornan].[12] El Creador nos concede un sinnúmero de oportunidades durante el año para reflexionar y reconsiderar nuestros actos: tres veces en el día hacemos Viduy (confesión), en la plegaria matutina, en la vespertina (Minjá) y antes de dormir (el Kriat Shemá al amitá). También hacemos Viduy en la víspera de Rosh Jodesh. Una vez al año (en Yom Kipur).

 

¿Por qué tantas veces?

 

Un hombre pudiente poseía un elegante yate que se encontraba atado en una marina. Un día invitó a un amigo para que viera la embarcación, al llegar, el acompañante observó que estaban cambiando la soga que asía fuertemente a la embarcación para que no se fuera ir a la deriva hacia el mar. El amigo preguntó: ¿Cada cuánto tiempo cambian la cuerda? El amigo respondió: “Por lo menos una vez cada año”. El amigo quedó sorprendido: “No crees que estás gastando demasiado, esta cuerda es demasiado gruesa y el estarla cambiando debe costarte un dineral, mira yo la veo todavía en buen estado, déjala unos cuantos años y verás que tendrás un ahorro importante”. “El acaudalado hombre le dijo: “Se nota que no tienes idea de cómo se manejan estas cosas. El agua y la sal van corroyendo la cuerda. Si no la cambiamos continuamente perderá su fuerza, si viene una fuerte tormenta, el yate se zafará y la gran inversión que tengo en esta embarcación se perdería en alta mar, por eso necesitamos constantemente cambiarla….

 

En conclusión: Toda persona debe procurar conservar limpia el alma que el Creador le concedió para que pueda cumplir con su objetivo en la vida. Desafortunadamente caemos en la trampa del instinto maligno y cuando esto sucede, esa alma se ensucia y provoca que se distancié de la fuente de la vida que es el Todopoderoso, la única forma de subsanar lo cometido es por medio de La Teshubá. Teshubá se traduce usualmente como arrepentimiento, pero literalmente significa darse vuelta (enfrentarnos a nosotros mismos honestamente) y retornar para no escaparnos de la verdad. La Teshubá no debe de cambiar sólo los actos de la persona, sino su esencia… Cuando uno deja pasar tiempo sin reconocer y arrepentirse de sus actos, las “manchas” se van impregnando más y más, por eso necesitamos renovar constantemente la soga que nos mantiene unidos a nuestro Creador. Es tan grande la Teshubá que llega, hasta el Trono Celestial.[13] ©Musarito semanal

 

 

 

 

 

“El que cubre sus transgresiones no prosperará, y el que las confiesa y las abandona recibirá misericordia”.[14]

 

 

 

 

 

 

[1] Netziv de Voloshin; Netziv Shir

 

[2] Yomá 85b

 

[3] Yermiyá 17:13

 

[4] Yomá 85b

 

[5] Macot 10b

 

[6] Shabat 104a

 

[7] Yeshayá 48:17

 

[8] Vaikrá 29

 

[9] Tehilim 19:13

 

[10] Debarim 32:34

 

[11] Tehilim 32:5

 

[12] Yoel 2:13

 

[13] Yomá 86a

 

[14] Mishlé 28:13

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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