4.1 “Hinaj Yafá Ra'yatí; Hinaj Yafá 'Enáyij Yonim Mibá'ad Letzamatej, Sa'rej Ke'éder Ha'izim Shegaleshú Mehar Guil'ad”.

 

“He aquí, hermosa eres tú, esposa mía; eres hermosa, de ojos de palomas, a través de tu velo. Tu cabello es como rebaño de cabras descendiendo del Monte de Guil'ad”.

 

 

En Breve:

 

En el capítulo anterior, la amada expresa su nostalgia, y ahora, después del lapso del distanciamiento, el Pretendiente escucha las expresiones de añoranza y al ver que, a pesar de la circunstancial separación, la belleza de Su prometida se mantiene intacta, la alaba por cada una de sus cualidades buscando así la conciliación.

 

Profundizando:

 

El versículo afirma: ¡Qué bella eres, amada Mía! Tus ojos son como los de las palomas,[1] quiere decir, tu belleza, Israel se origina en los hombres justos que hay en ti, ellos guían y orientan a toda su generación hacia el rumbo que deben tomar y por este motivo, el rey Shelomó los comparó con los ojos. ¿Y por qué comparó a la nación judía con la paloma? Esta ave tiene la cualidad que despierta el agrado de las personas que la miran, al igual que los Jajamim, que estimulan la simpatía de la gente. Además, nuestros Sabios son recatados y leales como las palomas lo son con sus dueños, ellos manifiestan por medio de sus actos, su apego y fidelidad al Creador. Cuando los ojos están ocultos con un velo transparente,[2] llaman más Mi atención,[3] es como si el Creador dijera: “Así como el velo oculta el rostro de la persona, aquellos que no proclaman sus buenos actos, pero actúan con recato y modestia, son apreciados a Mis Ojos”.[4]

 

Tu cabello es como rebaño de cabras descendiendo del Monte de Guil'ad. Aquí el texto hace alusión al Nazir (Nazareo),[5] queriendo decir que, así como el pelo de las cabras que descienden por las laderas del monte van peinando su pelo y se ve reluciente, así sucede también con el Nazir que deja crecer su cabello y obtiene la alabanza de Dios, pues esta cualidad lo distingue en tanto se aparta de lo mundano para acercarse a su Creador.[6]

 

 

 

Enseñanza ética:

 

El Pretendiente (el Todopoderoso) se dirige hacia la mujer (Israel): ¡Qué bella eres, amada Mía! ¿Cómo conceptúa Él la belleza del Pueblo Judío? Veamos: existen dos métodos básicos de clasificación: “Belleza absoluta” y “Belleza relativa”. Absoluta es la completa, la que excluye toda relación, toda forma o todo uso. No depende de criterios ni de circunstancias. La relativa denota lo opuesto. Hace relación a una persona o cosa incompleta, variable y dependiente de la opinión de otras personas o de circunstancias ajenas. La belleza humana, es considerada, en el criterio universal, incuestionablemente como relativa. Una persona puede considerarse bella a los ojos de otros, mientras que, a consideración de terceros, no. Por ejemplo: cualquier objeto, obra de arte, ajuar, etcétera estarán sujetos a la apreciación y al agrado de cada persona; para algunos podrá juzgarse como algo hermoso, mientras que para otros podrá ser visto como algo desagradable.

 

Y fue así cuando estaba cerca de entrar en Egipto, dijo a Sará, su mujer: ´He aquí ahora, yo sé que eres tú mujer de hermoso aspecto.[7] Abraham se disponía a entrar a Egipto a comprar provisiones a fin de poder alimentar a los suyos, pues la hambruna había azotado la región. Previo a su arribo, se acercaron al río para higienizarse de las inclemencias del camino, al arrodillarse frente a las nítidas aguas, Abraham descubrió la belleza singular del rostro de su esposa que se reflejaba en las aguas, y le pidió que declarara ser su hermana, a fin de no despertar el celo de los habitantes y poner en peligro su integridad física.

 

¿Acaso hasta antes de haber llegado a Egipto, Abraham no conocía el semblante de su esposa Sará? ¿Después de tantos años que llevaban casados, no sabía que ella era hermosa? Abraham era un hombre que poseía un grado de santidad muy elevado. Su decencia y su recato personal llegaron al extremo que no conocía siquiera, el semblante de su esposa. Esto nos hace saber que tampoco conocía el rostro de ninguna otra mujer. Si desconocía la belleza femenina, ¿Cómo pudo afirmar, entonces, que Sará era hermosa? ¿Cuál era su punto de comparación?

 

Responden los sabios: No estamos hablando de cualquier ser humano, la belleza natural que poseía Sará, su semblante era, absolutamente bello. Su encanto no dependía de circunstancias, de tiempos, de lugares ni de criterios personales. En todos los estados y en todas las condiciones, era sumamente bella. Y es por eso que le llamaban también Yiská, este nombre proviene de la etimología “admiración”, quiere decir, todos se admiraban de su belleza.[8]-[9]

 

Si le preguntamos a cualquier madre o padre si su hijo(a) es bello(a), ¿Cuál sería la respuesta? Y si tuviera diez hijos y les preguntáramos cuál de todos es el más hermoso ¿qué responderían? El Eterno es nuestro padre y ante Sus Ojos, cada uno y uno de nosotros es considerado como hijo único y como la creación más hermosa del Universo. Así es el amor que Él profesa por cada uno de nosotros, un amor puro, limpio y absoluto. Y así como cada progenitor conoce qué es lo más conveniente para sus hijos, así también el Todopoderoso busca beneficiar a Sus criaturas, especialmente a la congregación de Israel[10] cuyos hijos son llamados “Sus predilectos”,[11]-[12] y busca afanosamente que se acerquen a la fuente de paz, de alegría y de bendiciones; y no por algún motivo altruista, sino porque Él conoce las necesidades de Su hijo, y sabe que Él puede satisfacer todas sus insuficiencias. Si en ocasiones tiene que actuar con estrictez, aunque parezca un perjuicio, no es sino un notable beneficio.[13]

 

El calificativo de ¡Qué bella eres, amada Mía! no sólo debe despertar un sentimiento de orgullo sino, también, debe despertar en nosotros la obligación y el compromiso de vivir en forma honesta y bajo los lineamientos que Él mismo nos dio. Tal como ocurre con la paloma que manifiesta lealtad absoluta a su dueño, y aun cuando se la sacrifica, asiente y extiende su cuello pues advierte que esa es la voluntad de su Amo...[14] ©Musarito semanal

 

 

 

“Israel es como el corazón de la humanidad; constantemente infunde a todos los pueblos la fe en el Creador y Sus enseñanzas”.[15]

 

 

 

 

 

 

[1] Ver cap. 1:15.

 

[2] Ver Yesha'yá 47:2

 

[3] Metzudat David.

 

[4] Yalkut Shimoní 588.

 

[5] Nazareo, un individuo que se abstiene de todo lo derivado de la vid, le está prohibido contaminarse con cadáveres y se deja crecer el cabello. Ver Bemidbar, Cap. 6.

 

[6] Metzudat David.

 

[7] וַיְהִי כַּאֲשֶׁר הִקְרִיב לָבוֹא מִצְרָיְמָה וַיֹּאמֶר אֶל־שָׂרַי אִשְׁתּוֹ הִנֵּה־נָא יָדַעְתִּי כִּי אִשָּׁה יְפַת־מַרְאֶה אָתְּ Y fue así cuando estaba cerca de entrar en Egipto, dijo a Sará, su mujer: ´He aquí ahora, yo sé que eres mujer de hermoso aspecto'. Bereshit 12:11.

 

[8] Meguilá 14a.

 

[9] Extraído del libro: De la Torá a la Vida; pág. 86; Rab Shelomó Sued.

 

[10] בָּנִים אַתֶּם לַיהוָֹה אֱלֹהֵיכֶם Ustedes son hijos del Eterno su Dios. Debarim 14:1.

 

[11] כֹּה אָמַר יְהֹוָה בְּנִי בְכֹרִי יִשְׂרָאֵל Así dijo el Eterno: Mi hijo primogénito Israel. Shemot 4:22.

 

[12] אַף־אָנִי בְּכוֹר אֶתְּנֵהוּ Y Yo también como Mi primogénito lo consideraré. Tehilim 89:28.

 

[13] Ver Kedushat HaLeví, Perashat Shofetím.

 

[14] Metzudat David.

 

[15] Kuzarí 3:36.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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