¿Amar a quién?

 

“Yo soy el Eterno”. 19:10

 

 

En esta Perashá, se mencionan más de cincuenta preceptos que el judío está obligado a cumplir. Si solamente nos detuviéramos a analizar ocho versículos,[1] en los que podemos encontrar veinte preceptos que tratan sobre la relación con nuestros semejantes, como el: no robar, no mentir, no retrasar el salario del empleado, juzgar con equidad, no odiar a nuestro hermano con el corazón, no vengar ni guardar rencor. Termina diciendo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo; Yo soy Hashem.[2]

 

Rashí acota que en este último enunciado están contenidos todos los mandamientos de la Torá.[3] Un no judío vino frente a Shamai y le dijo: “Conviérteme con la condición de enseñarme toda la Tora mientras estoy parado en un solo pie. La intención de ese hombre era clara, más no se entendía. Él pretendía que en unas pocas palabras y sin la debida preparación, le enseñara lo que todos se esfuerzan por aprender durante todos los años de su vida, entregando días y noches al estudió de la Torá. Shamai se enojó al escuchar el extraño pedido y lo rechazó con una vara que tenía en su mano. No es de extrañar la reacción del Taná, quien quiso demostrar al hombre que su pedido era un absurdo, un estudio de semejante envergadura, es imposible aprenderlo parado en un solo pie. Entonces fue con Hilel, quien le dijo: “Lo que odias que te hagan, no se lo hagas a los demás”.[4] Rabí Akivá igualmente sentenció que este es el fundamento de la Torá.[5]

 

¿Acaso la Torá entera está encerrada en este versículo? ¿Shaatnez, Shabat, Sucá, Pésaj, Kashrut…?

 

Rashí responde afirmativamente, y dice que Amarás a tu prójimo como a ti mismo es el fundamento de la Torá y todo lo demás son solamente explicaciones. ¿Significa que cualquier persona podría argumentar que el ser una buena persona, mostrar un comportamiento social adecuado y no robarle a nadie significa que está cumpliendo con toda la Torá?

 

Rashí nos ofrece una respuesta, que si entendemos bien el trasfondo del argumento de Hilel, puede cambiar radicalmente nuestra percepción acerca de la observancia de las Mitzvot: Cuando la Torá dice: Amarás a tu prójimo, ¿a quién se refiere?  No se refiere solamente al compañero o al vecino que tienes a tu lado, se refiere también a ¡Hashem…![6] Y lo que quiso decirle el Taná al gentil fue: Lo que odias que te hagan… no se lo hagas a los demás, incluyendo a ¡Hashem! Y así como a ti no te gusta que te desobedezcan, y que no te falten al respeto y que no te estafen… ¡Hazlo así con Hashem Itbaraj! Cuándo estás hablando con alguien, ¿te molesta que te interrumpan? Entonces ¡Por qué hablas en medio de la Tefilá! Si solicitas algo a tu hijo, ¿Te gusta que cumpla tu encomienda? ¡Tú haz lo mismo! Si ves que tu hijo va a introducir a su boca algo que lo va a dañar, ¿te gustaría que contravenga tu advertencia? Si encontraras a un indigente y lo sacas de la pobreza y lo conviertes en un hombre de provecho, y en lugar de reconocer el bien que le hiciste, te ignora o utiliza los bienes que le diste para ir en tu contra, ¿seguirías suministrándole más?

 

El mensaje es: así como tú procuras ser justo y bueno contigo mismo, así debes ser con tu Creador. ¡Qué enseñanza tan impresionante! ¡Cuánta sabiduría encierra esta exégesis y por ende cuánto nos compromete a nosotros! Ahora podemos entender porque Rabí Akiva dijo que este versículo constituye el basamento de la Torá. Cuando somos conscientes de la compasión, el cariño con el que Hashem nos prodiga en cada instante de nuestra vida, entonces podremos alabarlo, agradecerle y sobre todo podremos amarlo… Amarás a tu prójimo, (valga así decirlo por lo que dijo Rashí) es también amar a Hashem y es hacerlo de verdad, y no con el concepto equivocado y ególatra que nos “venden en la calle” de lo que significa querer o amar. Uno que dice: “adoro a los pescados” y después se los come, entonces, no está diciendo la verdad, porque si en verdad los quisiera no se los comería... La realidad es que esta persona ¡se quiere solamente a sí misma! y por eso se los come. De la misma forma cuando una persona dice “querer”, solamente está diciendo que para él es lindo o grato ser amigo o querido del otro. Inclusive puede llegar a mostrar aprecio hacia otra persona por algún interés... Amor en hebreo, viene de la raíz “Dar” no de la raíz “Recibir”. Por eso, sólo podemos pensar que una relación es sincera cuando nuestra intención es “dar” y no buscar algo más, algo para nuestro provecho...[7] Hashem no necesita nada de nosotros y no podemos darle nada, debido a que todo es de Él.[8] Sin embargo, mostrar obediencia y sometimiento al estudiar Su Torá así como cumplimos las Mitzvot con entusiasmo y alegría, es la forma que demostramos nuestro amor a Él.[9]

 

Y amarás a Hashem con todo tu corazón y con todos tus medios. Y estarán las palabras éstas que Yo te ordeno hoy, sobre tu corazón.[10]

 

Existen cosas que son la fuente y otras que son derivados de ellas, por ejemplo, un metal incandescente es como el fuego, pero no es el fuego mismo. Se desprende de aquí que el metal fundido es la consecuencia y el fuego es la causa. La diferencia es clara: lo que es esencial, como el fuego, arde y calienta permanentemente; tanto si se encuentra sólo como si se encuentra con algo que está quemándose o simplemente calentándose. En cambio lo dependiente, como el metal, que recibe el calor de lo esencial, no sirve para calentar o quemar otras cosas. Más aún, su propio calor no alcanza para calentar mucho tiempo, y cuando acaba la influencia de lo esencial (el fuego), se enfría y se apaga.

 

La Torá de Hashem es comparada con el fuego,[11] por eso, en los Talmidé Jajamim (Estudiosos de la Torá), la Torá queda encendida en sus corazones siempre. Además tiene la fuerza de infundirlo a todos los que se apegan a ellos.

 

En cambio, los que no estudian Torá, aunque se acercan y están al lado de los Talmidé Jajamim y aprenden de sus acciones, ciertamente están cumpliendo el precepto de apegarse a Hashem. Sin embargo, esto sólo surte efecto en el momento en el que se vinculan con los Talmidé Jajamim, pero cuando se alejan de ellos, se van enfriando y apagando poco a poco. Y no solo eso, sino que cuando se apegan a los Talmidé Jajamim poseen calor únicamente para ellos mismos, pero no pueden transmitir a los demás que están cerca de ellos.

 

Por eso dice la Torá: Y amarás a Hashem y no está escrito Ama a Hashem. Esto nos enseña que cuando ames a Hashem debes también provocar que los demás lo amen. ¿Y cómo se logra esto? La respuesta la encontramos en el siguiente versículo: Y estarán las palabras éstas que Yo te ordeno hoy, sobre tu corazón. Las palabras de la Torá deberán permanecer en tu corazón siempre, como correspondería a un Talmid Jajam. Como se mencionó que la Torá es fuego; fuego propiamente dicho, y no el metal fundido. Esto quiere decir que, por medio del fuego que arde en tu interior, podrás calentar a los demás.

 

Conclusión: Para amar Hashem tenemos que cumplir sus ordenanzas, para saber qué es lo que pide de nosotros, debemos estudiar Torá y entenderla. Así mostraremos que Lo queremos. Amar a Hashem, es amar al prójimo, al mundo a todo lo creado e inclusive a ti mismo…©Musarito semanal

 

 

 

 

 

 

“Y no se puede llegar a amar a Hashem, a menos que llegue a conocerlo y según el grado de tal conocimiento será el grado de amor”.[12]

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Cap.19:11-18

 

[2] Vayikrá 19:18

 

[3] Ver también Séfer HaZikarón

 

[4] Shabat 31a

 

[5] Torat Cohanim

 

[6] Rashí en Shabat 31a; Mishlé 27:10; Shemot Rabá 27:1, Midrash Tehilim 8:3

 

[7] Rab Eliahu Lopián

 

[8] Tehilim 50:12

 

[9] Ver Rashí en Shemot 28:10

 

[10] Debarim 6:5

 

[11] Taanit 7b

 

[12] Orjot Tzadikim

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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