Confianza en Hashem

 

 

“El copero no recordó a Yosef, y lo olvidó”. 40:23

 

 

El favoritismo que mostraba Yaacob hacia Yosef, despertó el celo de sus hermanos a punto que llegaron a odiarlo. Urdieron un plan para deshacerse de él; lo vendieron a unos árabes que viajaban en caravana hacia Egipto. Después que llegó al extraño lugar, fue vendido varias veces hasta que llegó a Egipto y fue llevado a casa de Potifar, un funcionario del Faraón. Yosef escaló del puesto al que había sido asignado y se convirtió en el intendente de su casa. Zulaija, la esposa de Potifar, trató de seducirlo, pero tras la firme negativa de Yosef hacia  sus constantes asedios, se sintió ofendida y lo acuso falsamente y fue enviado a prisión. Allí también fue ascendiendo hasta que llegó a controlar todo lo que sucedía allí. Pasaron diez años, Yosef se encuentra a dos empleados del Faraón: el copero y el panadero, ambos estaban allí por el delito de haber ofendido al rey. Una noche ambos funcionarios tienen unos sueños y los revelan a Yosef. Él interpretó que uno sería perdonado y el otro ejecutado y la predicción fue acertada.

 

Yosef fue castigado diez años para corregir las habladurías que contaba a su padre de sus diez hermanos (un año por cada hermano).[1] ¿Por qué fue condenado a otros dos años más? Responden los Jajamim que fue para que fortaleciera su confianza en Hashem.[2]¿Acaso a Yosef le faltaba confianza en Hashem? La Torá certifica que era un hombre de fe.[3] ¿Por qué fue sancionado entonces? Cuando él confió al ministro de las bebidas que interceda para su liberación, pensaba que esta era su última opción para salir de la prisión. ¿Acaso es un delito hacer cualquier esfuerzo para salir de un problema? No, no es pecado, sin embargo, debido al nivel espiritual que él había alcanzado, se le consideró una falta el hecho de haber depositado su esperanza en la voluntad de un egipcio y no en Hashem… Él siempre mostraba un rostro radiante y feliz, se le veía tranquilo, manifestaba siempre una esperanza firme en que Hashem estaba con él en todo lo que hacía, y en esta ocasión vaciló en su acción.[4]

 

La lección que aprendemos hoy de Yosef es que la persona debe mostrar confianza en Hashem en todo lo que hace, en especial en el tema del sustento, dice el Salmista: Deposita en Hashem tu carga y Él te sostendrá.[5] Todo Yehudí está obligado a confiar en que Hashem le proveerá todas sus necesidades: Los alimentos: Así como las ganancias de una persona, son previamente ordenadas para ella desde un Rosh Hashaná al siguiente.[6]Esto no nos exime de hacer un esfuerzo “normal” para conseguirlo. El hombre fue condenado a esforzarse para ganarse el sustento: Con el sudor de tu rostro comerás pan.[7] El empeño que el hombre dedica para trabajar, es como un impuesto que debe pagar a la humanidad por el pecado de Adam y nadie se salva de esto. El versículo establece: Para que Hashem te bendiga en toda la obra de tus manos que realices,[8]quiere decir que invertir aunque sea un poco de empeño para conseguirlo es obligatorio; empero cualquier otro esfuerzo de nuestra parte como trabajar más horas es parte de nuestra obligación y ni hablar de ganarlo de forma ilícita o contradiciendo a la Halajá, por ejemplo robando, mintiendo o trabajando en Shabat, y no hablemos de sacrificar el tiempo de estudio de Torá tratando de conseguir más y más, nada de esto ayudará a aumentar la suma que ya le fue decretada….

 

A veces nos olvidamos de este concepto, y pensamos que todo está en nuestras manos, en nuestra inteligencia, en nuestra fuerza: ...no sea que comas y te sacies, y construyas casas buenas y te establezcas... y aumente la plata y el oro para ti, y todo lo que poseas se incremente, y que en tu corazón te vuelvas arrogante y te olvides de Hashem... y entonces digas: ‘¡Mi fuerza y el poder de mi mano hicieron toda esta riqueza![9]

 

Hashem hace esto con la exclusiva finalidad de esconder el milagro, de no mostrar a todo el mundo sin lugar a dudas, que Él se encarga del sustento de cada uno y uno de nosotros, y no sólo de nosotros, sino también desde el piojo más chiquito hasta el más grande de los animales... Solamente que lo disfraza de milagro y lo hace para que el hombre pueda elegir entre el bien y el mal y así premiar al que cree fervientemente en El.

 

En Bené Berak hay dos establecimientos, uno es una librería y al lado se expenden artículos de papelería. El segundo se encontraba casi a diario abarrotado de clientes, mientras que en el comercio de los libros, entraba solo uno que otro comprador esporádico. Los gastos rebasaban a los ingresos y el locatario no sabía qué hacer. Se acercó a su vecino y desahogo su problema, el hombre le aconsejó cambiar el giro, le sugirió abrir un negocio afín al suyo y le proporcionó de buena fe, una lista de proveedores y otra de los productos de mayor demanda.  El vecino emprendió el negocio, a los pocos meses y el comercio comenzó a prosperar, el hombre no se daba abasto, todo caminaba como miel sobre hojuelas. Sin embargo, el negocio adyacente comenzó a resentir la caída de las ventas, fue con el vecino para negociar que se fuera a otro lugar, tras la negativa, fue a solicitar un Din Torá. Cuando recibió la llamada para presentarse ante el juzgado, el hombre recapacitó y decidió ese mismo día declinar al Din Torá y terminar con el negocio, y de la noche a la mañana, se convirtió de nuevo en un vendedor de libros.

 

Pasaron pocos días y entra a la librería un americano solicitando Sidurim. El dueño le muestra varios, el comprador elige uno y le pregunta: “¿Cuántos ejemplares tienes de este?”. El vendedor le responde: “¿Cuántos necesita?”. “Pues para comenzar, creo que unos tres mil, ¿los tiene?”. “En la tienda tengo sólo diez, pero si no le urge, podría conseguirlos. ¿Para cuándo los necesita?”. “Oh, no se preocupe, el Bet Hakneset está aún en construcción, podría esperar algunas semanas y puede irlos enviando de poco en poco. ¿Tendrá también  Jumashim?”. El vendedor le muestra varios y el comprador elige uno y le pide cinco mil ejemplares y así continuó comprando Tehilimot, Guemarot, etc… El dueño de la librería no cabía en sí, le solicitó un anticipo y el americano no chistó en entregarle la suma solicitada. Se atrevió a preguntar: “Con mucho gusto le surtiremos su pedido, pero disculpe mi curiosidad, podría decirme por favor ¿para qué necesita tantos libros? Además, habiendo tantas librerías alrededor, ¿por qué eligió usted una tienda tan pequeña para hacer un pedido tan grande?”. El comprador contestó algo que dejó lo helado: “Me envió el Rebe de Satmer a comprar todos estos libros, está construyendo un nuevo Midrash y antes de partir me exigió: “Vas a hacer un pedido muy grande, no entres a la primera librería que encuentres, debes buscar a una persona fiel. Cuando arribé a Israel fui a visitar a un buen amigo que es juez aquí en Bené Berak, le pregunté si conocía algún expendio de libros confiable, me comentó que recientemente había tenido un caso de un hombre que tenía un negocio muy próspero de papelería, extrañamente desistió del Din Torá donde a mi parecer, podría haberlo ganado, sé que antes vendía libros, probablemente él pueda ayudarte a conseguirlos, ¡creo que puedes confiar en un hombre que actúa así…!

 

Dichoso todo el que teme a Hashem, y que se conduce por sus caminos. Cuando comas del fruto del esfuerzo de tus manos, serás dichoso y palparás el bien.[10] ¡No tienes de que preocuparte! Hashem se va a encargar de tu sustento, la única condición es que tienes que confiar en Él al 100% Es inevitable que tenemos que ocupar parte de nuestro día en trabajar para poder mantener a nuestros seres queridos, pero lo importante debe ser que nuestra mente esté en el estudio.[11] Debemos tener siempre presente que el motivo de nuestra vida no es lo material. Es sólo un medio, el objetivo es llegar al Olam Habá y para eso debemos estudiar y cumplir Torá y Mitzvot. ©Musarito semanal

 

“Hashem alimenta a todas las aves. Sólo que Él no les tira la comida dentro del nido...”.

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Sifté Jajamim, Bereshit 40:23

 

[2] Najalat Yaacob

 

[3] Ver Bershit 39:3 39:9, 40:8, 41:16, 41:25,41:28, 41:32, 41:51, 42:18, 43:29, 45:5, 45:7, 45:9, 48:9, 50:19

 

[4] Jazón Ish

 

[5] Tehilim 56:23

 

[6] Betzá 16a

 

[7] Bereshit 3:19

 

[8] Debarim 14:29

 

[9] Debarim 8:12-17

 

[10] Tehilim 128:1-2

 

[11] Rab Israel MiSalanter Or Israel, carta 15

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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