Valora y respeta a los Jajamim
“Y se congregaron contra Moshé y contra Aharón…” (16:3).
La Perashá de esta semana comienza diciendo: Y tomó Kóraj… ¿Qué tomó? Rashí explica que él se tomó a sí mismo, él se separó a sí mismo de la congregación. Cegado por su búsqueda de honor desafió la autoridad de Moshé. ¿Cómo podemos entender que un sujeto que estuvo frente al Monte Sinaí y que escuchó la Voz de Hashem reniegue de Moshé y la Torá?
La respuesta es que, si una persona quiere ir contra la Torá, entonces logrará encontrar la manera de desafiarla. Nadie está dispuesto a vivir contradiciendo lo que por dentro sabe que es correcto. Si esta persona no está dispuesta a cambiar su estilo de vida, entonces de algún modo tendrá que engañarse a sí misma y modificar sus creencias. Kóraj, que no estaba dispuesto a acatar las órdenes del líder de Israel, comenzó su rebelión argumentando que Moshé no era un profeta, y así consiguió convencer a las 250 personas que lo acompañaban.[1]
Cierto alumno de Rab Jaim de Brisk comenzó a hacer amistad con unos vecinos que se encontraban alejados del sendero de la Torá y, como dice el Talmud: “Pobre del malvado y pobre de su vecino”.[2] No tardó mucho en contagiarse del virus de la maldad y se apartó del buen camino. Abandonó la Yeshibá y todo lo que había aprendido. Se fue a la universidad, estudió y se convirtió en profesor de filosofía. Años más tarde, ya como profesor universitario, regresó a Brisk y solicitó una entrevista con el Rab. Cuando estuvo delante de él, solicitó que le explicara algunas preguntas. Antes de comenzar, el Rab le hizo una observación: “Quiero saber si, a raíz de tus preguntas, dejaste la Torá, o primero dejaste la Torá y luego comenzaste con este tipo de preguntas”. El profesor pensó por unos instantes y luego contestó que él primero había dejado la Torá y después comenzó con las dudas. “En ese caso, no tiene ningún sentido que yo conteste tus preguntas”, replicó el Rab. “Sólo puedo responder preguntas, pero las tuyas no son preguntas; son respuestas. Son respuestas para tu estilo de vida; son racionalizaciones para el camino que has elegido.”
Kóraj cometió un grave error y lo pagó muy caro. Hashem aplicó la severidad de la justicia contra él y sus seguidores para enseñarnos lo importante que es mostrar aprecio, honor y respeto hacia los Jajamim. Ellos son los dirigentes de Am Israel; ellos nos transmiten los conocimientos y la forma adecuada de servir a nuestro Creador.
Quizá el error más grave de nuestra nación a lo largo de su historia ha sido el poco aprecio y reconocimiento que damos a nuestros brillantes líderes. Entre nuestro pueblo hay diamantes escondidos, pero muy a menudo son tratados como carbón natural. Es lamentable comprobar en nuestra generación que muchas personas faltan a la honra de nuestros Rabinos. Más triste aún es observar que muchos hermanos que respetan una gran cantidad de preceptos no toman en cuenta esta base fundamental de la existencia de nuestro pueblo.
El Talmud nos relata un hecho que sucedió antes de la destrucción del Segundo Bet HaMikdash: los alumnos de Rabí Yojanán ben Zakai simularon que su maestro había fallecido e intentaron sacarlo de Yerushaláim en un féretro, para que pudiera negociar la paz con los romanos que sitiaban la ciudad. Un grupo de judíos rebeldes quería enfrentar por cualquier medio a los romanos y no permitía que nadie saliera de Yerushaláim, salvo en caso de fallecimiento. Para comprobar que Rabí Yojanán ben Zakai estaba realmente muerto, algunos de los rebeldes intentaron traspasar el féretro con sus lanzas. El jefe de ellos, llamado Abá Silká, se los impidió, porque era una falta de respeto a un sabio. Tampoco les permitió tirar el féretro al piso. A pesar de tratarse de judíos rebeldes, el respeto a los Jajamim era tomado en cuenta.[3]
¡Cómo han cambiado las generaciones! ¡Qué cosas hemos escuchado hoy! ¿Qué nos está pasando?
Por otro lado, encontramos gente que considera que sólo debe respetar a su Rab o Rosh Yeshibá, mientras que el resto de los Jajamim no se incluyen en su respeto. Una persona que así piensa está incluida en los renegados que despreciaron a la Torá en las generaciones. Debemos alejarnos de ella para no aprender su mala conducta. Y si alguna vez faltamos al respeto a un Jajam, debemos correr a pedir perdón antes de que sea tarde y las consecuencias sean peores. Dijo Rab Jisdá: “Todo el que genera oposición a su Rab es como si se opusiera a la Divinidad de Hashem.”[4]
Uno de los alumnos de Rab Yehonatán Aibshitz le había faltado el respeto. El estudiante se sintió tan mal por el acto cometido que decidió salir al destierro para que ese sufrimiento le sirviera como expiación. Llegó a Turquía y escuchó que Rab David Bacar, uno de los grandes Jajamim del lugar, daría una conferencia en una de las Yeshibot. Fue a escuchar y como no entendió algo, le preguntó al Rab, pero éste no le contestó. Intentó volver a preguntar, pero otra vez el Rab no le contestó. La tercera vez, el Rab le dijo: “Veo en tu frente que hay un Rab importante que está enojado contigo. Ya sé que recibiste sobre ti el destierro para enmendar tu falta. Pero, ¿de qué te sirve el sufrimiento si no le pides perdón? Corre, corre; quizá llegues a tiempo...”. El alumno escuchó y decidió regresar. Al llegar a la ciudad vio a miles de yehudim que lloraban mientras acompañaban un féretro. Era la levayá de Rab Yehonatán Aibshitz. El alumno no alcanzó a pedirle perdón. Cuando el Gaón de Brisk escuchó lo sucedido, lloró sin consuelo por la suerte del alumno….[5]
El Gaón Rabí Berish Maizles, Rabino de Varsovia de las generaciones anteriores, presenció cómo uno de los hombres más ricos de la ciudad trató despectivamente a un moré y le dijo: “¿Cómo te atreves a hablar así a mi hijo? ¡Tú... eres un simple maestro de escuela!”. El Gaón mandó llamar al otro día al hombre rico y éste se presentó al llamado. El Gaón le preguntó: “¿Sabes cuál es el significado de la palabra ‘moré’?”. El hombre respondió con desdén: “Un moré es una persona que se dedica a enseñar a los niños”. El Gaón insistió: “¿Qué es lo que les enseña?”. El hombre dijo: “¿Qué les enseña? Jumash, por ejemplo”. Eso era lo que el Gaón quería escuchar: “Ese Jumash es la Torá que Hashem entregó a Moshé Rabenu, para que se transmitiera a Am Israel. Con tu respuesta quisiste menospreciar al moré, pero al mismo tiempo lo ensalzaste. ¡Un moré tiene la categoría de Moshé Rabenu! ¿Cómo te atreviste a faltar al respeto a quien es como Moshé Rabenu, aquel que transmite las Palabras de Hashem a los niños de Am Israel? ¿Sabes acaso qué castigo merece el que desprecia a un Talmid Jajam (estudioso de la Torá)?”. El hombre rico se estremeció; no imaginó que fuera tan grave lo que hizo. Salió de allí y fue inmediatamente a la casa del moré a pedirle perdón, y los dos regresaron con el Rab a demostrarle que estaban reconciliados…[6]
Hijo mío, si fuiste garante…[7] El Gaón de Vilna explicó que este versículo se refiere a los Jajamim, quienes son los “garantes” del pueblo, es decir, son los maestros de Torá quienes deben procurar enseñar bien a los yehudim para que no se equivoquen en el cumplimiento de las mitzvot.
Cuando Rab Yosef Teomim (autor de grandes obras, entre otras el famoso comentario sobre el Shulján Aruj llamado “Perí Megadim”) era aún bastante joven, no tenía cómo alimentar a su familia y decidió trabajar como maestro de niños en la ciudad de Levov. Cuando años más tarde fue reconocido como uno de los más grandes de aquella generación y le fue otorgada la jefatura de la Corte Rabínica de Frankfurt, al firmar sus cartas él no escribía “Jefe de la Corte Rabínica de Frankfurt”, sino: “Yosef, el maestro de niños de Levov”.
La mejor forma de mostrar respeto por los Jajamim es la obediencia. La opinión de un rabino, como autoridad y representante de la Torá, debe aceptarse y seguirse aun si estamos en desacuerdo con ella.[8]
En la época del Talmud, el calendario judío no estaba establecido como hoy. El Sanhedrín, encabezado por Rabán Gamliel, proclamó cierta vez que esa noche sería el primer día del mes de Tishré, Rosh HaShaná. Rabí Yehoshúa decidió celebrarlo al día siguiente. Cuando Rabán Gamliel se enteró de ello pensó: “Si permito esto, la gente va a pensar que la Halajá se decide por criterio propio y no por quien representa a ‘la autoridad’”. Por tanto, ordenó que Rabí Yehoshúa se presentara ante él con su bolso y vara de caminante en el día que, según su cuenta, debería ser Yom Kipur. Rabí Yehoshúa obedeció, pero se encontraba muy angustiado al pensar que estaba traspasando el santo día de Kipur. Rabán Gamliel lo consoló diciendo: “No profanaste. Nuestros Jajamim aprendieron esto por medio de una letra que aparentemente está de más en el versículo donde Hashem nos ordena declarar las festividades, que el Bet Din shel Mala (Corte Celestial) sigue las decisiones del Bet Din de la tierra en este asunto”.[9] ¡Qué ignorantes son aquellas personas que se paran delante del Séfer Torá y no se paran delante de los Jajamim![10]
Alguien preguntó al Rab de Ruzhín: “¿Por qué Am Israel no cantó las alabanzas a Hashem sino hasta la partición del mar? ¿Por qué no compusieron cánticos de alabanza cuando vieron los milagros de las diez plagas en Egipto?”. El mismo Rab de Ruzhín contestó: “Ellos estaban tan convencidos de la omnipotencia de Hashem que no se sintieron impresionados por milagros. La canción de alabanza es precedida por las palabras: Ellos tuvieron fe en Hashem y en Moshé, Su siervo.[11] El estímulo para la canción de triunfo no fue el milagro que observaron al dividirse el Yam Suf, sino la alegría de haber logrado un nivel de creencia en Hashem y en Moshé que no habían tenido hasta entonces. Esto es lo que celebraron con el cántico”. ©Musarito semanal
“Que la honra de tu alumno sea como la tuya; que la honra de tu amigo sea como la de tu maestro, y que la honra de tu maestro sea como la del Eterno.”[12]
[1] Rabí Yaacob Kanievsky.
[2] Sucá 56b.
[3] Guitín 56a.
[4] Sanhedrín 110a.
[5] Extraído del libro Alenu Leshabeaj.
[6] Extraído de 100 Sipurim Al Anashim Guedolim.
[7] Mishlé 6:1.
[8] Sifrí, Debarim 17:11.
[9] Rosh Hashaná 24b.
[10] Makot 22b.
[11] Shemot 14:31.
[12] Pirké Abot 4:12.
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