¿Quién es el líder?

 

Perashat Pinejás

 

 

 "Que Hashem nombre a un hombre sobre la asamblea”. 27:16

 

 

 

Hashem ordenó a Moshé que ascendiera al monte Abarim, desde donde podía observar la Tierra Prometida, él sabía que el fin de sus días se acercaba: Mira la Tierra que Yo he entregado a los Hijos de Israel. La verás y luego tú también serás recogido de tu pueblo como lo fue con tú hermano Aharón. Entonces Moshé manifestó preocupación por el bienestar del pueblo en el futuro y solicitó que fuera elegido su sucesor: nombra a un hombre sobre la asamblea, que salga al frente de ellos, y que los saque y los traiga, para que la asamblea del Eterno no sea como un rebaño que no tiene pastor.

 

Llama la atención el hecho de que Moshé Rabenu le haya pedido a Hashem que nombre un líder para que conduzca al Am Israel, habían sido designados setenta Ancianos (Jajamim) que dirigían junto a él. Además había una gran cantidad de Jueces, en los que se repartían los casos de litigios. La explicación podríamos encontrarla con lo que sucedió con Rabí Yehoshúa Ben Leví: Cierta vez le solicitó a Eliahu Hanabí ir con él a sus misiones. Llegaron a una ciudad y entraron a un Bet Hakenéset donde había bancos de oro y plata (eran todos muy ricos), y cuando los vieron allí sentados, se paró uno de los presentes y dijo al público: “¿Quién quiere darle de comer a estos pobres?”. Uno de ellos pidió que trajeran sólo pan, agua y sal; comieron y durmieron en ese mismo lugar. Antes de irse, Eliahu Hanabí les dijo: “¡Que Hashem permita que todos ustedes sean dirigentes!” Luego, fueron a otra ciudad donde sus habitantes eran muy pobres. Cuando entraron al Bet Hakenéset, todos los presentes se ofrecieron a recibirlos en sus humildes hogares. Y a donde al final se alojaron, fueron tratados con amabilidad y cortesía, a pesar de sus limitaciones. Antes de abandonar la ciudad, Eliahu Hanabí dijo: “¡Que de ustedes sólo una persona sea el líder!”. Rabí Yehoshúa Ben Leví se sorprendió y le preguntó a Eliahu por qué a los que los atendieron mal les dijo que todos dirijan, y a los que los atendieron bien los bendijo con que uno solo de ellos sea líder. La respuesta fue: “A aquéllos a quienes les deseé que todos sean cabezas, no fue una bendición, sino todo lo contrario, porque van a terminar peleados y el grupo va a terminar desintegrado. Eso lo merecen porque no son virtuosos, y es mejor que desaparezcan. En cambio, a los que se portaron bien con nosotros los bendije con que solo uno dirija al grupo, porque no hay más grande bendición que ésa. Cuando uno solo dirige, todos lo respetan; reina la armonía, y el grupo se mantiene por mucho tiempo. Vemos de aquí que, el hecho de que haya mucha gente dirigiendo no es sino un perjuicio muy grande para un grupo humano. Y si hay una sola cabeza, es bueno para él, y para los que dirige. Por eso Moshé Rabenu le pidió a Hashem que designe de entre todos, uno solo para que tome el mando del pueblo. Cuando Moshé vivía, todos los dirigentes acudían a él a preguntar como conducirse, ahora que se encontraba en las puertas de la muerte, temía que todos esos grandes personajes quieran ser cada uno una cabeza, y eso generaría el caos.[1]

 

Moshé deseaba que aquel que tomara la directiva, fuera una persona capaz de conducirse según el espíritu de cada uno de los miembros. Así fue nuestra herencia y afortunadamente el Am Israel ha sido iluminado por Hashem a través de las generaciones para dejarse dirigir por los Jajamim que son nuestros conductores espirituales.

 

Un estudiante había contraído una enfermedad que, según los doctores, ponía en peligro su vida. La familia había perdido toda esperanza, sin embargo, el alumno no se dio por vencido y decidió ir a ver a su Rosh Yeshibá en la ciudad de Radin para pedirle una bendición en procura de su curación. Después que el Jafetz Jaim escuchó con atención a joven le dijo que tenía un consejo para darle. Pero antes, le puso una condición: jamás nadie podía enterarse de lo ocurrido, si todo salía bien, con la ayuda de Hashem, no podría contarle a ninguna persona acerca de cómo lo había conseguido. El muchacho aceptó enseguida. Entonces le dijo que se dirigiera a una pequeña población no lejos de allí y que solicitara una bendición de un Talmid Jajam. El joven hizo tal como aconsejó su Rab, y en muy poco tiempo y de forma increíble, el muchacho se curó!!!

 

Pasaron aproximadamente veinte años, y la cuñada de este mismo muchacho contrajo una extraña enfermedad. Él se percató que los síntomas eran los mismos que él había vivido años atrás, pero no se atrevía a decir una palabra, él había prometido a su Rab, que no contaría a nadie en el mundo lo sucedido, ni cómo se había recuperado. Su esposa recordó que alguna vez, su marido le había contado algo sobre una extraña enfermedad que tuvo en su juventud, y cada vez que intentaba tocar el tema, él la esquivaba cambiando de tema o negándose a hablar. Pero, el tiempo transcurría y la enfermedad avanzaba más y más. La esposa comenzó a presionarlo, ya que lo que él sabía podía tal vez traer una esperanza de vida para su hermana. La presión fue debilitando la firme postura del muchacho y su necesidad de mantener el secreto. Pensó el alumno que después de tantos años de haber cumplido con la solicitud de su Rab, ya podría revelar su secreto. Y así lo hizo. La esposa y la cuñada se llenaron de esperanza, ¡ésta podría ser su salvación! Pero a los pocos días, el muchacho comenzó a sentirse mal. Además se sentía muy asustado por el hecho de no haber cumplido la condición que le impuso su Rab. Le dijo a la esposa que inmediatamente viajaría a Radin, a ver al Jafetz Jaim…

 

El viaje a Radin fue muy largo, y el Gaón era ya muy anciano y estaba muy débil. Pero, a pesar de su condición recordaba esa lejana entrevista con el joven alumno, y ahora lo escuchaba en silencio, sin interrumpirlo. Cuando el muchacho terminó su relato, el Jafetz Jaim le dijo en voz muy baja: Me pondría muy feliz poder ayudarte, pero, ¿qué puedo hacer? Cuando te enfermaste por primera vez, yo era más joven, y me privé de comer durante cuarenta días, rezando y llorando para pedir tu curación… Hoy, estoy ya muy viejo y mi debilidad ya no me permite ayunar como antes…[2]

 

Ahora podemos comprender porque Moshé rezó: Que la congregación de Hashem no sea como ovejas que no tienen pastor. Cuando el cabrero lleva su ganado a pastar camina detrás de ellos, si algún depredador los ataca, él tiene tiempo de huir y salvar su propia vida. Esto puede ser visto como ovejas que carecen de pastor. Moshé rogó a Hashem que designara un líder para el pueblo judío; uno que no caminara detrás de ellos, sino uno que tomara la iniciativa y los dirigiera con sabiduría, que mantuviera la unidad, que se preocupara solamente por el bien de cada integrante y que supiera luchar vehemente contra aquellos que amenazan la continuidad de la Torá. Esto garantiza que la conducción del pueblo se conservará tal como lo fue desde que recibimos la Torá. Ahora podemos entender lo que quiso decir Moshé en su plegaria: Amo de todos los espíritus… que el líder de Israel sea como Tú, Hashem…, comprensivo con todos… y aceptado por todos los espíritus de la gente. ©Musarito semanal

 

 

“Escojan hombres que sean sabios y conocedores, y reconocidos entre sus tribus, y Yo los haré dirigentes entre ustedes”.[3]

 

 

 

 

 

[1] Extraído de Od Yosef Jay Derashot - Pin’jas

 

[2] Lekaj Tov

 

[3] Shemuel II, 7:23

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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