La bendición de los Cohanim
Perashat Bemidbar
“Y habló Hashem a Moshé diciendo... Di a Aharón y a sus hijos: Así bendecirán a los hijos de Israel diciéndoles...” (6:22).
Con estas palabras ordena el Todopoderoso a Aharón y a su descendencia mantener Su bendición sobre el Pueblo de Israel. El sello de esta bendición es: Y pondré sobre ti la paz. Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel y Yo los bendeciré.
El shalom es quizá la bendición más importante que existe. Es el elemento que puede contener todas las demás bendiciones que emanan del Cielo.
Dijo Rabí Shimón Ben Jalaftá: “No encontró Hashem un [mejor] recipiente que contuviera la berajá para los hijos de Israel que el shalom”,[1] tal como está escrito: El Eterno concederá fuerza a su pueblo. El Eterno bendecirá a su pueblo con paz.[2] La paz es como un recipiente que podemos llenar con lo que sea; si ese objeto se rompe, todo se derrama y se pierde.
En una ciudad había un hombre muy desdichado. Su situación había llegado al límite de la miseria. Preocupados, miembros de la comunidad decidieron acudir al más rico de la ciudad instando su apoyo para cubrir las necesidades de aquella familia. Fueron recibidos amablemente, expusieron la difícil situación y el hombre pensó un rato hasta que les dijo: “Vayan y díganle que venga a mi casa, que traiga los recipientes que encuentre para que se lleve todo aquello que pueda colocar en ellos”.
Rápidamente fueron con el pobre y le dieron la feliz noticia. El hombre no podía creer lo que estaba escuchando. La mujer y los niños comenzaron a buscar por toda la casa. Finalmente encontraron grandes canastas; las pusieron en sus manos y lo apuraron a ir y colectar lo más que pudiera. Él tomó los cestos y se dirigió de prisa hacia la casa del rico. La familia esperaba expectante su regreso. Recién lo vieron, salieron felices a su encuentro. Cuando estuvieron a su lado, la sonrisa se borró de sus labios. “¿Qué pasa, por qué no están contentos? ¡Miren todo lo que les traj…!”. Volteó y vio que las canastas estaban vacías. “¡¿Dónde están las cosas?! ¡Estaban llenas hasta el tope!” La familia, decepcionada, se acercó a observar las canastas y con desilusión comprobaron que todo lo que había recibido del rico se había regado en el camino. Todas las canastas que había llevado, ¡estaban rotas!
Cuando Am Israel recibió la Torá, acampó el pueblo frente al Monte Sinaí; todos unidos como un solo hombre con un solo corazón. Debido a que estaban todos en paz (con shalom) fueron aptos para recibir la bendición más grande que existe: la Torá; de ella emanan todas las demás bendiciones. Por otro lado, vemos que cuando no había paz ente los yehudim, cuando había odio gratuito, se desplomó el Bet HaMikdash, que era la fuente de todas las bendiciones. El recipiente que contenía todas las bendiciones de Hashem se rompió y, desde entonces, las bendiciones se desparraman por todo el mundo. Donde hay fe, hay amor. Donde hay amor, hay paz. Donde hay paz, está Hashem. Y donde está Hashem, no falta nada.[3]
Cualquier integrante del Pueblo de Israel debe tener siempre presente que todas las bendiciones provienen de Hashem. Entonces, ¿cuál es el motivo que necesitamos para que el Cohén nos bendiga? Más aún, el Midrash comenta, en nombre de Rabí Yehoshúa ben Levi, que Hashem desea que los Cohanim bendigan al pueblo, pero por otro lado nos advierte que la berajá proviene sólo de Él. ¿Cuál es la explicación? Si observamos bien, cada uno de los versículos de Birkat Cohanim tienen algo en común: el nombre de Hashem se repite en ellos.
Lo que hace el Cohén al bendecir a los hijos de Israel es educarlos en esta senda: todo, absolutamente todo lo que poseas, proviene de la mano de Hashem.
¿Quién te bendecirá y te protegerá? Hashem, porque Él es la fuente de la berajá.
¿Quién te iluminará y te dará gracia? Hashem, porque Él es Quien otorga inteligencia y favor al ser humano.
¿Quién dirigirá su rostro hacia ti? Hashem, porque Él te concederá paz.
La función del Cohén es recordar una y otra vez a la persona que no se confunda pensando que sus éxitos materiales, la familia que formó y el shalom (la paz) que posee son los frutos de su inteligencia y capacidad.
Un rico comerciante viajaba rumbo a su casa, después de haber asistido a una importante feria, en un carruaje cargado con mercancía valiosa, y observó a un hombre vestido con andrajos que iba por el mismo camino arrastrando una carretilla llena de material de poco valor. El comerciante frunció el entrecejo y le gritó: “¿Cómo te atreves a caminar cerca de mí? La gente podría pensar que tú y yo somos iguales, aun cuando yo soy un miembro de la clase alta y tú, obviamente, eres sólo un pobre mercader”. El mercader lo observó de arriba a abajo y le contestó: “Cualquiera puede ver que tú eres más rico que yo. Mas recordemos que ambos hemos comprado nuestras mercancías a crédito, es decir, que no hemos pagado en efectivo. Pero en realidad tú, que tienes esa cara mercancía, estás más endeudado que yo, pues debes a tus acreedores más de lo que yo debo a los míos. Si recuerdas esto, puede que no actúes tan ofensivamente conmigo”.
El hombre rico es quien está más endeudado con Hashem por sus bienes. En consecuencia, debe demostrar mayor gratitud hacia Hashem que cualquiera otro, y ciertamente debe evitar tratar a los demás con desprecio.[4] Mejor es el pobre que camina en su integridad que el rico de perversos caminos.[5]
En todo momento debemos tener presente que es la bendición de Hashem la que causa la prosperidad que poseemos, y debemos, por ende, primero reconocer y agradecer, y segundo, utilizarla sabiamente. Esto significa evitar que la abundancia no nos torne engreídos y arrogantes, sino por el contrario, humildes y agradecidos por el favor concedido. No hay cosa en el mundo que cause una paz más grande que considerarse como un desvalido bebé, quien se siente acunado y protegido en los poderosos protectores brazos de un amoroso padre. ©Musarito semanal
“Con ciertas personas el Creador se comunica a viva voz y con otras por medio de señas. Todo depende de lo cerca o lejos que se encuentren de Él.”[6]
[1] Okatzin 3:12.
[2] Tehilim 29:11.
[3]Rabí Najman de Breslev.
[4] En nombre del Maguid MiDubna; Lilmod Ulelamed, pág. 174, Rab Mordejai Katz.
[5] Mishlé 27:6.
[6] Rabí Najman de Breslev.
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