Introducción.
La Torá le fue dictada y entregada a Moshé en el Monte de Sinaí,[1] esta, constaba de dos partes: una era la versión escrita (el Pentateuco), mejor conocida como Torá Shebijtav, Moshé la escribió y guardó el texto dentro del Tabernáculo como un testimonio eterno y le entregó una copia a cada una de las tribus de Israel.[2] Las explicaciones, interpretaciones y enseñanzas de la Torá escrita SheBe'Al-Pé, le fueron dadas a Moshé como una tradición verbal que habría de transmitirse de maestro a discípulo a lo largo de la historia, quedando grabadas en la mente del Pueblo Judío en una cadena inquebrantable de tradición.[3] Estaba prohibido escribirla,[4] por lo que debía repetirse y repasar una y otra vez para asegurar que nada fuera olvidado, y por este motivo recibió el nombre de Mishná, que significa repetición. Cuando los romanos capturaron Yerushalayim y enviaron a los judíos al exilio, Rabbí Yehudá HaNasí, quien ocupaba el puesto de jefe del Sanhedrín, vio que la estructura de maestro-alumno estaba en peligro de ser perdida, y decidió compilar la Mishná, para prevenir que fuese olvidada.
Los 63 tratados que componen la Mishná están divididos en seis secciones u órdenes (Sedarim), y cada orden agrupa los tratados que hablan sobre temas relacionados entre sí. Estos son: Zeraim (trata sobre los preceptos relacionados con las plegarias y la agricultura). Moed (concerniente al Shabbat y las festividades). Nashim (los preceptos referentes al matrimonio y temas emergentes). Nezikín (las leyes sociales, daños, compensaciones, procedimientos judiciales y derecho penal). Kodashim (sobre sacrificios y ofrendas). Taorot (sobre las leyes de pureza e impureza ritual). Puesto que el Tamud está organizado en torno a la Mishná, es llamado popularmente Shas, derivado de las dos palabras SHishá Sedarim (seis órdenes).
¿Por qué el tratado de Avot, que estipula ética y conducta moral fue incluido en el Séder de los perjuicios y daños? El Rambam nos ofrece dos motivos. El primero es para concientizar al hombre que debe aceptar las enseñanzas y dictámenes de nuestros sabios (Avot), que han sido transmitidos, sin distorsionarse de generación en generación, desde que fueron recibidas el 'Ar Sinaí. Y segundo, es para recordar las enseñanzas morales y éticas de la “herencia de la Congregación de Ya'acob” que nos encomendó el Creador, dándonos la misión de identificarnos con ella, para convertirnos en el ser humano ideal y servir de ejemplo para toda la humanidad, comenzando por los jueces, ya que ellos son los encargados de establecer y mantener el orden y la paz en la sociedad.
Todo Israel tiene parte en el Mundo Venidero, según se ha dicho: “Tu pueblo, todos son justos y heredarán eternamente la Tierra; son rama de Mi plantío, obra de Mis manos, para glorificarme.
Esta Mishná es la primera sentencia del capítulo diez del tratado de Sanhedrín, se recita como prefacio del Pirké Avot. Los exegetas acotan que, incluso aquellos que se han hecho acreedores a la pena capital a manos del Bet Din (tribunal rabínico) debido a su maldad, tienen parte en el Mundo Venidero. Se refiere al mundo por venir, después de la resurrección de los muertos, los justos vivirán con sus cuerpos y sus almas se mantendrán en vida eterna, al igual que el sol, la luna y las estrellas.[5]-[6] En este mundo, la persona puede adquirir un terreno comprándolo o recibiéndolo como herencia; el propietario decide si sembrar, construir una casa o inclusive un edificio. Sin embargo, en el Mundo Venidero, la proporción del lote de cada uno dependerá solamente de lo que haya sido capaz de crear por medio de sus acciones en el curso de su existencia, Pirké Avot le enseña al hombre como sacar el mejor provecho de la parcela que va a recibir allá.
…son rama de Mi plantío, continúa la Mishná brindando una enseñanza formidable. La palabra “plantío” se traduce en hebreo como Mataai, deriva de la raíz Natá, que es el acto de plantar árboles. Sembrar verduras se dice Zriá. Estas palabras reflejan la diferencia fundamental en la forma de crecer de los árboles y las verduras. Cuando siembras cualquier semilla, esta tendrá que deteriorarse incluso pudrirse antes, para que nazcan los brotes nuevos; la muerte de lo viejo precede al advenimiento de lo nuevo. Pero ¿qué ocurre en el caso del árbol frutal? La fruta nueva es posible sólo cuando el árbol esta sano y vigoroso, si se cortan las raíces, este se destruye y la posibilidad de producir frutos se degrada con él.[7] Está escrito en el Talmud: Si los ancianos te dicen que destruyas y los jóvenes que construyas, escucha a los ancianos, porque la destrucción de los ancianos es construcción, mientras que la construcción de los jóvenes es destrucción.[8] Nuestros Patriarcas y Matriarcas (Avot) fueron las raíces de donde se desarrolló la Nación Judía. Esta sabia corre por nuestras venas, cada uno de sus actos tienen un efecto en los frutos que les sucedieron hasta hoy y para siempre.
Un transeúnte caminaba por una ciudad poco poblada, estaba perdido y por más que intentaba no lograba llegar a su destino, y más difícil se le hacía pues no había a quien preguntar. Al pasar por una esquina tropieza con un objeto, era un poste que tenía cuatro flechas, cada una señalaba hacia uno de los puntos cardinales, alguien lo había arrancado del suelo. Mientras lo levanta llega otro hombre y le pregunta: “¿Sabes qué rumbo debo tomar para salir de la ciudad?”. Le respondió: “Mira, yo también estoy perdido, si me ayudas a poner este letrero en su posición original, te puedo decir hacia dónde debes ir”. El otro hombre tomó el letrero y comenzó a colocarlo en la forma que pensó que debía ir. Mientras tanto, llega un tercer hombre, los ve y pregunta: “¿Qué están haciendo?”. Responden: “¿Tal vez usted nos pueda ayudar a colocarlo para saber hacia dónde dirigirnos?”. El hombre respondió: “Yo tampoco soy oriundo de este lugar, no obstante, hay algo que sí puedo decirles, sé que vengo del sur así que el norte debe estar frente a mí”. Colocaron el letrero basándose en la dirección que señaló el hombre y de esta forma cada uno logró orientarse y llegar a su destino. Israel forja su futuro, basándose en el pasado… Si sabes de dónde provienes, vas a saber la dirección que debes tomar para llegar hacia dónde debes ir…
…obra de Mis manos, para glorificarme. El tratado de Avot es la compilación del saber judío con respecto a las enseñanzas éticas y morales de los sabios ancestros de las generaciones que recibieron la Torá directamente del Creador.[9] Es una guía esencial para adquirir la sabiduría de la Torá y las Mitzvot, y por medio de una conducta ética y modales adecuados, transforman la vida humana en algo sagrado, y quién estudie y practique sus enseñanzas estará atestiguando y glorificando el Nombre del Todopoderoso, como dice el versículo: Este pueblo he creado para Mí; Mis alabanzas publicará.[10]
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“Por más alto que llegues, nunca olvides tus raíces”.
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Para Refuá Shelemá de: Rab Refael Abraham ben Ivonne, Rajel Jaya bat Adel Janom.
Leiluy Nishmat de: Yaacob ben Ruth, Yosef ben Elvira, Shajud Shaúl ben Boliza.
Victoria bat Esther, Boliza bat Badía y Eliahu ben Esther, Jayim ben Desi.
[1] Ver Shemot 24:12 y Berajot 5a.
[2] Debarim 31:26.
[3] Bet HaLevi.
[4] Guitín 60b.
[5] Ver Sanhedrín 10b.
[6] Rabbí 'Obadyá de Bartenura.
[7] Extraído de Ética del Sinai, pag. 8; Rab Irving M. Bunim.
[8] Meguilá 31b.
[9] Por este motivo recibe el nombre de “Avot”; Rashí.
[10] Yesha'ayá 43:21.
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