El mundo está lleno de oportunidades para recordar al Creador
“Estos son los viajes de los Hijos de Israel que salieron de la tierra de Mitzráim” (33:1).
La Torá detalla las cuarenta y dos paradas en las que el Pueblo de Israel acampó durante los cuarenta años que viajaron por el desierto, desde su salida de Egipto hasta su entrada a la Tierra Prometida.
¿Por qué razón son mencionados todos estos lugares?
Para darte a conocer todas las bondades que hizo el Todopoderoso para ellos durante su travesía. Vivimos en una sociedad que está en constante movimiento; vivimos desplazándonos para hacer las compras, para ir a nuestro lugar de trabajo, a donde estudiamos, etcétera.
Cuando nuestros padres deambulaban por el desierto, ciertos campamentos les fueron placenteros y confortables, y otros les fueron duros y dificultosos. En unos tuvieron abundancia de alimento y agua, en otros tuvieron sufrimientos y sed. En la vida no todo es miel sobre hojuelas; en el camino encontramos alegrías y satisfacciones, así como contratiempos y dificultades. Sin embargo, éstas no deben interferir con la finalidad del viaje. Debemos tener presente nuestra meta e ir siempre hacia delante. Tenemos el mejor GPS (sistema de navegación satelital) del mundo. Hashem nos entregó la Torá, que contiene todas las rutas posibles para alcanzar nuestra asignación.
Cuando uno viaja a lugares en los que nunca había estado, generalmente encuentra ciertos contratiempos. Pero la persona inteligente sigue adelante, pues sabe que para llegar a su destino se requiere pasar algunas dificultades. Si persiste y hace a un lado todas estas dificultades, al final llegará.
Hace un siglo, en España, había dos amigos que eran dueños de unos campos. Un día en que se desató un terrible incendio y las llamas consumieron todas sus posesiones, tuvieron que vender las tierras para liquidar sus adeudos. Decidieron embarcarse hacia América, en búsqueda de una nueva oportunidad para sustentarse.
Al poco tiempo de haber zarpado, uno de ellos encontró a su amigo en la popa del viejo barco. Estaba apoyado en la baranda, llorando y observando el continente que quedaba atrás. “¿Qué te sucede, mi querido amigo?”, le preguntó, consternado.
Sin dejar de mirar a la lejanía, le responde el otro: “Miro las tierras que hemos abandonado… Tantos años de sacrificio, labrando los campos, ¿y todo para qué? En un solo instante perdimos todo, las llamas consumieron el esfuerzo de toda nuestra vida dejándonos sin techo, sin tierra. ¡No nos quedó nada! ¿Para qué sirvió tanto esfuerzo? Días de intenso calor, noches frías cuidando los frutales y el ganado, y todo para terminar en la más completa pobreza”.
Entonces su amigo lo tomó del brazo y lo llevó hacia la proa del barco. Señaló hacia el horizonte y le dijo: “¡Observa hacia allá, hacia donde nos dirigimos! En lugar de mirar hacia atrás, llorando y lamentando lo perdido, mejor dediquemos nuestro tiempo en mirar hacia adelante. Hagamos mejor algunos proyectos positivos de lo que podemos hacer hacia el futuro. Si lo logramos una vez, seguro que podemos volver a realizarlo”.
Una persona que flota sobre el agua debe realizar un esfuerzo constante para no hundirse y mantener la cabeza fuera del agua; su rostro debe mirar siempre “hacia arriba”, porque de esto depende su supervivencia.
Lo mismo debemos hacer nosotros: mantener nuestra mirada hacia el Cielo, hacia Hashem Itbaraj. Nuestra vida tiene un propósito minuciosamente planeado por Él. No llegamos de forma incidental a la vida; fuimos enviados para cumplir una misión específica. Cada uno de nuestros movimientos está siendo controlado y supervisado por Hashem. Él siempre nos acompaña y tiene parte en todo lo que nos acontece, con la sola finalidad de que alcancemos nuestra meta. No malgastemos el valioso tiempo que tenemos en lamentar lo que no poseemos. Hay que usarlo única y exclusivamente para buscar la elevación de nuestra alma. ©Musarito semanal
“La vida es el regalo que Hashem te hace. La forma en que vivas tu vida es el regalo que haces a Hashem.”
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