Rosh Hashaná.
“Alegrar, me alegraré con Hashem”. Yeshayá 61:10.
Esta semana, leeremos la última de las siete Haftarot de consuelo, mismas que fueron extraídas del libro de Yeshayá. El profeta habla sobre los años de exilio y su desenlace; la época maravillosa de la redención: Alegrar, me alegraré con Hashem, se regocijará mi alma con Él, pues me ha vestido con las prendas de la salvación, con un manto de justicia me ha recubierto, como a un novio que viste ropajes dignos, y como una novia que luce sus joyas.
Acorde con la opinión de algunos exégetas, la profecía va dirigida a la ciudad de Yerushalaim. Otros, sostienen que habla directamente a los hijos de Israel: Pues así como la tierra saca su fruto, y como un huerto hace florecer sus cultivos, así también Hashem hará florecer justicia y gloria delante de todos los pueblos. [1] El profeta compara a la salvación de Israel con el fruto de la tierra: así como la semilla que se coloca dentro de la tierra, se pudre y surge de ella un brote que crecerá y finalmente dará otra gran cantidad de frutos; así también ocurrirá con el pueblo de Israel, quien a pesar de haber pasado una gran cantidad de años en el exilio, donde fuera perseguido y ultrajado, llegará el momento de la redención y será entonces, que germinarán y crecerán mucho en cantidad y en calidad.
Esta Haftará se lee eventualmente antes de Rosh Hashaná; explican los Jajamim, que así como para que la tierra dé sus frutos, primero necesita del trabajo del hombre e inmediatamente después, Hashem lo asiste enviando el rocío y las lluvias que empapan la tierra, y esto provoca que dé sus frutos, así también ocurre con el hombre; para que desde arriba Hashem haga florecer Su Misericordia Divina, necesita primero el hombre procurar, por medio de sus acciones, un despertar espiritual desde abajo.[2] Dijo Hashem: “Retornen a Mí y retornaré a ustedes.[3] [Israel responde:] Yo estoy durmiendo más mi corazón está despierto; la voz de mi amado [es decir, Hashem,] llama: ¡Ábreme!….[4] Dijo Rabí Yasá: Le dijo Hashem a Israel: hijos míos, ábranme una puerta de arrepentimiento tan pequeña como la punta de una aguja, y Yo les abriré a ustedes puertas tan grandes que podrán entrar por ellas carretas y carrozas.[5]
El día de Rosh Hashaná conmemoramos la creación del hombre, ese día se formó, ese día pecó y ese mismo día fue perdonado. Hoy fue creado el mundo y en este día se paran para ser juzgadas todas las criaturas.[6] En pocas horas, estaremos todos parados delante del Rey del mundo, Él revisará nuestros hechos y determinará nuestro destino: Todos pasan delante del Todopoderoso como el rebaño de ovejas pasa delante del pastor.[7] En ese día se decidirá la vida, la salud, la sabiduría y el sustento, la paz y tranquilidad de cada ser en particular y también del mundo en general…
Si miramos en retrospectiva las bendiciones que recibimos en el transcurso del año que está por concluir, nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos, y la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Qué hicimos con todo lo que Hashem con su infinita Misericordia nos otorgó cada día y día del año que está por terminar…? La voz del Shofar sirve para despertar las almas aletargadas; debemos aprovechar el momento para practicar un autoexamen y pensar: Estoy pidiendo en las plegarias: “Inscríbenos en el libro de la vida”, Si Hashem me preguntara: Dime hijo mío, ¿Para qué quieres la vida? La respuesta que leeremos en el Majzor es: ¡Por Ti! ¡Para Ti! Para que pueda vivir de acuerdo a las indicaciones que nos diste en Tú Torá. Si realmente esta es tu intención, seguramente te serán concedidas la vida y las bendiciones, pero si la respuesta es distinta…
Un hombre tenía una empresa que había traspasado las fronteras del país donde se originó. Diariamente se surtían grandes órdenes de compra de los clientes quienes confiaban en la calidad y honestidad con la que se desempeñaba la compañía. Pasaron algunos años y los pedidos comenzaron a disminuir considerablemente, las quejas de parte de los clientes aumentaba sin control, una gran cantidad de producto defectuoso se apilaba en las bodegas y los vendedores enviaban a la dirección los reportes de que sus clientes estaban comprando con la competencia. El dueño de la empresa estaba muy preocupado por la situación. Contrató a un despacho de analistas para que determinaran el origen de tan graves circunstancias. El trabajo de los especialistas comenzó inmediatamente reuniéndose con los clientes, trabajadores y con los responsables de cada grupo de trabajo. También fueron a la fábrica para observar el funcionamiento de las máquinas y el flujo de las operaciones. Al terminar, entregaron un grueso expediente al dueño de la fábrica, detallando todos los problemas que encontraron.
El empresario se anonadó al ver que los directivos de la empresa, en lugar de ocuparse de los asuntos referentes al negocio, se ocupaban de sus cuestiones personales. Había varias fugas de capital, el comportamiento corrupto de los directivos, “contagió” a todo el resto de los trabajadores. Además del ausentismo, los obreros se distraían sin seguir los procedimientos; las máquinas no recibían el mantenimiento adecuado, todo este cumulo de cosas estaba llevando a pique al negocio. Pero no todo era así, quedaban algunos empleados honestos quienes todavía procuraban mantener el “barco a flote”, a pesar de la burla y el desprecio de sus colegas.
El dueño de la fábrica despidió a todos los trabajadores y al mismo tiempo anunció la apertura de una nueva fábrica. Si alguno de los trabajadores deseaba formar parte del equipo, debía de mostrar el buen y serio desempeño en el negocio anterior, todos ellos, serían recontratados con mejores prestaciones.
En forma metafórica: La fábrica es el mundo. Su dueño: Hashem. Los empleados: somos nosotros. Cada Rosh Hashaná, Hashem, con su Infinita Benevolencia cierra y reapertura un “negocio” nuevo, otorgándonos una nueva oportunidad para demostrarle fidelidad y proclamarlo como Rey. Después vienen diez días, en los que examinamos y corregimos nuestras acciones del pasado. Luego llega Yom Kipur, en este día, “los empleados” que se esmeraron en procurar hacer que el “negocio del Jefe” funcione correctamente, son recontratados de inmediato y les son asignados nuevos puestos, donde reciben más y mejores prestaciones. ¡No dejemos pasar esta incomparable oportunidad! Hashem está abriendo las puertas del Indulto y la Piedad, ¡Qué mejor momento para mostrarle que somos capaces de poder cumplir con nuestra asignación! comprometiéndonos a dar lo mejor de nosotros mismos, estudiando la Tora como es debido, cumpliendo con los preceptos y cuidándonos de no pecar, [8] así lograremos que Hashem nos invista como un novio que viste ropajes dignos, y que de esta forma retornemos a Yerushalaim: ¡Y tu tierra ya no será llamada desolada, pues será asentada en seguridad por sus habitantes, así como un novio se casa con su novia, así será el gozo de Hashem contigo![9] © Musarito semanal
“Si me hubiesen dado a elegir, hubiese preferido no morir, porque en el Mundo Venidero no hay Yamim Noraim. ¿Acaso se puede prescindir de Rosh Hashaná? ¿Y qué puede hacer el alma sin Yom Kipur? Y ¿cómo se concibe un Yehudí sin Teshubá?”.[10]
[1] Yeshayá 61:10.
[2] Adéret Eliahu; Rabí Yosef Jaim.
[3] Malají 3:7.
[4] Shir HaShirim 5:2.
[5] Shir Hashirim Rabá 5:2.
[6] Liturgia de Rosh Hashaná.
[7] Untané Tókef; Rabí Amnón de Mainz.
[8] Extráido de Lekaj Tob.
[9] Yeshayá 62:5.
[10] Rabí Shmelke de Nikelshburg.
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