Rosh Jodesh, fiesta de la mujer
“Y llegaron los hombres sobre las mujeres...” (35:22).
En esta Perashá se relata el recuento de todo lo gastado en la construcción del Tabernáculo, según ordenó Moshé. Se recontó todo el oro empleado, como así la plata, el cobre y demás objetos. Las mujeres de Am Israel confeccionaron las prendas con las que servirían los Cohanim, así como los vestidos sagrados para Aharón, todo de acuerdo con lo ordenado por Hashem. Se utilizaron hebras de oro, tejidos teñidos de colores celeste, púrpura y carmesí. Así dicta el versículo: Todas las mujeres cuyos corazones las impulsaron con sabiduría hilaron el pelo sobre los lomos de las cabras.[1] En realidad, las instrucciones de Hashem para el Mishkán no requerían que el pelo que se utilizaría para hilar y confeccionar las prendas para los Cohanim fuera hilado sobre los lomos de las cabras. ¿Por qué la Torá nos informa de qué manera procedieron las mujeres?
La Torá está enseñándonos una lección muy importante: cuando la persona posee un talento especial, es importante para ella recordar que Hashem la bendijo con esa aptitud para que con ella sirva a Hashem. Por tanto, dado que había mujeres que fueron bendecidas con la rara técnica de hilar sobre el lomo de la cabra, la utilizaron para el sagrado propósito de hacer un Mishkán, en el cual Hashem moraría.
Por otro lado, encontramos que el versículo de referencia dice: vinieron los hombres después de las mujeres. Los Jajamim preguntan: “¿Qué quiere enseñar la Torá con este comentario?”. Rabenu Bajyé responde así: “Las mujeres acudieron primero al llamado de Moshé Rabenu. Y cuando llegaron los hombres, las mujeres ya estaban allí. Por eso está escrito: los hombres sobre las mujeres”. Y este es un mérito muy grande de las mujeres de Am Israel, ellas tuvieron la iniciativa de actuar aún antes que los hombres.
En el pecado de la adoración del Becerro de Oro, encontramos que ellas mostraron desgana y no quisieron aportar sus joyas. Prueba de ello es lo que está escrito sobre Aharón, que indicó a los hombres que fueran a juntar oro para elaborar el becerro. Y les dijo a ellos Aharón: Quiten las joyas de oro de los oídos de vuestras esposas... y tráiganmelas”.[2] Y el siguiente versículo dice: Y se quitaron todos los (hombres) del pueblo (de Israel) las joyas de oro que tenían en sus oídos, y las trajeron a Aharón. Observemos que no está escrito que ellos trajeron las joyas de sus mujeres, sino las de ellos mismos, y eso fue porque las mujeres no quisieron aportar de sus joyas para cometer idolatría.
Cuando Hashem pidió que se censara a Am Israel, pidió que se hiciera con una media moneda. Uno de los motivos fue que no todo Am Israel pecó en la adoración del Becerro de Oro. Sólo lo hizo la mitad del pueblo: los hombres. Las mujeres no cayeron en el pecado. Por eso, si el donativo era para perdonar el pecado, sólo se necesitaba media moneda, que representaba a los hombres.[3]
Dijo Shelomó HaMélej: “Un hombre de mil he encontrado. Y una mujer, de todo éste, no he encontrado”.[4] Estas palabras pueden interpretarse así: “No se ha encontrado ni una sola mujer, de todo el Pueblo de Israel, que haya dicho al Becerro: ‘¡Este es mi dios!’, como lo hicieron los hombres”. Las mujeres no quisieron desprenderse de sus joyas para servir a un ídolo. Sin embargo, cuando Hashem, por medio de Moshé Rabenu, requirió de todos los Hijos de Israel sus donativos para construir el Óhel Moed, las mujeres fueron las primeras en hacerlo. A pesar de que su naturaleza es que no acostumbran desprenderse de sus joyas tan fácilmente, pues no valoran las joyas sólo por lo que vale materialmente, sino por lo que representan sentimentalmente para ellas. En el Pirké deRabí Eliézer figura que, a causa de este gesto, Hashem recompensó a las mujeres en este mundo y en el Venidero. En este mundo les otorgó la festividad de Rosh Jódesh. Cada primer día del mes hebreo, las mujeres acostumbran festejar (por un rato) como si fuese un Yom Tob, cosa que no hacen los hombres. Y en el Mundo Venidero, cada mujer judía resplandecerá como la luna, que se renueva todos los meses. Todo como premio a la generosidad que mostraron al aportar para la construcción del Óhel Moed, que fue inaugurado en Rosh Jódesh.[5] Si la mujer fue importante por su aportación para la construcción del Mishkán, mucho más lo es por su influencia en ese pequeño santuario que es el hogar judío.[6] ©Musarito semanal
“La bendición proviene de la mujer.”[7]
[1] Shemot 35:26.
[2] Shemot 22:2.
[3] Tanjumá, Alshij.
[4] Kohélet 7:4.
[5] Rabenu Bajyé, Al Hatorá; Hameir LeDavid.
[6] Recopilado de Hamaor.
[7] Babá Metzía 59a.
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