Perek 1, Mishná 2, continuación
Shim'ón HaTzadik [el justo] fue uno de los últimos integrantes de la Gran Asamblea. El solía decir: El mundo está basado sobre tres cosas: la Torá, el servicio divino y los actos de beneficencia.
En el fascículo anterior analizamos la primera parte de la máxima de Shim'ón HaTzadik, él comenzó mencionando el primer pilar que sostiene al mundo: sin la Torá el mundo no se mantiene.[1] Una vez que entendemos que hay un Creador al cual debemos reverenciar, podemos pasar al segundo basamento: La Abodá (el servicio al Todopoderoso). Anteriormente los Cohanim acercaban los sacrificios y llevaban a cabo el servicio; hoy día que no tenemos Bet HaMikdash, ¿Cuál es la forma de servir al Creador? ¡La Tefilá! (la plegaria).[2] La Tefilá es un estado de “encuentro entre el que reza y su Patrón”, es el apego con la Divinidad.[3] Es el estado en el que el hombre puede estar en comunión con el Todopoderoso, sentir verdaderamente Su Presencia y elevar su alma hasta los más altos niveles de la espiritualidad. La Torá nos ordena servir al Eterno con nuestros corazones,[4] esto es lo que se conoce como: Avodá SheBalev (servicio del corazón). ¿Qué clase de servicio es el que se hace con el corazón? La Tefilá.[5] El Sidur fue creado para ser no solamente el vehículo para el “servicio del corazón” sino también para ser un vehículo para el “servicio de la mente”. La Tefilá debe hacerse con concentración tanto de corazón como de mente, pues una Tefilá sin Kavaná (concentración), es comparada a un cuerpo sin alma.[6]
La plegaria requiere del entendimiento que el Eterno es tu Padre celestial. Él te ama porque tú eres Su hijo,[7] y procura siempre hacerte el bien. Cabe entonces preguntar, si Él es como un padre que sabe que la subsistencia de sus vástagos depende de él, y por lo tanto, debe alimentarlos y protegerlos sin necesidad de que estos le recen a él para obtenerlo, ¿por qué entonces debemos rogarle al Todopoderoso aun por las cosas más básicas?
Una respuesta que podemos ofrecer es, porque las oraciones son un medio para acercarse y comunicarse con Él. En realidad, Él no necesita de tus rezos; puede estar sin ellos, pero eres tú quién no puedes subsistir sin ellos. La plegaria diaria se compone de una selección de textos sagrados, extraídos de la misma Torá, de las palabras de los profetas y de los Salmos, los cuales contienen una inagotable riqueza de significado e inspiración, por decirlo de una forma, son el eco de Su palabra eterna e infinita, quiere decir, utilizas Sus propias palabras, ya que el lenguaje humano es demasiado pobre y limitado para expresar las alabanzas que el alma sublime desea proferir, recuerda que ella misma, es una chispa de la Divinidad, y este es el significado esencial de la Tefilá: la lengua es la pluma del corazón y el portón del interior…[8] La Torá es la forma en la que el Todopoderoso se comunica con nosotros y la Tefilá es el canal por el cual nosotros nos comunicamos con Él…
Cuando abras las páginas de tu Sidur, abre, al mismo tiempo, las puertas de tu corazón. ¡Llora! Suplica, prostérnate, derrama tu plegaria desde lo más profundo de tu corazón. Entona la voz más dulce que puedas; expresa todas tus emociones con detenimiento, temor y concentración. Reconoce Su Grandeza y Poder. Alábalo, santifícalo. Agradece por todo cuanto posees. Platica con Él, cuéntale tus preocupaciones, pídele salvación, Él provee, dirige y supervisa a todo lo existente, mientras más reconozcas esto, mayor será tu apego a la Divinidad. Pídele lo que necesites. Ten la seguridad de que Él te escucha…
Cierta vez, una mujer fue a la casa del Rab Yitzjak Zilvernshtein, en busca de un consejo de la Rabanit. Cuando entró a la casa, escuchó que dentro del cuarto, la Rabanit dialogaba de un tema aparentemente con otra persona, entonces se sentó a esperar, pues no deseaba molestarla. La mujer esperó hasta que ya no escuchó la voz dentro del cuarto y tocó la puerta. La Rabanit abrió y la mujer quedó impresionada al no ver a nadie más allí dentro, se dio cuenta de que ella estaba platicando directamente con el Todopoderoso...[9] Dice el Salmista: Los ojos del Eterno están sobre los justos; Sus oídos, [atentos] a su clamor.[10]
Un gran Sabio de Yerushalaim había enfermado gravemente, y los médicos no tenían un buen pronóstico. En la mañana de la crítica operación a la que debía ser sometido, el hombre entró a un Bet HaKneset en el barrio de Mea Shearim para rezar Shajarit. Al llegar al párrafo de “Vaibarej David”, repitió varias veces en medio del llanto las palabras “y Tú gobiernas sobre todo, y en Tus manos se encuentra la fuerza y el valor, y Tú puedes engrandecer y fortalecer…”, su expresión llenó a los presentes de un sentimiento de sometimiento y amor al Creador, varios de ellos relataron haber sentido escalofrío en su cuerpo. El Sabio repetía estas palabras una y otra vez, y durante no menos de media hora lloró desconsoladamente, concentrándose en que el Creador es Quien gobierna sobre absolutamente todo, y sólo en Sus manos estaba la fuerza y el valor, y la posibilidad de engrandecer, fortalecer e incluso curar.
Entonces, sucedió lo inesperado….
El hombre, repentinamente, comenzó a sentir mejoría, en pocas semanas sintió que su organismo recuperaba sus funciones, se presentó en el hospital para que le hicieran una revisión. Los médicos no podían creer lo que veían en los resultados de los exámenes, ¡La enfermedad había desaparecido por completo! Todos reconocieron que se trataba de un milagro médico, pues en forma natural no había forma alguna de curarse de la enfermedad que padecía.[11]
Dijeron nuestros Jajamim: “Una Tefilá bien dicha y con 10 personas nunca regresará vacía...”,[12] siempre será recibida y atendida y a pesar de que en ocasiones no recibas lo que anhelas, debes tener la seguridad que recibirás siempre respuesta, nunca se irá al vacío… Si tan solo supiéramos el ‘movimiento’ y el impacto que provocan nuestras Tefilot en las alturas... ¿Por qué cuando rezamos nuestros pensamientos se dispersan hacia cualquier lugar? A pesar de que todos estamos acostumbrados a hacer Tefilá, y creemos en su fuerza, debemos llevar esta convicción del intelecto al sentimiento, al corazón. Sólo quien reza con Emuná (Fé Sincera) puede esperar que su Tefilá rinda frutos, y ser salvado de cualquier dificultad.
Ojalá que todos recapacitemos sobre la importancia de la Tefilá, y la empecemos a decir con más calma y concentración. Cuando el hombre deposita toda su confianza en el Todopoderoso, y deja en Sus manos su destino, confiando en Quien todo lo tiene y todo lo puede con Su fuerza ilimitada. Cuanto mayor sea su apego, tendrá más posibilidades de que sus plegarias sean escuchadas.
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“Aquél que reza debe dirigir sus ojos hacia arriba y su corazón hacia abajo”.[13]
[1] Rabbí Obadiá de Bartenura.
[2] Ver Hoshea 14:3, Tehilim 106:6-7.
[3] Rabenu Abraham Ben HaRambam.
[4] Debarim 11:13.
[5] Taanit 2a. ver Rambam, Hiljot Tefilá 1:1.
[6] Pele Yoetz, Dibur.
[7] Debarim 14:1.
[8] Rabenu Bájie.
[9] Melajim Umanaij.
[10] Tehilim 34:16.
[11] Barejí Nafshí.
[12] Bamidbar Rabbá 2:12, ver Yalkut Shimoní, Noaj 80 1,2.
[13] Ejá 3:41.
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