Perek 1, Mishná 3

 

 

Antígonos de Sojó recibió de Shim'ón, el Justo. El solía decir: No sean como siervos que sirven al Amo con la condición de recibir recompensa, sino sean como siervos que sirven al Amo sin la condición de recibir recompensa; y que el temor del Cielo sea sobre ustedes.

 

 

 

Es muy poco lo que se conoce acerca de Antígonos de Sojó. Vivió a mediados del siglo III, en la época de la revuelta contra los griegos, quienes habían conquistado la Tierra de Israel. Yojanán, el progenitor de Matitiau, quien fuera el padre y líder de los Makabim, los valerosos hombres quienes pelearon y recuperaron el Bet Hamikdash, fue uno de sus alumnos. Antígonos fue discípulo de Shim'ón HaTzadik, recibió de él el legado ancestral de Torá Shebe'al Pé (la Torá Oral) e intervino en la cadena entre los antiguos maestros de la tradición sacerdotal, aunque él mismo no parece vinculado a la Kehuná, fue un gran sabio y uno de los maestros más antiguos de los Perushim.[1]-[2]

 

Antígonos, le dio mayor énfasis en su máxima al segundo de los tres principios que dictó Shim'ón HaTzadik en la Mishná anterior: La Abodá. Él deseó plasmar el modo y actitud que debe tomar el hombre en su servicio al Creador. Él insistía en que no se debe condicionar el servicio a cambio de recibir recompensa, sino solamente para adquirir amor y temor al Todopoderoso, sin esperar nada a cambio. Pues al hacerlo en forma condicionada, correrá el riesgo de que si no la recibe como él espera, perderá la motivación, y esto ocasionará que repudie esa Mitzvá y el Instinto Maligno se encargará de arrastrarlo a abandonar y desdeñar todas sus obligaciones ante el Creador.

 

Antígonos, aparte de esta Mishná es mencionado una vez más en el Avot de Rabbí Natán, en donde señala que él tenía dos discípulos: Tzadok y Baitós.[3] Después que escucharon la máxima que estamos tratando, salieron de su presencia e interpretaron las palabras de su maestro diciendo que no existe recompensa ni castigo por los actos del hombre; ni en éste mundo ni en el venidero, y comentaron: ¿Acaso existe ser humano que trabaje todo el día y al final de su jornada no reciba su paga? Decididos a eximirse del cumplimiento de los preceptos tradicionales y de las normas y disposiciones Rabínicas, renegaron del judaísmo y de la Torá convirtiéndose en herejes; uno formó una secta llamada los Tzadokim y el otro fundó la de los Baitosim, pensaron que al ofrecer una filosofía libre del yugo de las Leyes Toráicas, conseguirían suficientes adeptos para su rebelión, pero no lo consiguieron, además de que corrían el riesgo que al proclamar abiertamente la negación de la Torá, los haría merecedores a ser lapidados. Entonces no les quedó alternativa que mostrar que estaban de acuerdo en la autenticidad de la Torá escrita, es decir en los cinco libros de Moshé, pero negaron las exegesis de los Perushim (los sabios de bendita memoria), argumentando que no eran genuinos, y que sus interpretaciones eran un invento de ellos mismos, pues si el Creador hubiese querido entregar estas leyes, las hubiera incluido también por escrito en la Torá.

 

La verdadera intención de Tzadok y Baitós era poder liberarse del yugo de los preceptos, las ordenanzas y los decretos de Nuestros Sabios, y también poder interpretar y adaptar la Torá escrita como les conviniera, consiguiendo de este modo adaptar los preceptos a su gusto y necesidades, permitiéndose lo que se les antojaba y prohibiendo lo que ellos querían prohibir. Estas sectas inyectaron el veneno de la duda a los menos versados y comenzaron a difundir su doctrina por las distintas tierras. Más adelante fueron conocidos también como los karraim (caraítas), es decir: los que reconocen al Tanaj como única autoridad para fines de la Halajá, sin hacerle caso a las palabras de Nuestros Sabios. Pero vemos que, en la práctica, tampoco hacen caso de lo que dice la Torá, y sólo hacen tropezar a la gente, por esto nos advierte el Todopoderoso: Conforme a la Torá que te enseñan [los sabios] y las leyes que te dijeran harás, no te apartarás de las palabras que te encomienden, ni a la derecha ni a la izquierda.[4]-[5]

 

El Arón HaKodesh (Arca Sagrada), después de que fuera devuelta por los pelishtim, quienes la habían capturado en la generación de Elí.[6] Permaneció veinte años resguardado en Kriat Yearim, en casa de Avinadab. David HaMélej, quien había conquistado Yerushalayim decidió transportar el Arón hacia allá para que residiera en el lugar donde se establecería el Beth HaMikdash. Pensó que sería apropiado que una gran procesión de gente acompañara en su ruta al Arón, y que fuera transportado en la misma carreta en la que fue devuelta por los pelishtim. El glorioso día llegó, David acompañado por veinte mil elegidos y recientemente ungidos, y una inmensa multitud de judíos marcharon delante del carro que era tirado por bueyes. David había ordenado que Ajió, el hijo de Avinadab escoltara por delante la carreta, y su hermano Uzá, caminaba al costado para asegurarse que la carreta se trasladara seguramente por el camino. súbitamente los bueyes tropezaron y Uzá, preocupado que el Arca cayera al suelo, extendió su mano para sostener el Arón y murió instantáneamente.[7]

 

¿Por qué mereció Uzá semejante castigo? El no se fijó que el problema que se estaba suscitando no provenía del Arca, la cual, sin requerir de la asistencia humana, se mantenía por sí misma flotando en el aire. Uzá debió reparar que el problema estribaba en los animales que tiraban de la carreta, habían resbalado y tropezado. Él tenía que haber corrido para mantenerlos firmes y así corregir el rumbo, y con esta acción el carro se habría estabilizado. De aquí podemos extraer una significativa enseñanza: A través de la historia de nuestro pueblo han surgido líderes que buscan “poner sus manos” sobre lo que es sagrado, argumentando que por medio de sus “inteligentes” soluciones van a acercar a una mayor cantidad de personas al servicio del Creador. Algunos grupos han decidido por ejemplo ir en coche en Shabbat a la sinagoga… han aceptado la mezcla de géneros en las sinagogas y cosas parecidas con el afán de atraer a la gente…. ¿Quién les dio permiso de sacrificar los estatutos de la Torá? ¡La Torá es inamovible! Nuestra misión es mantenerla íntegra, tal y como la recibimos del Creador en el Sinaí. ¡Nosotros debemos adaptarnos a ella y no lo contrario…!

 

Las aparentes comodidades, y las “soluciones” para hacer más atractivo al judaísmo, nunca funcionaron, la prueba es que de todos aquellos que lo han intentado, no queda ni de ellos ni de sus descendientes recuerdo alguno, ya que desposaron mujeres gentiles y se asimilaron totalmente perdiendo incluso su identidad judía. Uzá apoyó sus manos sobre el Arca sin reparar que el problema provenía de quienes lo transportaban…[8] Podemos extraer de la enseñanza de Antígonos de Sojó lo siguiente: pon atención en quien tomas como guía y como modelo a seguir, fíjate en las intenciones e ideales que guarda en su ser. Fíjate que su servicio al Creador sea fiel, íntegro y escrupuloso, que anteponga el temor de traspasar alguno de los preceptos de la Torá o de los dictámenes de los Jajamim y entonces podrás andar por la vida seguro que vas a llegar a donde el Creador espera de ti: Y ahora, (pueblo de) Israel: Escucha a las Leyes y a las Justicias que yo les enseño a ustedes hoy, para que vivan y lleguen a la tierra que el Eterno, el D-os de vuestros padres les da a ustedes. No aumenten sobre la cosa que yo les encomiendo, y no disminuyan de ella, (sino que deben) cuidar a las Mitzvot del Eterno que yo encomiendo a ustedes.[9]    ©Musarito semanal

 

 

 

“La justicia guarda al que anda por el camino recto, pero la maldad derriba al pecador”.[10]

 

 

 

 

 

 

[1] Perushim o Fariseos (separados); les llamaban así en la época del segundo Bet HaMikdash, porque se dedicaban a seguir las enseñanzas de la Torá y de los Jajamim en la forma en la que se había recibido de Moshé en Sinaí. Los Tzedokím buscaban siempre ir en contra de su comportamiento e ideología.

 

[2] Séder HaDorot, Elef Harebi'í.

 

[3] Avot de Rabí Natán 5:2.

 

[4] Debarim 17:11.

 

[5] Rab Yehudá Levi, basado en el comentario del Rambam.

 

[6] Shemuel I 5:1.

 

[7] Shmuel II, 6:1-9.

 

[8] Rab Kuk.

 

[9] Debarim 4:1-2.

 

[10] Mishlé 13:6.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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