Perek 1, Mishná 4
Yosé ben Yo'ezer de Tzeredá y Yosé ben Yojanán de Yerushalayim, recibieron la tradición de ellos [los mencionados anteriormente]. Yosé ben Yo'ezer de Tzeredá dijo: “Sea tu casa un lugar de reunión para eruditos; siéntate a sus pies en el polvo y bebe sus palabras con sed.
Después de Moshé, el gran legislador, la conducción de la nación judía quedó en manos de Yehoshúa bin Nun, él enseñó Torá a los setenta ancianos, quienes son mencionados en el Tanaj como “Los jueces”, ellos traspasaron sus conocimientos a los profetas. Los jueces fueron siempre los que gobernaban al pueblo, hasta que en tiempos del profeta Shemuel, les fuera autorizado nombrar un rey que les gobernara. Los profetas transmitían al pueblo las advertencias y premoniciones, auguraron el destino de Israel y fue en el periodo del rey Rejabám, hijo de Shelomó, que la nación quedó dividida y en consecuencia, la fuerza que los distinguía hasta entonces fue debilitada y los hijos de Israel quedaron a merced de Nebuzaradán de Babel, quien tras conquistar Yerushalayim, destruyó el primer Bet HaMikdash y llevó cautivos a los pocos sobrevivientes de la cruda y épica conquista.
Setenta años después, Ezrá, junto con los 120 integrantes de la Gran Asamblea, retornan del exilio de Babel y arriban a Yerushalayim, se reconstruye el segundo Bet HaMikdash y los sabios de la Gran Asamblea, restituyen las tradiciones y costumbres del pueblo hebreo, devolviendo el brillo a la corona Divina.[1] Shim'ón HaTzadik, sirvió en el Templo y lideró a la nación por cuarenta años. Fue el último integrante de la Gran Asamblea y tras su deceso, se cierra el periodo de los Fariseos, mientras que los griegos dominan sobre Israel. Entonces da comienzo la etapa del Sanhedrín (La suprema corte), eran los únicos que podían juzgar al rey, ampliar los límites del Templo y de Yerushalayim, y eran los que resolvían toda pregunta relacionada con la interpretación de la Ley).
Hasta Shim'ón HaTzadik, el liderazgo espiritual y la legislación estaba en manos del Cohén Gadol, sin embargo, los judíos que se dejaron llevar por la influencia y dominio griego, apoyaron al gobierno y tomaron control sobre la institución del Sumo Sacerdote, y aprovecharon para nombrar para la delicada función a sus simpatizantes, los cuales no contaban con la preparación ni con el temor Divino para desempeñar dicho puesto. Esto llevó a los líderes religiosos a elegir un Nasí (dirigente) y confirieron la jurisprudencia al Gran Sanedrín, conocido también como: Bet Din HaGadol, el cual era el tribunal mayor, donde se podía juzgar al rey. Ampliar los territorios del Templo y de Yerushalayim. Resolver juicios penales. Y también disipar toda duda relacionada con la interpretación de la Ley. Entonces, el Cohén Gadol pasó de ser la máxima autoridad legal y espiritual a una figura que encabezaba los servicios del Templo, pero estaba subordinado al Gran Sanedrín.
En esa época comienza el periodo conocido como la etapa de los Zugot, cinco “pares” de Sabios que recibieron la Torá Oral de sus maestros y funcionaron como guías en la interpretación de la Ley en su generación. Uno era el Nasí (presidente) del Sanhedrín, y el otro el (Av Bet Din), jefe de la corte. Los cinco pares fueron: Yosé ben Yo'ezer y Yosé ben Yojanán. Yehoshu'a ben Perajiá y Nittai de Arbelá. Yehudá ben Tabbai y Shim'ón ben Shatáj. Shemaayá y Abtalión. Hilel y Shamay; en las siguientes Mishnayot analizaremos las máximas de cada uno de ellos.
Uno de los alumnos predilectos de Antígonos de Sojo fue Yosé ben Yoezer de Seredá. Descendiente de la dinastía de Cohanim; perteneció al partido de los Jasidim y fue un férreo adversario del helenismo. Promulgó decretos para evitar que los Yehudim se asentaran más allá del territorio de Yehudá,[2] declarando a todos los países paganos como impuros.[3] También determinó como impuros a los utensilios de vidrio fabricados por artesanos paganos, ya que también fabricaban ídolos con ese material.[4] Era especialista en temas de pureza e impureza y fue nominado como Jasid Shebekehuná.[5]
Yosé ben Yoezer ocupó el puesto de Nasí (presidente) del Sanhedrín, mientras que Yosé ben Yojanán desempeñaba el puesto de (Av Bet Din) jefe de la corte.[6] Ambos Sabios fueron nombrados como Anshé Eshkolot (hombres completos), siendo que portaban todas las buenas virtudes y dignos de recibir las enseñanzas de Moshé, fueron designados para transmitir la tradición a sus alumnos; dice en el Talmud que desde la época de Moshé hasta el fallecimiento de Yosé ben Yoezer los “racimos” se mantuvieron lozanos, y después de su partida se marchitaron.[7] La primera controversia legal mencionada en el Talmud fue la de Yosé ben Yoezer y su colega Yosé ben Yojanán. Surgió sobre la cuestión de si el apoyo de las manos del penitente sobre la cabeza del Korbán (animal que va a ser sacrificado) está permitida durante los días festivos.[8] Yosé ben Yoezer fue asesinado por el griego Alkimus, quien decía ser su sobrino, mientras servía como Cohén Gadol.
Los Tanaim de esta Mishná fijaron su atención en tres puntos: Que tu hogar sea un lugar de reunión para eruditos. Que te sientes a sus pies y que bebas sus palabras con sed. La correcta observación de la Ley, es importante y fundamental en la vida de un Yehudí para transformar su esencia y carácter en algo hermoso y divino: Árbol de vida para los que se aferran de ella.[9] Todos debemos ser parte de ese floreciente árbol (la Torá), bebiendo con sed su “savia” fresca y vital y por medio de ella glorificar al Hacedor con el pensamiento, palabra y acción.
Sea tu casa un lugar de reunión para eruditos… Haz que tu casa se convierta en un lugar de encuentro para los sabios como lo son la sinagoga y la casa de estudios,[10] y no temas ni por el trabajo que tendrán tus familiares en los preparativos para la reunión de los Sabios, ni te preocupes por los gastos que ocasionarán los huéspedes, porque mucho más grande será la recompensa por facilitar a otros el estudio de la Torá, además que no solamente tú obtendrás el beneficio, sino también los miembros de tu casa, al ver su comportamiento, aprenderán de ellos buenas Midot (cualidades) ya que ese es principalmente el objetivo de la sabiduría.
Apégate al polvo de sus pies, la existencia misma del polvo de la tierra se debe al estudio de la Torá y las Mitzvot que cumplen las personas que viven en ella. Porque toda la Creación [incluyendo el polvo de la tierra] fue creada únicamente por el mérito de la Torá;[11] fíjate cómo ellos se comportan, e incluso a las cosas que ellos puedan llegar a pisotear mediante sus talones (despreciar), debemos apegarnos, pues ellos ya analizaron y adquirieron el comportamiento optimo que la Torá exige.
Y bebe con sed sus palabras, es decir, en todo momento tenemos que sentirnos “sedientos de Torá” como una persona que no ha bebido durante mucho tiempo, toma con avidez el vital líquido, así debemos sentirnos con respecto a la Torá. Al estudiar más, la buscaremos con avidez,[12] como los peces viven en el agua, cuando comienza a lloviznar suben a la superficie y abren sus bocas como si nunca hubiesen probado una gota de agua; así debemos sentirnos cuando escuchemos cualquier palabra que emana de la Torá, como si nunca la hubiésemos escuchado...©Musarito semanal
“La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino el hecho de negarse a adquirirlo”.
[[1] T. Yerushalmí, Berajot 7.
[2] Región montañosa ubicada al sur de Yerushalayim.
[3] Shabbat 46a.
[4] T. Yerushalmi, Ketubot 50b.
[5] Jaguigá 18b.
[6] Jaguigá 16a.
[7] Sotá 47b.
[8] Jaguigá 2b.
[9] Mishlé 3:18.
[10] Rambam
[11] Bereshit Rabá 1:4.
[12] Ruaj Jaim, Rabí Jaim de Volozin.
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