Perek 1, Mishná 4, continuación…

 

 

Yosé ben Yo'ezer de Tzeredá y Yosé ben Yojanán de Yerushalayim, recibieron la tradición de ellos [los mencionados anteriormente]. Yosé ben Yo'ezer de Tzeredá dijo: “Sea tu casa un lugar de reunión para eruditos; siéntate a sus pies en el polvo y bebe sus palabras con sed.

 

 

Los Jajamim sostienen que, si los Sabios deciden reunirse en tu casa para deliberar, que esté siempre presta para tal ocasión y que los miembros de tu casa estén acostumbrados a decir: “que nuestra casa sea un lugar de reunión de Jajamim”. Pues es imposible que, al estar al lado de ellos no aprendan algunas palabras de sabiduría.[1] Esto se asemeja a aquel que entra en una perfumería, aunque no compre nada, sólo por el hecho de haber permanecido poco tiempo allí dentro, su cuerpo y sus ropas absorberán el aroma perfumado, y los llevará a donde quiera que vaya. Todo aquél que busca saciar la sed de espiritualidad que sufre su alma, debe acercarse a los Sabios; ellos predican con su propio ejemplo, considéralos una fuente de inspiración; cualquiera que desee dar santidad a su vida tiene que apegarse a algo sagrado a fin de “absorber” de ella pureza y convertirse en algo sagrado. Pero para obtener impureza, es suficiente acercarse a ella para convertirse en algo igual…[2]

 

 Encontramos en en libro de los profetas un comentario alusivo a este concepto: Habían transcurrido casi setenta años de la destrucción del primer Bet HaMikdash, el Eterno envía al Profeta Jagay para constatar si los Cohanim conocían las leyes de pureza e impureza, a fin de que pudieran servir eficientemente en el segundo Beth HaMikdash que estaba a punto de construirse: preguntó Jagay el profeta a los Cohanim: “Un hombre carga con sumo cuidado una carne que se impurificó en forma accidental. En el camino, decide cambiar la carga a la otra mano y en el movimiento, la carne impura toca la esquina de su vestimenta, y ésta toca accidentalmente un pan, y éste a un guiso, y éste a vino o aceite, o a cualquier alimento, ¿acaso, todos los alimentos mencionados son calificados como impuros?”. Respondieron los Cohanim: “Por supuesto que no.” Entonces, preguntó Jagay: “Si una persona que se encuentra impura por haber tocado a un muerto y tiene contacto con cualquiera de los alimentos mencionados antes, ¿acaso quedarían apartados por ser impuros?”. Respondieron al unísono los Cohanim: “Es impuro”.[3]

 

Yosé ben Yoézer dijo: Que tu casa sea un lugar de reunión de Jajamim; apégate al polvo de sus pies y bebe sedientamente cada una de sus palabras. Esto quiere decir que, para apegarte a un Sabio de la Torá y “absorber” todas sus enseñanzas, tienes incluso que “ensuciarte” con el polvo de sus pies para conseguirlo. Por otro lado, aquel que busca conseguir impureza es suficiente pasar al lado de lo que es impuro. Dada la importancia de este mensaje es que el rey David decide comenzar el libro del Tehilim  diciendo: Bienaventurado el hombre que no siguió el consejo de los malvados, en la senda de los pecadores no se paró y en la reunión de los burlones no se sentó.[4] Todo aquel que se para en una reunión de burlones, terminará aprendiendo a ser como ellos; es tan asequible caer en la tentación, como el simple hecho de detenerse a mirarlos. Y es que la persona, por naturaleza, se relaciona con la sociedad y recibe, quiera o no, las influencias externas. La persona se deja arrastrar en sus pensamientos y actos por sus compañeros y amigos, y se comporta como la gente de su ciudad,[5] y por lo tanto, si no desea tropezar, debe mantener una sana y prudente distancia de los perversos que caminan por la oscuridad.

 

Ahora podemos comprender mejor lo que indica el Taná de la Mishná: Que tu casa sea un lugar de reunión de Jajamim, apégate a ellos, siéntate con ellos y aprende de sus actos, como dice el Talmud: Es mayor el servicio a los Jajamim que el propio estudio, porque así verás con tus propios ojos y escucharás cuál es el camino correcto, pues aún si la persona viviese miles de años, no podrá estudiar todos los libros para conocer lo que el Creador pide de el.[6] Dice el versículo: Si cuidaras las Mitzvot y andares en Sus caminos.[7] Se nos encomendó unirnos y aferrarnos a los Sabios de la Torá para que aprendamos de ellos y nos inculquen los verdaderos conceptos que se encuentran plasmados en la Torá,[8] y esto es lo que significa: siéntate a sus pies en el polvo y bebe sus palabras con sed.

 

Cierta vez, el Rab Eliyahu Lopián fue de visita a la famosa Yeshivá Tiféret Tzví, donde el Rab Shalom Shwadron oficiaba como Mashguíaj (supervisor) espiritual durante varios años. Los alumnos sabían desde algunos días antes de la visita del gran sabio del Musar y no querían perderse de ningún detalle de lo que hiciera o dijera la honorable visita. Rabí Eliyahu disertó con los jóvenes alumnos en varios temas sobre ética (Musar) y temor al Cielo (Yirat Shamaim) durante todo ese día. Al término de la Tefilá de Arbit, se dispuso el Rab a retirarse del salón siendo acompañado por el Mashguíaj y sus alumnos; todos lo escoltaban con gran admiración y honor.

 

De repente, algo extraño ocurrió, una escena que quedó grabada en el corazón de todos los que se encontraban allí presentes. Sorpresivamente Rab Shalom Shwadron se prosternó por un breve momento sobre el piso del Hejal, donde había disertado Rab Eliyahu. Los jóvenes se miraban unos a otros asombrados, con una mirada que exigía una explicación al respecto. Al ponerse de pie, acompañó Rab Shalom a Rab Eliyahu en dirección a la salida. Cuando se despidieron del Rab Eliyahu Lopian, Rab Shwadron se dio cuenta del gran interrogante que inquietaba y se notaba en el rostro de los alumnos; sabía que necesitaban una explicación, y entonces les dijo: “Sé que están preguntándose el porqué de mi actitud y voy a explicarles: ¡quise cumplir explícitamente con lo que dice la Mishná!: Cúbrete con el polvo de sus pies…

 

Cuando el hombre se esfuerza con el fin de que su casa sea un lugar de reunión para los Talmidé Jajamim, tendrá un gran beneficio ya que, gracias a esto, tendrá la oportunidad que su hogar esté impregnado de las palabras de Torá y sabiduría, mismas que podrán adquirir todos los que habitan en ella. Procura que en tu hogar prevalezca una atmósfera espiritual y que todos en tu casa valoren, aprecien y busquen la Torá, como aquel sediento que no ha bebido el líquido vital en días y su vida depende de ello…[9] Solamente aquel que está sediento, tiene placer y ansía tomarla. Debemos apegarnos a los Jajamim y no vacilar en ir detrás de sus enseñanzas, como el que camina por un sendero y levanta polvo con el paso de sus pisadas, y quien va detrás de él, se impregna de aquella tierra. ©Musarito semanal

 

 

 

“La sabiduría no llega a la persona de una sola vez, ni por sí sola, sino después de ansiarla, esforzarse y molestarse por ella”.[10]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Rabbí Obadiá de Bartenura.

 

[2] Malbim.

 

[3] Jagay 2:10-13.

 

[4] Tehilim 1:1.

 

[5] Rambam en Halajot Deot, captulo 6.

 

[6] Berajot 7b.

 

[7] Debarim 28:9.

 

[8] Rambam, cap 1, De'ot. Séfer Hajinuj, Mitzvá 434.

 

[9] Rabbí Obadiá de Bartenura.

 

[10] Rabí Yehudá de Barcelona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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