Perek 1, Mishná 5 continuación…

 

 

Yosé ben Yojanán, hombre de Yerushalayim dijo: Que tu casa esté ampliamente abierta, que los pobres sean miembros de tu casa y no te excedas en conversación con la mujer. Esto fue dicho aún respecto de la propia esposa; con cuanta más razón se aplica entonces, a la esposa del prójimo. En base a esto dijeron los sabios: Todo el que aumenta conversación con la mujer, se ocasiona un mal a sí mismo, anula el estudio de la Torá y finalmente hereda el Guehinóm [pena en el purgatorio].

 

 

La Mishná indica el no exceder la plática con una mujer. Podemos entender que se debe mantener una prudente distancia de las tentaciones que pueden resultar en promiscuidad. Pero conversar con la propia esposa, ¿cuál es el problema?

 

En el idioma de la Torá el matrimonio es denominado como Kidushín (santificación), esto significa que, cuando una pareja se casa de acuerdo con la ley judía, la Presencia Divina se posa sobre ellos, y esto los coloca en los más altos grados de santidad. Esta unión constituye la base del mundo y se asocian con el Creador para perpetuar la humanidad, y asegurar la continuación de la Torá. La Mishná que estamos analizando no condena el buen dialogo entre cónyuges ¡al contrario! Lo promueve, pues esto es fundamental para lograr un buen matrimonio. El Talmud señala: El hogar de un hombre, es su esposa.[1] También encontramos escrito: Si tu esposa es más baja que tú, inclínate hacia ella.[2] Esta máxima indica que el hombre debe mantener un dialogo abierto con su esposa y escuchar su consejo.[3] Entonces, ¿a qué se refiere la Mishná? El Taná no está en contra de que exista una buena comunicación entre cónyuges, condena la charla ociosa, la que no tiene sentido; la pareja debe mantener un sano y cálido intercambio de ideas, solamente que el tiempo que se invierta en ello debe ser de calidad, escuchando y charlando todo lo que cada uno necesite, y dejar tiempo para el estudio de la Torá y el cumplimiento de las Mitzvot. En el Juicio final le exigirán cuentas a cada persona sobre cada palabra, pues el Creador conoce los pensamientos y sabe lo que va a decir cada uno, aunque piense que nadie lo está escuchando.[4] El hombre tendrá que rendir cuentas en un futuro, incluso por una conversación insignificante entre él y su mujer.[5] ¿¡Cuánto más y más tendríamos que decir sobre un hombre que aumenta conversación con otras mujeres, y ni hablar sobre la mujer del prójimo…!?

 

Los Sabios cuentan que Rabbí Yosí Haglilí estaba en camino a Lud, y se encontró con Bruria, la esposa de Rabí Meir, a quien le preguntó: “¿Por qué camino voy para llegar a dicha ciudad?”. Bruria le respondió reprobándole: ¿Acaso no sabes que los Sabios te han advertido de no aumentar la conversación con una mujer?”. Debiste haber preguntado concisamente: “¿Dónde es Lud?”.[6]

 

Rabbí Yosí Haglilí no era un hombre simple, era uno de los grandes Tanaim. ¿Acaso podríamos sospechar que un hombre de su talla, sólo porque agregó un par de palabras, podría tener malos pensamientos? ¿Por qué fue entonces reprochado por la esposa de Rabbí Meir? El Talmud testifica que Bruria era una mujer muy sabia, cuando los sabios no sabían alguna Halajá (Ley), le preguntaban a ella...[7]

 

Ella le quiso dar a entender que, en lugar de utilizar sus valiosas palabras en el estudio de la Torá, estaba desperdiciando su preciado tiempo, y tenía que ocuparse de las sagradas escrituras aun mientras se desplazaba de un lugar a otro, como está escrito: …y hablarás de ellas… mientras estás en el camino….[8] Podemos estar seguros de que Rabbí Yosi Haglili no se distraía ni un momento de su estudio, y que este versículo era parte de su existencia: Cuanto amé Tu Torá; todo el día ella es mi conversación,[9] pero al aumentar unas palabras para preguntar por qué camino ir a Lud, interrumpió su estudio, debió haber acortado su expresión, continuando de inmediato con lo que le ocupaba entonces. Esto es lo que Bruria le reprochó, el desperdiciar el tiempo que podría haber consagrarlo al estudio... y esto es lo que advierte Yosé ben Yojanán en la Mishná: Todo el que aumenta conversación con la mujer, se ocasiona un mal a sí mismo, [porque] anula el estudio de la Torá y finalmente hereda el Guehinóm [pena en el purgatorio].

 

El ser tan mesurado en el uso del tiempo podría parecernos una actitud extremada, lo vemos de esta forma porque desconocemos el valor que tiene cada palabra, cada instante que dedicamos al estudio de la Torá, pero para un gigante como Rabbí Yosi Haglili, era inverosímil el desperdiciar un segundo en cosas sin valor. La enseñanza que extraemos de esta Mishná es que, debemos aprovechar cada día, cada instante que tengamos, no dejemos escapar de nuestras manos la posibilidad de estudiar y entender la Torá, un día sin estudio de Torá, es un día que se arrancó de nuestro calendario, como si no hubiera existido, en cambio, un día de estudio, se graba con letras de oro, en el libro de la vida eterna.

 

Además, debemos llevarnos la enseñanza que, la Torá es muy exigente y clara en establecer salvaguardias contra la inmoralidad. Existe gente que se engaña a si misma y dice: ¿qué tiene de impúdico charlar con una mujer? ¿acaso a las palabras no se las lleva el viento? ¡Los que quieren prohibirlo es porque tienen una mente escabrosa! Aquellos que se expresan así, no se están percatando que han caído en una de las más poderosas trampas que tiene el Instinto Maligno: comienza con algo aparentemente insignificante, o inclusive lo disfraza de Mitzvá, y así lo atrapa en sus ardides, una vez enredado, lo hace sucumbir ante los pecados más terribles. Los Jajamim lo comparan con los cazadores de aves, ellos colocan en sus trampas porciones de alimentos para ellas. Estos hombres no tienen la mínima intención de alimentarlas, su único objetivo es hacerlas entrar a la red, para después hacer lo que deseen con ellas.

 

Los impulsos del cuerpo son instintivos, constantemente tientan al hombre, y en general no piensa en las consecuencias futuras. Todo tiempo que no se trabaja para romper esas pasiones y voluntades, seguirá siendo víctima de sus impulsos implacables. Por eso nuestros Sabios dijeron que, los burlones, los mentirosos, los aduladores y los que hablan lashón hará no pueden recibir la Presencia Divina. Porque en estos grupos, sus conversaciones anulan todos los pensamientos de temor al Cielo y constituyen un peligro espiritual del cual debe alejarse todo el que se preocupa por su alma.[10] Todo aquel que aumenta conversación con una mujer y piensa que no tiene nada de malo, es el símbolo de una mente ociosa. La única forma de mantener pensamientos limpios es creando una barda protectora, evitando situaciones tentadoras. Para lograrlo, se debe mantener la mente ocupada completamente con santidad. Cuando los pensamientos del hombre están inmersos en el estudio y entendimiento de la Torá, su mente se va a mantener alejada de toda tentación y en consecuencia se va a mantener al margen de las cosas prohibida por el Creador… ©Musarito semanal

 

 

 

“He creado el Instinto Maligno. Y también he creado su antídoto, que es la Torá”.[11]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Shabbat 118b.

 

[2] Babá Metziá 59a.

 

[3] Ver Bereshit 21:12.

 

[4] Ver Amós 4:13.

 

[5] Jaguigá 5b.

 

[6] Erubín 53b.

 

[7] Pesajim 62b.

 

[8] Debarim 6,7.

 

[9] Tehilim 119:97.

 

[10] Sotá 42a.

 

[11] Kidushín 30b.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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