Perek 1, Mishná 7 continuación…

 

 

Nitay de Arbela dijo: Aléjate de un mal vecino no fraternices con un hombre malvado y no abandones la creencia en la [Divina] retribución

 

 

En el comentario anterior, analizamos las lamentables consecuencias que derivan de relacionarse con un hombre malvado. Y aunque en ocasiones veas que a los inicuos les va bien, por ejemplo: tienes un vecino que engaña a la gente, y aun así goza de buena salud y buena fortuna, la paz y el bienestar lo persiguen, disfruta de la compañía de su esposa e hijos, la gente lo alaba y le da honores… y esto te tienta a imitar su proceder... Nitay de Arbela te advierte: distánciate de él, y no porque veas que la vida le sonríe en este momento, abandones la creencia en la [Divina] retribución; es decir, sabe que, tarde o temprano recibirá lo que se merece, pues está escrito: súbitamente llegará su desgracia,[1] y no imites su conducta, pues si lo haces, el día que su “pared caiga” la tuya también yacerá en el suelo.[2]

 

Y esto no aplica solamente con tu vecino de puerta; en el mundo podrás encontrar sufrimiento y crueldad, observas que hay gente malvada a la que le va muy bien y por otro lado conocerás justos que sufren y pasan pruebas difíciles… si nos basamos en la lógica humana, constantemente veremos situaciones que generarán preguntas sobre la conducta del Todopoderoso, y no entendemos por qué hace lo que hace. La pregunta de ¿por qué al malvado le va bien y al justo le va mal? la han hecho en todas las generaciones: Yermiyá el profeta preguntó: ¿Por qué prospera el camino de los malvados?[3] Moshé Rabenu, quien logró el más alto estado profético, se atrevió a preguntar al Todopoderoso: “Y ahora, si hallé gracia ante Tus Ojos, hazme saber Tus caminos...[4]  Entonces el Eterno le ordenó: …sube hacia Mí, en la montaña…[5] y te lo voy a mostrar, y esto fue lo que presencio:

 

Un hombre llegó a un manantial a beber de sus aguas. Al agacharse, no se percató que se le cayó su bolso de dinero; una vez que terminó de saciar su sed, se retiró sin reparar en la pérdida. Después, llegó otro hombre, halló el dinero y se lo llevó. Cuando el primero regresó al manantial a buscar su bolsa encontró allí a un tercer individuo, a quien acusó: “¡Robaste mi dinero, regrésamelo ahora mismo!”. El otro le respondió: “No se de qué me hablas, yo no tomé nada”. En su enojo, el primero sacó un puñal y asesinó al último…

 

Moshé, sorprendió de lo que presenció, dijo: “Ahora entiendo menos, roban y asesinan a personas inocentes y otros salen ganando de la situación…”, por favor hazme entender Tus caminos”. El Creador le respondió. Lo que viste es exacto y no existe iniquidad en mi juicio. El primer hombre que viste le había robado el bolso al segundo, el hombre que se lo tomó estaba recuperando el dinero que le pertenecía. Por otra parte, el que murió, había matado al padre del ahora asesino, siendo el homicida el vengador de la sangre de su padre.[6]

 

Dijo el más sabio de los hombres: Y observé toda la obra del Creador, ya que no podrá el hombre entender la acción que se hace bajo el sol; por más que se afane el hombre por buscar, no podrá hallarlo, y también si dice el sabio saber, no podrá saberlo.[7] La inteligencia humana es incapaz de comprender cómo encajan todas las piezas del rompecabezas Divino; Él Eterno observa en un instante el pensamiento e intenciones de cada ser; desde que el mundo fue creado, el momento actual y también todo lo que ocurrirá hasta el final de los días, y desde esta posición deriva la infinidad de situaciones que acontecen en el universo entero: la combinación de triunfos y fracasos, alegrías y tristezas, dichas y tragedias, todo al final cuadra en un armonioso, preciso y ecuánime cuadro del curso del advenir de todas las generaciones.

 

dijo David Hamélej: Los decretos del Eterno son verdad, son justos en conjunto,[8] Esto nos enseña que para poder comprobar que los actos del Creador son justos, hace falta ver la relación de cada hecho con el otro y también los actores que participan, si pudiéramos tener el panorama completo, quizás entenderíamos un poco. Sin embargo, carecemos de esta visión y por tanto nos resulta imposible entender los cálculos del Todopoderoso, pues no podemos saber si la situación surgió del pasado o tiene que ver con el presente o fue enviada como prevención para un futuro.

 

Visto desde este punto, los justos nunca deben desesperar por la recompensa de sus buenas acciones, y aunque pudiera estar pasando por algun escenario adverso, debe mantener la calma, la cordura y el convencimiento pleno de que todo lo que sucede es para su propio bienestar. Está escrito: ¡La Roca! Perfecta es Su obra, pues todos Sus caminos son justicia; fuente de fe, sin iniquidad, recto y justo es Él.[9] Aunque el pago demore, o incluso si ve que a los malvados les va bien, no debe extrañarle, probablemente están recibiendo retribución por las contadas buenas obras que pudieran realizar. Solamente aquel que posee la noción que el Creador se conduce con Suprema y Absoluta bondad porque es esencialmente Bueno y de Él sólo emana Bondad; Él conoce lo que es bueno para el destino de cada uno y bajo este criterio decide la situación particular de cada ser, su disposición ante cualquier escenario será como la de aquel bebé en el regazo de su madre, ¿Acaso él se pregunta por qué su madre lo mueve de un lado a otro, o por qué después de alimentarlo le da palmadas en su espalda? ¡Ni siquiera se le ocurre preguntar! Él confía en los brazos protectores de su madre. Así debe ser la postura de una persona que posee fe en el Creador; no duda y ni siquiera pregunta acerca de lo que pudiera devenir… El hombre de fe no tiene preguntas, quien no la tiene, no encontrará respuesta a sus preguntas.[10]

 

Las situaciones de bonanza o de apremio, son solamente herramientas que el Todopoderoso pone en manos del hombre para que pueda concretar su misión en el mundo, independientemente si se trata de un hombre justo o lo contrario.

 

Relató un conocido Rabino que cuando era niño, estaba jugando con un grupo de amiguitos a trepar por una escalera. Los niños intentaban llegar hasta el último peldaño, unos se quedaron a la mitad, otros lograron subir un poco más… cuando llegó su turno, subió y subió hasta que alcanzó el objetivo. Cuenta que, al bajar, encontró a su abuelo quien había salido a tomar aire fresco, lo abrazó y le preguntó: “Dime por favor ¿cómo lograste llegar a donde los demás no se atrevieron? ¿Qué fue lo que hiciste para vencer el miedo?”. Él le respondió: “Porque cuando ellos subían, lo hacían mirando hacia abajo; con sólo mirar lo alto que estaban, se asustaban y desistían de seguir adelante. Cuando me llegó el turno, decidí mirar solamente hacia arriba, sin pensar lo que habían hecho los otros, me concentré solamente en la meta, y así fue que conseguí el triunfo”.  ©Musarito semanal

 

 

 

“En todos tus caminos ten presente a Dios, y Él dirigirá tus pasos”.[11]

 

 

 

 

 

 

[1] Mishlé 6:15.

 

[2] Rabbí Obadiyá de Bartenura.

 

[3] Yermiyá 12:1.

 

[4] Shemot 33:13.

 

[5] Debarim 10:1.

 

[6] Midrash citado por el Daat Zekenim de los Tosafot.

 

[7] Kohélet 8:17

 

[8] Tehilim 19:10.

 

[9] Debarim 32:4.

 

[10] HaGaón Rab Eliézer Menajem Shaj.

 

[11] Mishlé 3:6.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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