Perek 2, Mishná 1, continuación…

 

 

Rabbí dijo: ¿Cuál es el sendero recto que debería elegir el hombre? El que brinda prestigio a quien lo transita y lo honra ante la gente. Sé tan cuidadoso con un Mandamiento [aparentemente] menos importante como uno importante, pues no conoces la recompensa por observarlas. Evalúa la pérdida que ocasiona el cumplimiento de una Mitzvá comparada con su recompensa, y el beneficio obtenido por un pecado comparado con el perjuicio que ocasiona. Reflexiona acerca de tres cosas y no caerás en las garras del pecado: Sabe que encima de ti hay un ojo que ve, un oído que oye y un libro en el que se registran todos tus actos.

 

 

 

Analicemos el lenguaje utilizado en la Mishná: Evalúa la pérdida que ocasiona el cumplimiento de una Mitzvá, comparada con la recompensa que recibirás en este mundo o en el Mundo Venidero. Si la Mishná ya advirtió que nadie conoce la recompensa por observarlas, entonces, ¿Cómo nos pide evaluarlas? Además, podemos preguntar ¿qué tipo de pérdida puede tener el cumplimiento de una Mitzvá? ¿Podríamos suponer que se refiere a la inversión del tiempo, o del recurso que gastó la persona para cumplirla? ¿o tal vez lo que dejó de ganar mientras la realizaba? Es difícil pensar así, pues el mérito y la recompensa que se obtiene por una Mitzvá es eterno, superior e incomparable a cualquier otra cosa que se pudiera obtener a cambio o en lugar de ella.[1]

 

En una ciudad, donde en invierno el sol se pone muy temprano, y algunos no alcanzaban a llegar a tiempo para hacer Tefilá como es debido, decidieron hacer un Minián de Minjá Guedolá. Uno de los jóvenes del barrio tomo la iniciativa, habló con varios vecinos, puso carteles, insistió e insistió hasta que finalmente consiguió reunir a los diez hombres. Todos los días era una lucha para completar el Minián. Pero de una u otra manera siempre se lograba. Una tarde, eran solo nueve, salió el joven a buscar al que faltaba. De repente, se encontró con uno de los vecinos, el cual, no daba mucha importancia a la Tefilá y le pidió por favor que les ayudara a completar el Minián. “¡Claro que sí! Los alcanzo dentro de media hora”, le respondió. El joven le aclaró: “Disculpa, tiene que ser en este momento, si no llegamos rápido, las nueve personas que están esperando, se regresarán a trabajar”. El hombre se incomodó: “Necesito ir a casa a bañarme y después los alcanzo”. Finalmente, el joven lo convenció. Que alegría sintieron todos cuando lo vieron entrar, podrían empezar la Tefilá. Así hicieron. A los dos minutos apareció otra persona, ya sumaban once en el Minián. El hombre le preguntó al joven: “¿Ya me puedo retirar?”. El joven le respondió: “Si quieres puedes irte, ya no estás obligado a quedarte aquí”.  El hombre lo saludó y se retiró tranquilo.

 

Después de varios años, ese vecino falleció. El joven soñó con él. Se le presentó en el sueño y le dijo: “debes saber que me permitieron venir desde el Tribunal Celestial para decirte que, aquel día que fui al Bet HaKnéset en donde ni siquiera hice Tefilá, sólo estuve 2 minutos hasta que llegó otra persona, sin embargo, me dijeron que, sólo por el simple hecho de haber asistido, me esperaba una enorme recompensa y además, me salvó de otros castigos. Por favor, dile a todos los que conozcas que aprovechen el tiempo de vida, que cada minuto de Torá tiene un valor incalculable. No puedo explicarte el pago que espera a quienes hacen Mizvot.[2] Aprendemos que no hay Mizvá pequeña: pues no conoces la recompensa por observarlas, todas son importantes: una Tefilá, un Tehilim, una moneda que le das al pobre…, no nos imaginamos el valor tan grande que tiene cada una de ellas, ya dijeron los Sabios: Es mejor una hora de placer en el Mundo Venidero, que todos los deleites de este mundo.

 

Continúa la Mishná: considera el beneficio obtenido por un pecado comparado con el perjuicio que ocasiona. ¿qué tipo de beneficio puede obtener el transgresor? Es triste ver como las personas se dejan convencer por el vil consejo del Instinto Maligno, aun cuando se trata de un placer momentáneo que, generalmente dura solo unos instantes… se acerca y susurra al oído: “¡Anda, disfrútalo, obtendrás un gran placer al hacerlo! Sin embargo, la Mishná advierte: Cuídate y sopesa cada situación, tanto por el costo/beneficio obtenido por cada una de tus acciones, recuerda que, al final de tus días, te encontrarás delante del Tribunal Celestial rindiendo cuentas, considera la recompensa de tus buenas acciones contra el esfuerzo o la aparente “pérdida” que habrás invertido. También pondera que el escarmiento será muchas veces superior al placer que puedas obtener ahora por un acto de rebeldía, cuando tengas claro los valores de cada acción y los tengas bien presentes en tu corazón, tu mano se apresurará para cumplir Mitzvot o se alejará de cualquier tentación; como una persona que sabe utilizar sabiamente el fuego para su provecho, y también sabe mantener una prudente distancia de él.

 

Rabbí Yehudá dijo: En el futuro, el Todopoderoso mostrará al Instinto Maligno delante de los hombres justos y también delante de los pecadores, ambos llorarán. Los justos llorarán pues lo verán como una montaña enorme, quedarán pasmados sin creer cómo fueron capaces de conquistar semejante coloso. Por otro lado, los malvados lo verán como un endeble y delgado pelo y llorarán de dolor, pues no podrán creer que algo tan ínfimo los dominó con tata facilidad. [3]

 

Ahora podemos responder a las preguntas del inicio: debemos ser muy cuidadosos con cada uno de los preceptos, y aunque no conocemos el valor que tienen en el Cielo, cada persona le da el valor y la importancia a cada acción. Por ejemplo: si no eres capaz de abandonar tu estudio diario por ningún motivo, tu estudio será invaluable. Pero si un día no asistes para ir a cerrar una venta, estarás dándole un valor a tu estudio, y lo mismo aplica con el resto de los Mandamientos. Y por el otro extremo, si ves cualquiera de las transgresiones como algo muy grave y aterrador, en esa proporción será la “montaña” que escalaste durante toda tu vida. Pero aquel que minimiza tanto el cumplimiento como la transgresión de los Mandamientos y dice: “Por favor, ¿qué tiene de malo hacer o dejar de cumplir tal cosa? Le dará un valor ínfimo y así será también la visión que tendrá su Instinto en el Mundo Venidero.

 

Concluye Rabbí diciendo: Sabe que encima de ti hay un ojo que ve, un oído que oye y un libro en el que se registran todos tus actos… No es que realmente en el Cielo haya un ojo o un oído, pero enumeró estas dos cosas: el ojo, por las acciones, y el oído, por el habla; para enseñarte que no hay acción que quede oculta delante de Él.  Y la tercera: todas tus acciones son registradas en el libro, quiere decir, no hay olvido en el Cielo y todo estará ordenado como si estuviera registrado en un libro, y cada una de tus acciones será retribuida.[4] ©Musarito semanal

 

 

 

“Los ojos del Eterno están en todo lugar, vigilando el mal y el bien”.[5]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Rabbí Obadyá de Bartenura.

 

[2] Extraído de Or Daniel.

 

[3] Sucá 52a.

 

[4] Rabenu Yoná.

 

[5] Mishlé 15:3.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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