Perek 2, Mishná 13

 

 

Rabbí Yosí dijo: Deja que la propiedad de tu prójimo sea tan preciosa para ti como la tuya; Hazte apto para estudiar la Torá, porque no será tuya por herencia; Y que todas tus acciones sean por [el bien de] el Nombre del Cielo.

 

Dicta la Mishná: La persona debe cuidar la propiedad de su prójimo como si fuera suya. Rabbí Yosí no se refiere a no robar o no buscar la forma de engañar al prójimo, esto está prohibido de la Torá.[1] Todas las personas atesoran y valoran sus bienes con celo, lo mismo rige para el patrimonio de otros, y no solamente se refiere a los bienes materiales, lo mismo aplica con respecto a la reputación, a la familia y a cualquier otro valor, sea tangible o no; todo valor que pudiese poseer el prójimo, deberás cuidarlos como si fueran propios. Por ejemplo: si ves que la propiedad de tu amigo o vecino se está consumiendo debajo de las llamas, deberás ayudarlo a proteger su patrimonio, o si ves que tu compañero dejó un objeto en un lugar donde se podría perder o dañar, es meritorio alzarlo y colocarlo en un lugar seguro. Si usas un libro en el Bet Hamidrash, regrésalo a su lugar para que otros también puedan utilizarlo; o si encuentras que alguien dejó las luces de su auto encendidas, avísale antes de que se descargue la batería del auto. Habla bien del establecimiento, el producto o el servicio que presta tu compañero, así como a ti te gustaría que hablen bien de tus pertenencias, hazlo de la misma forma que con lo del prójimo.

 

El Sifté Aharón ofrece otra explicación: existen personas que son muy dadivosas, hacen favores, reciben invitados en su casa, reparten comida, etcétera, si alguien se les adelanta no deberán enfadarse, aunque les gustaría tener también ese mérito, viene el Taná y les advierte: Que sea tan valioso para ti ver cómo otros hacen Mitzvot, como si tú mismo las estuvieses cumpliendo.

 

La línea que separa el “no robar” o el “no codiciar” que ordena la Torá, a lo que menciona Rabbí Yosí en la Mishná, es muy delgada. Ya hemos mencionado que en este tratado no se mencionan Halajot, en el Shulján Aruj no encontramos ninguna ley que provenga de este tratado, la Mishná va más allá de lo que exige la ley. Veamos un acto de la vida real que ilustra esto:

 

El día 14 de agosto del 2003, todo Brooklyn (uno de los 5 barrios de la ciudad de Nueva York) se quedó sin el suministro de energía eléctrica. Un enorme apagón detuvo casi instantáneamente el servicio de subterráneos y oscureció las casas, oficinas y negocios de toda la ciudad. A pesar de que algunas zonas recuperaron el suministro eléctrico al cabo de algunas horas, hubo lugares en donde las personas tuvieron que esperar varios días para volver a tener electricidad. La ciudad estaba convertida en un caos, más de tres millones de personas se sofocaban bajo el intenso calor del verano. Cuando la fábrica de helados "Klein" de Brooklyn se quedó sin electricidad aquel jueves por la tarde, el Sr. Abba Klein, el dueño de la empresa, estaba bastante preocupado. ¿Cuánto duraría el apagón? Él sabía que sus cámaras frigoríficas podían mantener el helado durante veinticuatro horas. Afortunadamente, el suministro eléctrico fue restablecido el viernes por la mañana, y el Sr. Klein suspiró aliviado, ninguno de sus productos se había descompuesto. Al ver que otros negocios estaban perdiendo miles de dólares por los productos que se les arruinaban, el Sr. Klein se sintió increíblemente agradecido al Todopoderoso. Sin embargo, antes de reanudar operaciones, el Sr. Klein pidió a su hijo Pinjas que fuera a su oficina ese viernes por la mañana. "El Creador ha sido muy bondadoso con nosotros” le dijo, “pues podríamos haber perdido una fortuna con el apagón. Ahora quiero que averigües si nuestro competidor, ´Helados Mehadrín´, tiene electricidad en sus depósitos. Por favor, llámalos y fíjate si necesitan de nuestra ayuda. Cualquier ganancia que obtengamos de la venta de helados es determinada por el Eterno y debemos ayudar a nuestro competidor".

 

Después de hablar con Helados Mehadrín, Pinjás se enteró de que ellos y toda esa área aún no tenían electricidad. Entonces, Pinjás Klein llamó al Sr. Zalman Leib Farkas, el dueño de Helados Mehadrín, y le ofreció el uso de sus congeladores.

 

 ¡El Sr. Farkas no podía creer lo que estaba escuchando! ¡Cómo su más grande competidor le estaba haciendo una proposición semejante! Él le agradeció a Pinjas por haberlo llamado y aceptó inmediatamente la gentil propuesta.

 

De inmediato, el Sr. Klein reacomodó los productos que había en sus congeladores para hacer lugar para ubicar allí los Helados Mehadrín, y el Sr. Farkas envió dos grandes camiones llenos de helado a los depósitos de Klein. Además, ellos hicieron una conexión especial de electricidad desde el depósito a los camiones de Helados Mehadrín, para poder usar también los camiones con refrigeración como cámaras frigoríficas. A pesar de que todo este "operativo" fue bastante difícil y costoso de realizar, la familia Klein lo hizo sin vacilar. El Sr. Farkas estaba asombrado por el acto de bondad que el Sr. Klein había realizado para con él. Gracias a su ofrecimiento, pudo evitar grandes pérdidas de dinero.[2]

 

Otra anécdota de la vida real, nos ilustra lo que es capaz de hacer un Yehudí por su hermano, en cualquier situación…

 

 En cierta ocasión, un hombre, no observante, caminaba por una colonia ortodoxa, encontró en su camino una Levayá (una gran fila de personas que acompañaban a un difunto hacia su última morada), la multitud despertó su curiosidad y decidió acompañarlos para ver de qué se trataba, al regresar del Bet Hajayím, observó que en la entrada de algunas casas habían colocado cubetas llenas de agua, y preguntó a uno de los transeúntes ¿para qué las habían puesto? Le explicaron que, según la costumbre, no se debe entrar a una casa al regresar de una levayá sin lavarse las manos (sin secarse). Por lo tanto, los vecinos que se enteraron de que la procesión pasaría por su calle, prepararon las cubetas. Se quedó admirado del hecho, nunca pensó que exista gente que piense en personas que ni siquiera conocen. Observó que algunos se lavaban las manos y decidió hacer lo mismo, cuando vertió el agua sobre sus manos, su sorpresa fue aún mayor, ¡el agua estaba tibia! Entonces se dio cuenta de que los vecinos calentaron el agua, para que aquéllos que se tenían que lavar las manos en ese gélido día no sufrieran por la temperatura del agua. Este hecho superó lo que él conocía acerca de pensar en el prójimo, y en el momento reflexionó y decidió que quería unirse a este grupo de gente, quienes viven pensando no sólo en sí mismos, sino preocupándose por los demás, hasta en detalles tan pequeños. Así empezó a acercarse hasta que se hizo un Baal Teshubá completo. ©Musarito semanal.  Elias E. Askenazi

 

 

 

“Cuando le haces un favor a tu compañero, te lo estás haciendo a ti primero.[3]

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Vayikrá 25:55.

 

[2] Por amor a D-os, pág. 10; Rab Baruj Brull.

 

[3] Rabí David Zaed.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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