Perek 2, Mishná 2, continuación…
Rabbán Gamliel, hijo de Rabbí Yehudá Hanasí dijo: Es bueno el estudio de la Torá acompañado de un oficio, pues la fatiga que ocasionan ambas tareas, harán olvidar el pecado. Todo estudio de la Torá que no esté acompañado por una ocupación productiva terminará por desaparecer y conducirá al pecado. Que todos los que trabajan para el público, que se ocupen junto con ellos en el Nombre del Cielo, pues el mérito de sus ancestros los protegerá y su virtud perdurará eternamente. Y respecto a ustedes, Yo, [el Eterno] considero que su recompensa es tan grande como si se hubiesen realizado la obra.
La segunda parte de la Mishná, menciona a aquellos que toman sobre sí un cargo público. Oficio que otorga el poder a quienes trabajan para una congregación, para asumir funciones de representatividad, iniciativa, decisión y mando, esto brinda poder e influencia y puede ser muy conveniente para la sociedad; esto cuando quien recibe el encargo conferido, utiliza las herramientas mencionadas para el bienestar de todos. Sin embargo, cuando se abusa del cargo para obtener honor y gloria, para vengarse o para obtener provecho personal, puede causar mucho daño a la sociedad a la cual dirige. Es por este motivo que Rabán Gamliel nos exhorta a actuar en Nombre del Cielo, cuando uno trabaja para una comunidad, ya que cuando uno ocupa un puesto de importancia dentro de la misma, es muy fácil deslumbrarse por el brillo de la gloria y las tentaciones antes mencionadas. Por el contrario, todo aquel que trabaja con integridad y entrega (Leshem Shamayim) en Nombre del Cielo, es bendecido por el Eterno. La palabra hebrea para congregación es Tzibur, está compuesta por las tres letras con las que comienza las palabras: Tzadikim (hombres virtuosos); Benonim (intermedios) y Reshaim (malvados), toda colectividad está compuesta por toda esta clase de individuos, y un servidor público tendrá que arreglárselas para entender a cada asociado y asumir la responsabilidad por cada uno de ellos: Todo aquel que no sabe hacia dónde va, más vale que no lleve pasajeros…
Ser un trabajador comunitario no es una tarea fácil. Relata el Talmud que, Rabbán Gamliel quería nombrar a ciertas personas para cargos importantes. Esas personas trataron de evadir el cargo diciendo que tenían miedo del honor y de los cargos importantes y que preferían seguir tal como estaban. Entonces Rabán Gamliel les dijo: “¿Acaso piensan que les estoy dando honor y cargos importantes? ¡Esclavitud es lo que les estoy imponiendo![1]
Rabbán Gamliel señala que quien tiene éxito en trabajar con la comunidad no debe atribuirlo únicamente a sus talentos personales. El mérito de los antepasados se halla detrás de los éxitos de una colectividad. La comunidad judía tiene méritos por el solo hecho de ser hijos de Abraham, Yitzjak y Yaacob, cuyas virtudes se transfieren a todo el pueblo de Israel. Sin embargo, aunque no todo el éxito de una comunidad se basa en los esfuerzos de sus líderes, el Todopoderoso les hace pensar que es sólo por su aporte. En otras palabras, los dirigentes, deberán ser sumamente cuidadosos en no darse el crédito a sí mismos. Sin embargo, el Creador contará, como lo cita la Mishná, los tremendos sacrificios que aportan y los tomará en cuenta como si ellos solos hubieran realizado todas las buenas obras en pro de la comunidad para la cual trabajan. Además, inclusive si sus esfuerzos no redundan en lo esperado, recibirá la recompensa como si todo hubiese resultado exitoso.
Un líder requiere por una parte la anulación total y la subyugación, y por otra parte el hecho de verse a sí mismo como garante del pueblo de Israel, estas cualidades se encontraban presentes en Moshé Rabenu. Él solicitó al Todopoderoso que el Am Israel necesitaba un líder que salga con ellos y que venga con ellos; para llevarlos y para traerlos, y que no quede la congregación como un rebaño que no tenga para ellos un pastor.[2] Un rebaño sin pastor hubiera sido una expresión más adecuada. La explicación es que Moshé Rabenu estaba seguro de que el Am Israel iba a tener un pastor, como lo tiene cualquier pueblo. Es muy difícil que una comunidad no encuentre quien quiera cargar sobre sus hombros la responsabilidad de conducirlos. Sin embargo, lo que Moshé temía es que ese líder, además de conducir al pueblo, se “conduzca a él mismo”, es decir, que todo lo que haga sea también para alimentar su
ego y poder. En un caso como éste, el Am Israel se quedaría como un rebaño que “para ellos” no habría pastor, porque a la larga ese líder se preocuparía sólo por sí mismo, y no por sus dirigidos. Por eso, pidió que el líder sea un hombre virtuoso y humilde, y “para ellos” habría un pastor fiel.[3]
Otro ejemplo que encontramos en la Torá es cuando después del pecado del Becerro de Oro, Moshé solicitó ser borrado de la Torá a cambio de conseguir el indulto de Israel,[4] así fue su argumento: si deseas aniquilar al pueblo de Israel, bórrame a mí también de Tu Torá, porque sin el pueblo mi liderazgo no tiene ningún sentido. También el Rey David mostró una actitud similar, dejó de lado su propio honor para honrar a la Torá. Está escrito Y David danzaba y bailaba delante del Arca sagrada,[5] sin pensar que su honor como rey podía llegar a verse disminuido por bailar de esa manera. Así mismo encontramos el Salmo que dice: mi corazón no se enorgulleció... ni busqué grandeza.[6] De este versículo aprendemos que el rey David era sumamente humilde y que se subyugó completamente. Por ello pudo decir que su corazón nunca se enorgulleció al relacionarse con el pueblo y mucho menos con respecto al Eterno y a la Torá. Además, sabemos que el Rey David se colocó a sí mismo como garante y luchó las guerras del pueblo de Israel, sin tratar de cuidar su honor e integridad al hacerlo. El Todopoderoso eligió a Moshé Rabenu y al Rey David como líderes de Su pueblo, luego de observar que se comportaban y conducían con piedad y cuidado hacia Su pueblo.[7]
Aprendemos de aquí que el hacer algo en pro de los demás, no es una labor sencilla, pero no solamente les concierne a los líderes de Israel; cada uno de nosotros es distinto a todos los demás, cada uno nació con características y habilidades diferentes, esto es porque todos tenemos algo para contribuir en favor de la sociedad en la que vives, aunque ante tus ojos parezca como un pequeño y sencillo “granito de arena”, nadie sabe cómo será valorado este acto en el Cielo, ni tampoco nadie puede visualizar la repercusión que esa acción pueda llegar a alcanzar en el futuro, por eso recalca Rabbán Gamliel que lo importante es que se realice en el Nombre del Cielo, haciéndolo con esta finalidad, seguramente que el mérito cualquiera de tus actos será eterno. Otra cosa que podemos aprender es que, hagas lo que hagas en favor de la comunidad, aunque en ocasiones los resultados no sean los esperados, en el Cielo lo considerarán como si lo hubieses realizado enteramente.[8] ©Musarito semanal
“Un líder es alguien que conoce el camino, recorre el camino y muestra el camino”.
[1] Horaiot 9b.
[2] Bemidbar 27:17.
[3] Rab David Zaed; Hameir LeDavid.
[4] Shemot 32:32.
[5] Shemuel II 6:14.
[6] Tehilim 131:1.
[7] Shemot Rabá 2:3.
[8] Kidushín 40a.
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