Perek 2, Mishná 9

 

 

Cinco discípulos tenía Rabbán Yojanán ben Zakay, y ellos son: Rabbí Eliézer ben Horkenús, Rabbí Yehoshúa ben Jananyá. Rabbí Yosí Hacohén, Rabbí Shimón ben Netanel y Rabbí Elazar ben Araj. El solía enumerar sus méritos: Rabbí Eliézer ben Horkenús es como una cisterna revocada con cal que no pierde una gota. Rabbí Yehoshúa: feliz quien lo dio a luz. Rabbí Yosí, el Cohén, es piadoso. Rabbí Shimón ben Netanel teme al pecado. Y Rabbí Elazar ben Araj es como un manantial que va aumentándose. Él solía decir: Si todos los sabios de Israel estuviesen en un platillo de la balanza y Rabbí Eliézer ben Horkenús en el otro platillo, él pesaría más que todos ellos. Aba Sahúl dice en su nombre: Si todos los sabios de Israel estuviesen en un platillo de la balanza, e incluso Rabbí Eliézer ben Horkenús junto con ellos, y Rabbí Elazar ben Araj en el otro platillo, él pesaría más que todos ellos.

 

La Mishná menciona a los cinco principales alumnos de Rabbán Yojanán ben Zakay, los cuales eran hombres ilustres de gran talla moral y espiritual. Alabó a Rabbí Eliézer con buena memoria [al asemejarlo con un pozo de vino que no pierde su contenido]. Ensalzó a Rabbí Yehoshúa, con grandeza en las cualidades, [que por ellas el hombre alcanza la felicidad y es honrado y querido por la mayoría de las personas, es por eso que alaba a su progenitora]. Rabbí Yosí fue elogiado con lo mejor de las cualidades morales y racionales. Rabbí Shimón fue loado, con la cualidad de la moderación [el temor al pecado es la premura y esfuerzo por hacer el bien y cuidarse del mal]. Exaltó a Rabbí Eleazar, con buen discernimiento y buena comprensión, siendo todo tema profundo [y de difícil comprensión] fácil para él, y su percepción, [es tal] que agrega [sabiduría] sobre el asunto.[1] ¿Por qué consideraba a Rabbí Eliézer ben Horkenús más grande que todos?

 

Una de las historias más apasionantes de los sabios del Talmud, que nos muestran la grandeza humana y moral que tenían los alumnos de Rabbán Yojanán ben Zakay, es sin duda, la de Rabbí Eliezer ben Horkenús, al que llamaban Ribbí Eliezer Hagadol. Horkenús, era un hombre sumamente pudiente. Un día, su hijo Eliézer, estaba en uno de los terrenos de su padre arando junto a los demás jornaleros. Horkenús paseaba por allí y encuentra a Eliezer llorando. Le dice: “hijo mío, me parece que te dieron una parcela difícil de arar, pues está llena de piedras, ordenaré que te pasen a otro campo más llano y blando”. Al siguiente día lo encuentra en otro campo y ve que continúa llorando, y le pregunta: “¿Por qué sigues triste? ¿acaso tampoco te agradó este campo?”. “No es por eso”, respondió. “Quiero estudiar Torá”. El padre le dice: “Mi amado hijo, tienes 28 años, ¿no crees que es demasiado tarde para comenzar? Mejor cásate, procrea hijos y llévalos tú mismo al Talmud Torá y ellos van a estudiar por ti. Vamos a ser realistas, ¿no te parece esto más factible?”, Eliézer miró a los ojos a su padre, siguió llorando y ayunó durante dos semanas. Entonces se aparece Eliahu Hanabí y lo ve llorando en el campo. Le preguntó porque estaba sufriendo tanto, el joven le respondió que deseaba estudiar Torá, le dijo Eliahu: “¿Ese es tu problema? Ve a Yerushalayim, busca al presidente del Sanhedrín, él se llama Rabbán Yojanán ben Zakay. Entonces partió hacía Yerushalayim. Llegó hasta lo de Rabbán Yojanán ben Zakay y le preguntó: “¿De dónde vienes? ¿Quién es tu padre? Eliézer no quiso revelar acerca de su origen, para que no lo encontrara su padre y lo regresara a su casa, él estaba decidido a estudiar Torá. Le preguntó el sabio: “¿Hasta ahora no estudiaste?”. El joven negó con la cabeza. Entonces lo llevó al Bet Hamidrash y le enseñó como rezar. Pasaron unos días y el Rab lo encuentra llorando, Eliézer le explica que él había llegado a estudiar Torá, y lo aprendido no era suficiente. Lo llevó de nuevo al Bet Hamidrash y comenzó a enseñándole dos leyes por día; y el día de Shabat, el joven entusiasta repasaba todo lo aprendido.

 

Un día Rabbán Yojanán se da cuenta que Eliézer tenía mal aliento, y le preguntó dónde estaba durmiendo. Le respondió que estaba hospedado junto a Rabbí Yehoshúa ben Jananiá y Rabbí Yosí Hacohen. Entonces les preguntó a sus alumnos si habían visto qué comía el joven, ellos respondieron que, a la hora de la comida, se dirige a su habitación y toma algo de un pequeño costal que trajo con él. Les pidió que fueran a revisar el contenido del costal y encontraron dentro sólo una planta marchita y tierra. Rabbán Yojanán, mandó a llamarlo y le dijo: “A partir de hoy comerás conmigo”. Entonces el Rab lo bendijo: “Tal como ahora tienes este aliento por estudiar Torá, van a salir de tu boca palabras tan valiosas como las perlas y los brillantes, y se van a esparcir desde un extremo al otro del mundo”. Pasaron 3 años y los hijos de Horkanos reclamaron a su padre: “¿Nosotros trabajamos y Eliezer va a tener la misma parte de tus bienes? Debes desheredarlo”. Horkanús escuchó el consejo y se dirigió hacia Yerushalayim para darle a su hijo la noticia. Justo cuando arribó, había una reunión en la Yeshivá. Rabbán Yojanán y los grandes de la ciudad se encontraban allí. Cuando el Rosh Yeshivá se da cuenta del arribo, les dijo a sus discípulos: “Siéntenlo en la primera fila, e inviten a Ribbí Eliézer a disertar ante su padre. El alumno se negó, pero el sabio le insistió y comenzó Ribbí Eliézer a disertar y su rostro brillaba como la luz del sol, salían de su cabeza cuernos de luz, como los de Moshé, había tanta luz que los asistentes no sabían si era de día o de noche, expresó palabras que nadie había escuchado antes. Rabbán Yojanán ben Zakay se acercó y lo besó en la cabeza y dijo: “Bienaventurados Abraham, Yizjak y Yaacob que habéis tenido un hijo tan importante”. En ese instante, el padre se levantó y le pidió al Rab que dijera: “Dichoso yo de ver a mi hijo así. Vine aquí con la intención de desheredarlo, pero ahora, voy a desheredar a todos y le voy a otorgar toda mi riqueza solamente a mi hijo Eliezer”. Ribbí Eliezer le dice al padre: “Yo no necesito nada de eso, lo único que quiero es estudiar Torá”. Padre e hijo se abrazaron emocionados y besó Ribbí Eliezer la mano de su padre, y desde ese día lo llamaron Ribbí Eliezer Hagadol.[2] ©Musarito semanal

 

 

 

 

 

“Si el Yehudí no va detrás de la Torá, ella no irá detrás de él”.[3]

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Rambam.

 

[2] Pírke de Rabbí Eliezer.

 

[3] Yalkut Shimoní, Mishlé 1:32.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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