Perek 2, Mishná 2
Rabbán Gamliel, hijo de Rabbí Yehudá Hanasí dijo: Es bueno el estudio de la Torá acompañado de un oficio, pues la fatiga que ocasionan ambas tareas, harán olvidar el pecado. Todo estudio de la Torá que no esté acompañado por una ocupación productiva terminará por desaparecer y conducirá al pecado. Que todos los que trabajan para el público, que se ocupen junto con ellos en el Nombre del Cielo, pues el mérito de sus ancestros los protegerá y su virtud perdurará eternamente. Y respecto a ustedes, Yo, [el Eterno] considero que su recompensa es tan grande como si se hubiesen realizado la obra.
Observemos que este ilustre Taná es nombrado distinto a los Sabios de las Mishnayot anteriores, es citado con su linaje completo (Hanasí), probablemente porque alude al alto estatus de su padre. Cuando Rabbí Yehudá estaba en su lecho de muerte, nombró a Gamliel, su hijo mayor, el sucesor de su puesto como Nasí (el líder de la generación) y le encomendó: “Hijo mío, conduce tu presidencia con elevada majestad y orienta rigorosamente a tus discípulos de modo que te respeten.[1] Él siguió el consejo de su padre, pero solo exteriormente, pues en su interior guardaba un corazón sensible hacia los demás; una de sus máximas fue: Quienquiera que tenga compasión por la gente, el Cielo se compadecerá de él.[2] Aunque murió unos años después de su ilustre padre, probablemente fue él quien dio los toques finales a la Mishná codificada por su progenitor.
La primera parte de la declaración de Rabbán Gamliel está conectada con la última parte de la declaración de la Mishná anterior: ¿Cómo se evita el pecado? Rabbán Gamliel enseña que el estudio de la Torá no es suficiente para evitar el pecado, sino que también se debe tener una ocupación productiva con la cual mantenerse y proveer a su familia. Tomemos en cuenta que quien declara esta máxima, era hijo de un hombre sumamente sabio y pudiente, sustentaba a muchos eruditos de Torá. No obstante que provenía de una familia extremadamente rica y no tenía que trabajar para mantenerse, Rabbán Gamliel enfatiza que aun aquellos que se comprometen con la Torá, deberían tener también una ocupación, porque ambas cosas mantienen al hombre lo suficientemente ocupado como para que no tenga la energía y la tentación para pecar. Esta declaración también podría significar que, una persona que trabaja y también estudia, sabrá que, negocios, ocupación y sustento deben ser conforme a las leyes de la Torá, quiere decir que, aunque trabaja para ganarse la vida, deberá ser honesto y justo, no podrá robar ni participar en prácticas fraudulentas para obtener el sustento, sino que deberá confiar en que el Todopoderoso tiene destinada su porción, y cuando el hombre invierte el esfuerzo necesario, el Creador pondrá en sus manos los recursos para vivir con dignidad.
Excelente es el estudio de la torá cuando se combina con una ocupación mundana, porque el trabajo en ambos mantiene el pecado fuera de la mente de uno. Dicen los Jajamim que cuando los hermanos de Yosef lo arrojaron al pozo, la Torá nos comenta que el pozo estaba vacío, no había agua en él.[3] Obviamente, si comenta que estaba vacío, no había agua dentro de él. El Talmud interpreta que, el hecho que la Torá agregue palabras es para enseñar algo, quiso decirnos que no había agua en él, pero sí contenía serpientes y escorpiones.[4] Esto nos sugiere un pensamiento filosófico, cuando un pozo está vacío, se llena de todo tipo de alimañas dañinas. El Todopoderoso creó un mundo de Asiá, quiere decir, toda criatura tiene una misión que cumplir y debe moverse, buscar y trabajar por ella, si algo se queda estático, las criaturas dañadoras se apresuran a ocupar el vacío.
Después del Diluvio Universal, las aguas que inundaron y azotaron al mundo entero retrocedieron. Nóaj recibió la orden de salir del arca, cultivó la tierra, plantó un viñedo, bebió del vino que produjo, se embriagó y se descubrió dentro de su tienda.[5] Al principio la Torá lo nominó como “hombre íntegro”,[6] y después de su embriaguez, lo nombró “hombre de la tierra”. Analicemos: Noaj trabajó arduamente durante 120 años en la construcción del arca. Reunió los suministros y una vez que comenzó el Diluvio, alimentó dentro del arca a todos los animales, teniendo en cuenta el tipo de alimento y el horario que cada especie requería. Fue una labor titánica que exigía atención 7/24, prácticamente no había descanso; un año entero cuidando y alimentando las especies para salvarlas de su extinción. Después de bajar del arca, encuentra un mundo completamente desolado. Decide entonces labrar la tierra y en lugar de sembrar cereales o algo más alimenticio, siembra una vid, bebió, se embragó y al final termina deshonrado por su hijo Jam.
¿Qué le sucedió a Noaj? ¿Cómo pudo tener un descenso tan vertiginoso? Responde Rab Mijael Peres que mientras Noaj tenía la mente y el cuerpo ocupados, llámese el arca, la adquisición de los víveres o la alimentación de los animales, su mente se encontraba en un estado saludable aun a pesar de estar viviendo una hecatombe, pero cuando sus ocupaciones concluyeron, se encontró falto de un quehacer, y fue entonces que las “serpientes y escorpiones” ocuparon el vacío de su mente y vino la tragedia; pues el pecado te espera en el umbral de tu puerta.[7]
La obligación de cada persona es estudiar Torá; bienaventurados quienes se dediquen la mayor parte del día y dediquen solamente lo necesario para su manutención. Aquellos que no tienen la paciencia y la agudeza mental para sentarse a estudiar, que se dediquen con entusiasmo y celeridad a su labor. La costumbre se convierte en naturaleza y si la persona se esfuerza durante un tiempo, el cuerpo de él se va a acostumbrar hasta que se vuelva su segunda naturaleza.
Encontramos en el Talmud,[8] una diferencia de opiniones entre Rabbí Shimón ben Yojay, quien opina que la persona debe siempre dedicarse a la Torá en forma continua y su trabajo será realizado por otros. Rabbí Ishmael opina que se debe estudiar y trabajar a la vez. Los comentaristas del Talmud opinan que ambos criterios son correctos: aquellos que se entregan con fe y pasión, les llega su sustento en forma milagrosa y con un pequeño trabajo reciben la Bendición del Todopoderoso. El resto de la gente lo recibe en una forma más “natural”, con su trabajo. Pero, aun que se encuentre muy atareado o a pesar que su situación económica no sea tan acomodada, por lo menos que se esfuerce en no perder las Tefilot con Tzibur (Shajrit, Minjá y Arbit), en fijar tiempos diarios de estudio de Torá, y más en los días en los que no está inmerso en su trabajo, como son Shabbat, Yom Tob, Jol Hamoed, y en cada momento libre que tenga, no debe desaprovechar el tiempo sino que debe ocuparse del estudio de la Torá. En sus actos diarios debe comerciar con honestidad, cuidarse de cualquier transgresión y realizarlos en nombre del Creador; Él no privará el bien a quienes se conducen con integridad. Debemos pedirle que nos otorgue la fuerza necesaria para poder conseguir el sustento en forma honrosa para poder mantener a nuestras familias y para cumplir los preceptos en forma digna, para que podamos deleitarnos del estudio de la Torá como corresponde.©Musarito semanal
“Si vives sin un propósito, no lograrás ni a una fracción de tu potencial”.[9]
[1] Ketubot 103b.
[2] Shabbat 151b.
[3] Ver Rashí en Bereshit 37:24.
[4] Shabbat 22a.
[5] Bereshit 9:20-21.
[6] Idem 6:9.
[7] Bereshit 4:6-7.
[8] Berajot 35b.
[9] Rab Ben Tzión Shaifer.
© 2014. Musarito Semanal. Todos los derechos reservados.