Perek 3, Mishná 10

 

 

Él solía decir: aquél que es placentero a sus semejantes, lo es también para el Eterno; y todo aquel que no es placentero a sus semejantes, tampoco es placentero para el Eterno. Rabí Dosá Ben Harkinás dice: el dormir de la mañana, el vino a mediodía, la conversación vana con los niños, y la permanencia en reuniones de ignorantes, apartan al hombre del mundo.

 

La primera mitad de esta Mishná es otra declaración de Rabí Janiná ben Dosá, el autor de la Mishná anterior. La segunda mitad es de Rabí Dosá ben Harkinás.

 

Rabí Dosá Ben Harkinás fue un Taná de la primera generación, procedente de la era de los Zugot. Contemporáneo de Rabán Yojanán Ben Zacai y de Rabí Azariá, su hermano menor era Rabí Yonatán ben Harkinás.  Parece ser que en su juventud estudió en la Escuela de Hilel.[1] Al parecer, en los días del Templo Sagrado fue uno de los sabios más notables, dando a menudo su opinión decisiva en debates sobre la ley judía.[2] Hombre de gran riqueza, vivió una vida larga, falleció aproximadamente 60 años después de la destrucción del Segundo Templo, alcanzando una edad excepcional, pues su vida se extendió hasta los días en que Rabán Gamliel II llegó a ser Nasí en Yavne. A pesar de que ya estaba muy viejo para ir al Bet Midrash, continuó interesándose activamente en las discusiones eruditas. Sus opiniones y fallos fueron muy estimados, los Sabios solían ir a su casa a aprender de él. De acuerdo con cierta fuente, Rabí Dosá ben Harkinás era un hombre sumamente longevo y había perdido la vista, pero su memoria conservaba una lucidez excepcional.[3] A pesar de ser persona de firmes criterios, consideraba necesario, en casos de discrepancia, someterse a la autoridad central del Nasí y su tribunal.[4] Fue enterrado en Tzfat, en la ladera de la colina Metzudá, en la misma cueva de Shem y Éver.

 

La primera parte de la Mishná nos enseña que todo individuo con quien el espíritu de la gente está complacido, el espíritu del Eterno también lo está; y todo individuo con quien el espíritu de la gente no está complacido, el espíritu del Eterno tampoco lo está. La aprobación o desaprobación del Todopoderoso con el hombre, depende de la forma en que esa persona actúa con otros seres humanos. Si la persona ayuda a su prójimo y realiza actos de caridad y bondad, no sólo la gente estará complacida con él, sino también el Creador. Sin embargo, si una persona no es amable con los demás, y no habla con ellos de manera amable, no será bien visto, incluso si es un gran erudito. Las personas tienden a pensar que sus acciones generalmente están bien, y que son aceptadas por todos, pero, ¿qué tan cierto es esto? El barómetro que se puede utilizar para medir si su criterio es correcto o si se está engañando a si mismo, es el consenso de la gente. Una nota interesante que hizo un comentarista de la Mishná, es que el Taná dijo: aquél quien los hombres están complacidos, y no dijo; con quien “todos” los hombres están complacidos, porque no hay una persona que pueda complacer a todos los hombres. Siendo objetivos: es muy difícil tener contentas a todas las personas, no somos como las monedas de oro, que hacen felices a todos. Empero, si los maestros del Musar nos dicen que esto es posible, entonces significa que se puede alcanzar.

 

¿Cómo se consigue?

 

En el año 1996, el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti descubrió las neuronas espejo. Este tipo de neuronas, se sitúan en las porciones del cerebro que se encargan de las funciones motoras, sensoriales y del habla; es decir se localizan en el lóbulo frontal y en parte del lóbulo parietal: éstas se especializan en comprender e interpretar las acciones y los sentimientos de las demás personas, se activan cuando otro realiza una acción delante nuestro, estas neuronas lanzan una representación mental de la acción, y es como si el observador también estuviese realizando la acción. Para demostrarlo, colocaron diodos para detectar los estímulos cerebrales en autistas. Mientras una persona comía frente a ellos, las mismas neuronas que indicaban señales en el cerebro del hombre que se alimentaba, se encendían las mismas en el cerebro del observador. Esto lo podemos comprobar, si sonreímos a un bebé, él responderá con una sonrisa. Si lloramos, él también reaccionará con melancolía.

 

La ciencia celebró con bombos y platillos este descubrimiento. Pero para el pueblo judío este concepto se descubrió muchos siglos atrás: El rey Shelomó dijo: Así como en el agua el rostro contesta al rostro, así el corazón del hombre al hombre.[5] Quiere decir: así como una cara se refleja en el agua clara, de la misma manera el corazón refleja el corazón del prójimo: si se muestra una actitud afable hacia otro, el corazón de aquel también se sentirá bien; si es un sentimiento malo también éste lo percibirá y lo reflejará, tal como si lo hiciera delante de un espejo.

 

Recibe a todo hombre con un buen semblante,[6] esta Mishná que estudiamos en el primer Pérek, nos insta a mostrar consideración e interés por las demás personas (BeSéver). A su vez se nos pide que el contacto facial sea afable (Paním). Por último, se habla de (Yafót) mostrar un rostro radiante. Es decir, la cara que ven los demás debe transmitir empatía, afecto, amabilidad y alegría. Observemos que Shamai dijo: Kol Adam, que puede ser traducido como: el hombre en su totalidad. En otras palabras, si hay alguien que te disgusta o con quien te cuesta relacionar, observa “toda” su personalidad y seguramente encontraras algunas cualidades con las que te puedas identificar. La palabra Séver, proviene de la misma raíz de la palabra Sevará, que significa pensamiento y opinión, se expresó así para enseñarnos que, uno puede vincularse con otro aunque su pensamiento no sea igual al de uno, intenta comprenderlo, intenta entender porque piensa así y de esta forma abrirás una puerta por donde llegar a su corazón. En ocasiones hay que sobreponerse al deseo propio, para complacer la voluntad del prójimo, de esta forma, la persona tendrá muchos seres que lo quieran.[7] Cuando el hombre recibe a todos tranquilamente, con palabras dulces y agradables, mostrando un semblante placentero y alegre, estará siempre rodeado de amigos, familiares y lo más importante es que la Presencia Divina lo acompañará a donde quiera que vaya.©Musarito semanal.    by Elias E. Askenazi

 

 

“Si el hombre goza de júbilo interior, pronto éste es reconocido sobre su semblante”.[8]

 

 

 

 

 

 

[1] Así está registrado en el Talmud Yerushalmi.

 

[2] Mishná, Ketubot 13, 1-2.

 

[3] Yebamot 16a.

 

[4] Rosh Hashaná 25a.

 

[5] Mishlé 27:19.

 

[6] Ver Mishná 1:15

 

[7] Rambam y Rabenu Yoná en la Mishná 1:15.

 

[8] Rabenu Bajyé.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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