Perek 3, Mishná 11
Rabí Elazar de Modiín dijo: “El que profana las cosas sagradas, desprecia las festividades, avergüenza a su semejante en público, quebranta el pacto de Abraham, nuestro Patriarca, o interpreta la Torá contrariando la Halajá (Ley Normativa); no tendrá parte en el Mundo Venidero, aunque domine la Torá y acredite buenas acciones”.
Rabí Elazar de Modiín recibió su nombre de su lugar de residencia, en el monte Modiín, cerca de Yerushalaim, hogar ancestral de los Jashmonaim (Macabeos). Fue un Taná de las generaciones segunda y tercera. Era el condiscípulo más joven de Rabí Yehoshúa, Rabán Gamliel de Yavne y Rabí Tarfón y Rabí Eliezer. Colega de Rabí Ishmael y Rabí Akivá, hay quien opina que era alumno directo de Rabán Yojanán Ben Zakai.[1] Rabí Eliezer Ben Azariá, Janiná, el hijo del hermano de Rabí Yehoshúa y Rabí Elazar Ben Partá impartieron lecciones en nombre de Rabí Elazar de Modiín.
La única aparición del autor es en esta Mishná, y también se le menciona poco en su nombre en el tema de Halajá.[2] Sin embargo, fue conocido por los sermones de Hagadá (la interpretación homilética, relatos y metáforas de fe y devoción, enseñanzas morales, lecciones de confortación, parábolas y alegorías, etc.). El Nasí Rabán Gamliel tuvo las interpretaciones de Rabí Elazar en alta estima y cierta vez observó: “Los puntos de vista del Modai (el sabio de Modiín) ya nos resultan indispensables”.[3] Encontramos varias de las discusiones sobre la interpretación del Jumash, en la Mejiltá con Rabí Yehoshúa. En uno de los casos lo encontramos estudiando y aclarando las profecías de Yirmiyá con Rabí Elazar Ben Azariá.[4] Hombre de gran fe en la Divina Providencia, explicó sobre el versículo que habla sobre el Man: que salga el pueblo y recoja la porción de cada día ese día, para que pueda ponerlos a prueba.[5] El diario obsequio del alimento Celestial fue una muestra para siempre de que Aquel que creó el día creó también el sustento para todos aquellos que tienen fe en Él. “Quien tiene alimento para el día y se preocupa por la comida que podrá hallar para el día siguiente, se considera hombre de poca fe.”[6]
Fue tío de Shimón Ben Koziba, mejor conocido como Bar Kojba, quien fuera el líder de la revuelta insurgente para recuperar Yerushalaim, que entonces era gobernada por los romanos, y reestablecer el reinado de Israel. El último bastión del ejército de Bar Kojba tuvo que ocultarse en la fortaleza de la ciudad de Betar, misma que fue sitiada por Adriano, el emperador romano. En ese entonces, Rabí Elazar ayunó y oró todos los días sobre cenizas y sacos de arpillera para que Betar no cayese. Nuestros Sabios atestiguan que su religiosidad y fe mantuvieron inexpugnable a la fortaleza. Adriano ya había renunciado a conquistar la ciudad, hasta que un escriba desleal (Kutí), el cual sabía que la resistencia de Betar era debido a Rabí Elazar de Modiín, hizo sospechar a Bar Kojba que su tío lo traicionaba. En un acceso de ira, Bar Kojba mató al sabio y poco tiempo después cayó Betar.[7] Sus restos, según la tradición, reposan en la ciudad de Nebartín, cerca de Amuka, en el norte de Israel.[8]
Rabí Elazar de Modiín enumera cinco pecados que provocan que una persona pierda su parte en el Mundo Venidero:
El que profana las cosas sagradas: se refiere al que invalida o impurifica las ofrendas santificadas para el Altar. Todos los sacrificios tienen restricciones acerca de quién puede o no consumirlas, además de las Leyes de tiempo y lugar. Si utiliza deliberadamente alguno de estos objetos para su propio beneficio, estará convirtiendo algo santo en una abominación. Esta falta de respeto es una clara señal de su rebeldía y esto invalida la posibilidad de que adquiera el Mundo Venidero.
El que menosprecia las fiestas: se refiere al que hace algún trabajo profanando la santidad de la fiesta en los días intermedios de Jol Hamoed, los cuales son considerados como sagrados. Es conocido lo que dijeron los Jajamim: No se le otorgaron los días de Shabat y de Yom Tob a Am Israel sino para que se reúnan a comer juntos en familia y se dediquen al estudio de la Torá.
El que hace sonrojar el rostro de su prójimo en público: quien avergüenza a su prójimo es como si lo hubiera matado. El torrente de sangre en su rostro es similar al derramamiento de sangre; trataremos este tema con amplitud en el siguiente comentario.
El que anula el pacto de nuestro Padre Abraham: se refiere al que no circuncida a su hijo, o aquel que tiene relaciones prohibidas por la Torá; se considera como incircunciso. El Berit Milá es un acto santo con profundo significado y el Eterno lo ha establecido como una señal del Pacto entre Él y el Pueblo Judío por todas las generaciones. Quien niega este principio no solamente está rebelándose contra el Señor, sino contra toda la nación judía; estará despreciando el propósito para el que fue puesto en este mundo y, por ende, perderá el lugar que tenía reservado en el Mundo Venidero.
El que desprecia la Torá: esto se refiere a alguien que interpreta la Torá contrariando la Halajá. Otros interpretan que se refiere al que comete actos vergonzosos o impropios al contenido de la Torá frente a otras personas, y no se avergüenza.
En contraste con la Mishná anterior, que habla de situaciones que conducen al pecado, acá el Taná nos detalla algunos pecados que son intrínsicamente graves. Una persona que deshonra las cosas que son sagradas pierde su porción de eternidad, aunque domine la Torá y acredite buenas acciones. ¿Acaso estos actos no lo salvan del castigo del pecado? Debemos saber que la protección que proveen la Torá y las buenas obras tienen un límite; bien pueden salvar al individuo de no pecar, pero aquel que lo busca, podrá hacerlo. Sí, hay una muralla y es bastante resistente, pero no es irrompible; la convicción y la fuerza que puede alcanzar la férrea voluntad del hombre pueden ser más fuertes que cualquier otra cosa. Todo esto es cuando la persona no hizo Teshubá.[9] Los primeros tres pecados mencionados en la Mishná (profanar los sacrificios, denigrar las fiestas y humillar al prójimo) tienen en común que se le resta honor a aquello que lo merece. Cuando el hombre, a pesar de tener en su mano Torá y buenas acciones, no honra, e incluso deshonra a personas y hasta objetos, puede llegar muy bajo y se encuentra en grave riesgo de llegar a cometer serios pecados. ©Musarito semanal. by Elias E. Askenazi
“Uno de los desafíos más difíciles que encaramos en la vida es dejar de escaparnos para enfrentarnos a nosotros mismos honestamente”.[10]
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Jatzot (medio día): 12:50, Fin de Shabbat: 19:26 Rabenu Tam: 19:53
Para Refuá Shelemá de: Abraham ben Yemile, Rajel Jaya bat Adel Janom. Debora bat Esther. Yedidá Deny ben Ruth.
Leiluy Nishmat de: Yaacob ben Ruth, Yosef ben Elvira, Shajud Shaúl ben Boliza. Jayim bem Regina, Jayim ben Alicia, Victoria bat Esther, Boliza bat Badía, Eliahu ben Esther y Rabí Abraham ben Rajel. Aurora bat Matilde.
[1] Séfer Yojasín; ver Babá Batrá 10b.
[2] Ver Shabuot 35b.
[3] Shabat 55b, Meguilá 15b.
[4] Pesiktá de Rab Kahana 20.
[5] Shemot 16:4.
[6] Sotá 48b.
[7] T. Yerushalmi, Taanit 4,5; Midrash Rabá Ejá 2,4.
[8] Séder Hadorot.
[9] Ver Rabenu Yoná, Shaaré Teshubá, Shaar 3, Madregá 10.
[10] Rab Najman Zakon.
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