Perek 3, Mishná 16, continuación…

 

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Él solía decir: Todo es dado contra garantía, la red está extendida sobre todo lo viv. La tienda está abierta, el tendero da crédito, el libro de cuentas está abierto, la mano escribe, todo aquel que desea tomar prestado que venga y que lo haga. Todos los días los recaudadores hacen sus rondas de manera puntual y recaban el pago de todo hombre, con su conocimiento o sin él, y tienen en quien apoyarse. El juicio es un juicio verdadero y todo está listo para el banquete.

 

Rabenu Yoná interpreta la Mishná de la siguiente forma: La tienda está abierta y todo se da en garantía, el Dueño de la tienda es el Todopoderoso, Él concede a todas sus criaturas un crédito de uso múltiple, cada uno puede acceder al recurso con solo pedirlo, puede ser recto o puede también ser perverso, y los hábiles vendedores están ataviados de estímulos, incitaciones, tentaciones, hacia el bien o hacia el mal. Los perversos piensan que el mundo fue creado para disfrutarlo, se dedican a satisfacer cada uno de sus placeres. En cambio, los justos ven en cada oportunidad que les ofrece el mundo, un trampolín para elevarse y para cumplir cualquiera de los mandamientos. Y cada uno elige por sí mismo, pero dichoso el que elige el bien. El hombre solo tiene que desear o necesitar, para que el Señor cree la posibilidad y los medios para conceder su deseo, y los pueda utilizar en función de sus necesidades.

 

Algunos piensan que por el hecho de que la tienda está abierta y tienen todo a la mano, toman todo lo que se les antoja y al no haber cajeros ni guardias en la salida, piensan que se lo pueden llevar sin tener que pagar. Viene el Taná y les advierte: “Nada en este mundo se regala: sí, lo puedes sacar de la tienda y nadie te va a decir absolutamente nada, pero te lo llevas en calidad de préstamo. El Misericordioso no castiga a los pecadores de inmediato, sino que les da crédito, con la esperanza de que eventualmente regresen a la justicia. Pero el libro está abierto y la mano escribe: No hay olvido frente a Su trono de gloria; no es lo mismo ser paciente que olvidar o ignorar las obras del hombre.

 

El autor de la Mishná es un vivo ejemplo del mensaje de la misma. Rabí Akibá hasta los 40 años era un ignorante, odiaba a los Talmidé Jajamim, y a pesar de su edad, tenía esposa, hijo, tomó la decisión más importante y difícil de su vida; decidió cambiar, dejó todo y se fue a estudiar, se sumergió en la Torá y en las enseñanzas de sus maestros y consiguió cambiar radicalmente, llegó a ser uno de los más grandes Tanaim de la historia. Una gran parte de la Torá que poseemos hoy en día, se la debemos a la que Rabí Akibá transmitió a sus alumnos. Todo hay en la tienda, al principio el tomó las herramientas de un pastor y se convirtió en un conductor de ovejas. Después decidió cambiar su elección y se convirtió en un Talmid Jajam. El hombre elige, la tienda está abierta para todos, cada quien elige, puede ser bueno o lo contrario.

 

El Eterno conoce todas las obras del hombre y eventualmente exigirá el pago por cada una de ellas, y si me lo permites querido lector te puedo decir algo más: no solamente serás responsable por tus propios actos, sino por todos los actos en conjunto del Am Israel: Sí, ¡Todos somos garantes uno del otro![1] La Torá impone una responsabilidad colectiva y estrechamente entrelazada, unos con otros. Todos somos responsables por las acciones de nuestro prójimo, se encuentre donde se encuentre. Seguramente estarás preguntando ¿Por qué? ¡En la Mishná que estamos estudiando dice claramente que la tienda está abierta y que cada uno elige su propio camino!  ¿Acaso si a una persona le duele la cabeza, su compañero va a tomar una aspirina para aliviarle el dolor? Está bien que hay que ser empático y ayudar a los demás, pero ¿existe alguien que tenga un sentimiento tan arraigado por el prójimo?

 

Cuando recibimos la Torá, la nación judía estaba tan unida que está escrito que se encontraban frente al Monte; y acampó allí Israel,[2] lo mencionó en singular para expresar la perfecta y magnífica armonía que existía entre ellos, acamparon allí como un solo hombre, con un solo corazón.[3] Éste es el concepto de unión en un sólo cuerpo. Cuando alguien tiene una infección, por ejemplo, en el dedo del pie, puede suceder que le duela la cabeza e incluso que su temperatura se eleve. ¿Por qué? ¡Sólo el dedo está infectado! La respuesta es que se trata de un sólo cuerpo y si el dedo duele, todo el cuerpo está mal.

 

Dice la Torá: No humillarás a ninguna viuda o huérfano…, pues si ellos claman a Mí, escucharé su clamor… Se encenderá Mí ira y mataré a ustedes con la espada.[4] El Baal Haturim explica que el versículo comenzó en singular: No humillarás. Sin embargo, cuando se refirió al castigo lo hizo en plural: mataré a ustedes. ¿Cuál es la culpa de quienes no participaron del pecado? Todo Israel es garante uno por el otro.

 

Asimismo, en el tema conocido con el nombre de Eglá Arufá. Se refiere a que en caso de que apareciera un muerto sin saber quién había sido el asesino, la ciudad más cercana al lugar en donde se encontró el cadáver, debía traer una becerra y desnucarla en un valle escabroso en el que no se podía labrar ni sembrar. Luego los ancianos de esa ciudad lavarán sus manos sobre la becerra decapitada y declararán: "nuestras manos no han derramado esta sangre, y nuestros ojos no vieron... Concede expiación a Tu pueblo Israel que has redimido, y no pongas sangre inocente en medio de Tu pueblo Israel.[5]. ¿Por qué el Eterno debía perdonar a todo el pueblo si sólo una persona fue la asesina? La respuesta es la misma: todos somos responsables de los actos que suceden a nuestro alrededor.

 

Por lo tanto, hoy más que nunca debemos, cada uno de acuerdo con su nivel y categoría, ocuparnos de este tema tan vital, no sólo por ser garantes de nuestros hermanos, sino también porque el cariño verdadero al Todopoderoso se refleja llamando a que Su nombre sea querido y respetado por todos. Por lo tanto, debemos enseñar y exhortar, reprochar y evitar de que cualquier integrante del pueblo de Israel efectúe actos perjudiciales, si hiciste todo lo posible para contenerlo y no obtuviste éxito, dejarás de ser responsable por sus actos y no compartirás su destino.

 

Concluimos el estudio de esta hermosa Mishná llevándonos la siguiente enseñanza: Todas las obras del hombre están escritas en un libro; eventualmente la persona tiene libertad de elección y puede actuar mal hoy, esperando que en el futuro actuará mejor y podrá superar las cosas que hizo mal. Pero los cobradores van regularmente todos los días y exigen cuotas del hombre, con su consentimiento o sin su consentimiento: aunque una persona puede pedir prestado, debe tener cuidado porque no sabe cuándo llegará el día del juicio. Los “recaudadores” pueden venir cualquier día, y cuando lo hagan, cobrarán ya sea que esté listo para pagar su deuda o no. Por lo tanto, una persona debe tener cuidado de asegurarse de que nunca esté en "sobregiro", ya que el juicio es imparcial y adecuado, incluso si los humanos no pueden verlo en este mundo. Y todo está preparado para el banquete: en el Mundo Venidero cada persona comerá la comida que ha preparado para sí mismo en este mundo. © Musarito semanal.    by Elias E. Askenazi

 

 

“La forma en que uno mira este mundo, es la clase de mundo que tendrá”.[6]

 

 

 

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[1] Shabuot 39a.

 

[2] Shemot 19:2.

 

[3] Rashí.

 

[4] Shemot 22:21-23.

 

[5] Debarim 21:1-8.

 

[6] Rab Avigdor Miller, Sing You Righteous, pág. 17.