Perek 3, Mishná 17, continuación…
Rabí Elazar ben Azariá dijo: Donde no hay Torá, no hay conducta correcta; donde no hay conducta correcta, no hay Torá. Donde no hay sabiduría no hay temor reverente al Señor; donde no hay temor reverente, no hay sabiduría. Donde no hay conocimiento, no hay comprensión; donde no hay comprensión no hay conocimiento. Donde no hay harina [sustento], no hay Torá; donde no hay Torá, no hay harina. El solía decir: aquel cuya sabiduría excede sus obras, ¿a qué se le puede comparar? A un árbol cuyas ramas son numerosas, pero pocas sus raíces, de modo que cuando llega el viento, lo arranca y lo vuelca, como está dicho: Será como una zarza en el desierto, que no siente cuando viene el bien, sino que habita en la sequedad del desierto, en una tierra árida y sin morador.[1] Pero aquel cuyas obras exceden su sabiduría, ¿a qué se le puede comparar? A un árbol cuyas ramas son pocas, pero muchas sus raíces, de modo que, aunque todos los vientos del mundo vinieran y soplaran sobre él, no lo podrían mover de su lugar, como está dicho: Será como un árbol plantado por las aguas, y que extiende sus raíces hacia la corriente. No temerá cuando llegue el calor, sino que su follaje estará siempre fresco. No se preocupa en un año de sequía, ni deja de dar fruto.[2]
Rabí Elazar ben Azariá nos da varias enseñanzas en esta Mishná, Donde no hay Torá, no hay conducta correcta, el hombre carecerá de las bases para una conducta social adecuada y perdurable. Si bien Dérej Éretz puede significar “ética secular y los valores del mundo”, la Mishná es sumamente pragmática en este contexto y dictamina que sin Torá no puede existir una ética duradera e inmutable, quiere decir que, al no ser entendida y observada correctamente, el ser humano no puede tener una conducta social adecuada. Y que no piense la persona que sabe Torá que con esto le alcanza para tener buenas relaciones interpersonales, viene la Mishná y le dice: Donde no hay conducta correcta, no hay Torá, quien no posee modales adecuados y buenas cualidades, si se comporta propiamente con los demás, su Torá carece de valor, ya que debido a su impropio proceder, provocará la profanación de la Torá y el repudio de los que lo rodean.
Los Sabios preguntan, ¿acaso solamente las personas que estudian Torá poseen buenos modales? Estarás de acuerdo conmigo querido lector que todos conocemos personas con un comportamiento social muy adecuado. Responden los exegetas de que Rabí Elazar no dijo que no existe el Dérej Éretz en personas que no estudian Torá, lo que significa es que, la finalidad del Dérej Éretz, es para poder llegar a la Torá, quiere decir, ¿de qué le sirve el Dérej Éretz, si al final no va a llegar a la Torá. Otra respuesta que nos ofrecen es que, si es verdad que hay gente que tiene muy buenos modales, pero, que sucede cuando tiene un problema o alguien le hizo algo que lo irritó, o alguien encuentra una oportunidad de hacerse de un bien fácilmente a costa de otras personas, si alguien no tiene Torá, va a ser muy difícil para él tener el autocontrol de la situación, si la ética y los valores fueron diseñadas por el hombre, va a ser muy fácil caer en las tentaciones y en un criterio “sobornado” por las mismas. Y para probarlo solamente hay que voltear a ver ¿cuántas cosas que antes eran inaceptables ante la sociedad, hoy son aprobadas por la mayoría de la gente? Los valores se van cambiando según la conveniencia de las personas en cada momento. Los valores verdaderos y reales, son eternos y son los de la Torá.
Entonces ¿con qué se debe comenzar con Torá o con Dérej Éretz? No existe un orden porque uno es complemento del otro. Se puede comenzar con cualquiera de los dos, pero deben ir complementándose simultáneamente, se va estudiando y a la vez se van mejorando sus atributos y así hasta llegar a conseguir la tan deseada integridad.
Continúa la Mishná diciendo, donde no hay sabiduría no hay temor reverente al Señor. Este tema ya lo tratamos anteriormente en el comentario de Rabí Janiná ben Dosá.[3] Pero significa que, si una persona no profundiza en el estudio de la Torá para comprender la grandeza del Creador y las Mitzvot de la Torá, entonces no habrá desarrollado un temor reverente y a desear cumplir cabalmente Su voluntad. Donde no hay temor reverente, no hay sabiduría, por cuanto a que es no es temeroso del Eterno, no tendrá las herramientas para alejarse de cometer cualquier falta, y una persona así, no le será concedida la sabiduría de la Torá íntegramente. El temor al Señor, eso es sabiduría; apartarse del mal, eso es entendimiento.[4]
Donde no hay conocimiento, no hay comprensión, si el estudiante de Torá no presta la atención adecuada, entonces no encontrará la razón de las cosas, y esto es el conocimiento, una persona puede tener una memoria fotográfica y recordarlo todo, pero no comprende lo que hay detrás de todo ese cumulo de información ¿de qué le sirve? Donde no hay comprensión no hay conocimiento, la comprensión es entender una cosa a partir de otra, pero si no posee información previa a lo que este estudiando, ¿cómo puede llegar a comprenderlo? Por lo tanto, para adquirir la Torá se requieren ambos atributos, el conocimiento (la memoria) y también el razonamiento.[5]
Donde no hay harina [sustento], no hay Torá. El ser humano fue creado a partir de la materia y para subsistir requiere del alimento y la bebida. Si el hombre no posee de donde sustentarse ¿cómo puede ocuparse de la Torá? Esto se puede entender bien, pero la segunda parte de la Mishná que reza: donde no hay Torá, no hay harina, ¿qué quiere decir? El hombre no vino a este mundo solamente a satisfacer sus necesidades corporales, también debe nutrir a su espíritu. La Torá se comparó con el pan: Vayan, coman de mi pan.[6] Explica el Jafetz Jaim que el pan se refiere al estudio de las leyes de la Torá. Así como la comida mantiene al cuerpo, la Torá sostiene al alma. Cuando una persona ayuna por algunos días ya sea voluntaria o involuntariamente, se siente débil, pierde el apetito y el interés por la comida. Igualmente, el individuo que pasa un tiempo sin estudiar Torá ni cumplir las Mitzvot, su alma pierde su anhelo natural por estas. Se le dificulta el estudio o el cumplimiento. Por lo tanto, debe el hombre fijar tiempos para estudiar y entender como cumplir lo aprendido. © Musarito semanal. by Elias E. Askenazi
“No hay cosa que atestigüe sobre la inteligencia del sabio como su propia inteligente conducta”.
[1] Irmiyá 17:6.
[2] Ibid 17:8.
[3] Ver Mishná 3,11.
[4] Iyob 28:28.
[5] Rabí Ovadiá de Bartenura.
[6] Mishlé 9:5.
© 2014. Musarito Semanal. Todos los derechos reservados.