Perek 3, Mishná 18

 

 

Rabbí Eliezer Ben Jismá solía decir: “Los nidos y los comienzos de la separación menstrual son leyes esenciales. Los ciclos y las Gematriot son una sazón para la sabiduría”.

 

Rabí Eliezer Ben Jismá fue un reconocido Taná de Éretz Israel, uno de los Sabios de la Metibta en Yavne. Vivió en la generación posterior a la destrucción del Templo. Uno de sus principales mentores fue Rabí Yehoshúa Ben Jananiá,  como lo relata el Talmud: Cierto día fueron a visitar a Rabí Yehoshúa en Pakiín, Rabí Yojanán Ben Beroká y Rabí Eliezer Ben Jismá. En el encuentro les preguntó: “¿Qué innovación hubo hoy en el Bet Midrash?”. Ellos le respondieron: “Nosotros somos sus discípulos y bebemos de sus aguas”.[1] Otro de sus maestros fue Rabán Gamliel II.

 

También recibió enseñanza de Rabí Akibá; lo sabemos por lo que relata el Talmud: Aunque a veces se le llama solamente Rabí Eliezer y en otros lugares le agrega el apelativo de: Ben Jismá. El Midrash explica que no es un distintivo de la familia, sino que se originó de un suceso.[2] Cierta vez, estaba amaneciendo cuando Rabí Eliezer llegó a un poblado y se dirigió al Bet Hakneset para recitar la plegaria matutina. Los lugareños le pidieron que fuera el Jazán (oficiante). En ese lugar tenían Minhaguim (costumbres) y Nusajím (formas) distintas de las que él conocía; sin saberlo, recitó la oración como habitualmente lo hacía. Al finalizar, Rabí Eliezer se percató de que los asistentes no quedaron conformes, porque la Kedushá no se había recitado como habitualmente lo hacían. Quedó muy avergonzado por no haberlo hecho a la costumbre del lugar. A su regreso contó su experiencia a Rabí Akibá y su maestro le explicó y le mostró cómo hacerlo según la forma en que ellos lo recitaban. Después de un tiempo, regresó al mismo lugar y volvieron a invitarlo; pronunció tan hábilmente la plegaria que, al finalizar, le dijeron: “Querido Rabí, esta vez fortaleció a toda la congregación con su hermosa plegaria (la palabra hebrea Itjasem significa fortalecer). A partir de ese día lo llamaron Rabí Eliezer Ben Jismá.[3]

 

Otras opiniones dicen que el nombre proviene de un lugar llamado Jismé. Otros opinan que el nombre significa “vigor”, esto para denotar la fortaleza con la que enseñaba la Torá. Otros más dicen que el nombre se deriva de la palabra Jasimá (restricción), en alusión a una importante disposición suya registrada en una Mishná que dice: Un trabajador puede comer pepinos hasta por el valor de un dinar (moneda común de la época) y dátiles hasta por el valor de un dinar. Rabí Eliezer Ben Jismá dijo: “Un trabajador no puede comer más del valor de su salario. Pero los Sabios lo permiten, aunque advierten al trabajador a no ser glotón como para cerrarse la puerta contra sí mismo. Según la primera opinión, un trabajador puede comer toda la comida que quiera. Rabí Eliezer Ben Jismá no está de acuerdo y afirma que, por ley, un trabajador no puede comer más de lo que gana. Los Sabios, que son los mismos Rabinos que sostuvieron la opinión en la primera cláusula, permiten que un trabajador coma más de lo que gana. Sin embargo, afirman que por el bien del trabajador le enseñamos a no comer demasiado, porque si lo hace, no será recontratado. En otras palabras, puede que sea legal para él comer con glotonería, pero esto dañará su reputación y en el futuro le impedirá obtener ingresos.[4]

 

El Talmud relata que Rabí Eliezer era un Sabio muy destacado, no solamente en Torá, sino también en las ciencias, especialmente en el campo de la física y la astronomía. Rabán Gamliel y Rabí Yehoshúa viajaban juntos en un barco. Rabán Gamliel tenía suficiente pan para el viaje. Rabí Yehoshúa también tenía suficiente pan y, además, había llevado en su equipaje una dotación extra de harina. El viaje duró más de lo esperado y el pan del entonces Nasí se terminó. Entonces Rabí Yehoshúa compartió su harina y pudieron ambos nutrirse durante la travesía. Rabán Gamliel le preguntó: “¿Acaso sabías que tendríamos un retraso tan sustancial? Supongo esto por la cantidad extra de harina que trajiste contigo”. Rabí Yehoshúa le respondió: “Hay una estrella que sale una vez cada setenta años y engaña a los marineros en el mar haciendo que sus viajes se alarguen. Realicé los cálculos astronómicos y encontré que esa estrella estaría sobre el firmamento durante nuestro viaje; entonces previne el suministro del alimento, por si el capitán de la embarcación errara el rumbo”. Rabán Gamliel le dijo: “¿Tanta sabiduría tienes a tu disposición y abordas un barco para ganarte la vida?”. Rabí Yehoshúa le respondió: “Antes de que te preguntes por mí, pregúntate por dos estudiantes que tienes en tierra firme: Rabí Eliezer Ben Jismá y Rabí Yojanán Ben Gudgedá;  ellos son tan sabios que saben calcular cuántas gotas de agua hay en el océano y sin embargo son extremadamente pobres, sin alimento ni ropas adecuadas”. El Nasí tomó al momento la decisión de sentarlos al frente de la academia, con una remuneración abundante.

 

Cuando Rabán Gamliel ascendió a tierra seca, les envió un mensajero para decirles que vinieran para que pudiera designarlos, pero ellos no asistieron, pues deseaban seguir manteniendo un perfil bajo. Volvió a enviarles un mensajero y les dijo: “¿Acaso piensan que les estoy ofreciendo la soberanía? ¡Lo que están recibiendo es un puesto de esclavitud!”. Ingresó entonces y se sentó entre los estudiantes, sin asumir autoridad ni responsabilidad, hasta que el Nasí lo forzó y le dijo: “Hasta ahora fueron dueños de sí mismos. A partir de ahora serán servidores de la comunidad,[5] como está dicho: Y le hablaron diciendo: Si hoy quieres ser siervo de este pueblo…”.[6]

 

Al respecto, los Sabios del Talmud preguntan: “¿Por qué los reyes y los dirigentes necesitan sentir como si algún reptil estuviera parado sobre sus espaldas?”. Y responde que el reptil es un símbolo de la bajeza y de la vergüenza; y los líderes del Pueblo de Israel deben tener esta sensación para no llegar a creerse más que los demás. Quiere decir que el liderazgo en el judaísmo es, en realidad, una forma de esclavitud.[7]

 

Moshé Rabenu, nuestro gran líder, se sentía esclavo del pueblo y por eso, después del pecado del Becerro de Oro, se dirigió al Todopoderoso diciendo: Si no los perdonas, te ruego que me borres del libro que escribiste,[8] porque ya no tendré para quién ser esclavo y terminará mi función en el mundo. De esto aprendemos que el líder debe ser misericordioso y sentir que no es más que un siervo del pueblo.  © Musarito semanal.    by Elias E. Askenazi

 

 

 

“En circunstancias normales uno debería ser humilde y evitar la publicidad. Sin embargo, cuando hace falta gente para servir a la comunidad, entonces la humildad y la modestia son absolutamente inapropiadas”.[9]

 

 

 

 

 

 

 

[1] Jaguigá 3:1.

 

[2] Ver Tosafot Yom Tov, en Abot 3:18.

 

[3] Vaikrá Rabá 24,4.

 

[4] Mishná en Babá Metziá 7,5.

 

[5] Orayot 10a y b.

 

[6] Melajim I 12:7.

 

[7] Yomá 22b.

 

[8] Shemot 32:32.

 

[9] Rab Shimshon Rafael Hirsh.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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