Perek 3, Mishná 2    continuación…

 

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Rabbí Janiná, el suplente del Sumo Sacerdote dijo: “Ora por el bienestar del estado, pues si no fuera por el temor que inspira, los hombres se tragarían vivos uno al otro”. Rabbí Janiná ben Teradión dijo: “Si dos hombres se sientan juntos y ninguna palabra de Torá es intercambiada entre ellos, es una reunión de burladores, como fue dicho: …el no se sienta entre los burladores.[1] Pero si dos hombres se sientan juntos e intercambian palabras de Torá, la Presencia Divina mora entre ellos, como está escrito: Entonces los temerosos del Eterno, conversaron uno con el otro, y el Eterno prestó atención y escuchó, y un libro de recuerdo fue escrito ante Él para aquellos quienes reverencian al Eterno, y meditan sobre Su Nombre.[2] [De este versículo aprendemos] sólo que lo precedente se aplica con respecto a dos personas. ¿De dónde se puede aprender que incluso sobre un solo hombre que se sienta y se ocupa de la Torá, el Santo, bendito sea, asigna una recompensa para ella? Pues fue dicho: El que mora solitario y [estudia] en silencio, toma [la recompensa] sobre sí.[3]

 

Rabbí Janiná ben Teradión fue un sabio de la generación de los Tanaim. Tenía una academia en Siknin.[4] Vivió en una época muy difícil para el pueblo judío; fue uno de los 10 Sabios ajusticiados por los romanos, mismos que son recordados en las lamentaciones de Tishá Beab. Luego de la revuelta de Bar Kojvá el emperador Adriano había prohibido bajo amenaza de la pena más rigurosa a aquellos que se ocupaban de la promulgación de la Ley judía, sin embargo, Rabbí Janiná ben Teradión rehusó poner fin a sus estudios, él sabía la responsabilidad que le confería su vocación, y aun a pesar del ultimato, arriesgó su vida y continuó difundiendo públicamente la Torá.

 

Relatan los Sabios en el Talmud que, cierto día, Rabbí Yosí ben Kismá enfermó, Rabbí Janiná fue a cumplir la Mitzvá de Bikur Jolim. Rabbí Yosí le dijo: “Hermano mío, ¿no te das cuenta de que a Roma se le ha dado el reinado de Israel por un decreto del Cielo? La prueba es que esta nación logró destruir el Templo Sagrado y quemó Su Santuario, mató a Sus piadosos, y continúa existiendo. Evidentemente, todo esto es por decreto Divino. Y, sin embargo, escuché acerca de ti que te sientas y te dedicas al estudio de la Torá, y convocas asambleas en público, y colocan un rollo de la Torá en tu regazo, demostrando así un total desprecio por los decretos emitidos por los romanos. Rabbí Janiná le respondió: “El Cielo tendrá misericordia y me protegerá”. Rabbí Yosí ben Kismá le dijo: “Te estoy diciendo cosas razonables, y tú me respondes que: ¿El Cielo tendrá misericordia de ti? Me pregunto si los romanos no te quemarán tanto a ti como a tu Torá en el fuego”. Rabbí Janiná ben Teradión le dijo: Mi maestro, ¿qué será de mí? ¿Estoy destinado a vivir en el Mundo Venidero?

 

Rabbí Yosí ben Kismá le dijo: “¿Recuerdas algún incidente especial que pueda servir como indicación? Rabbí Janiná le respondió: “Cierta vez, tenía un fondo destinado para repartir entre los necesitados en el día de Purim, no me di cuenta y las monedas de Tzedaká se mezclaron con las de uso personal, entonces distribuí todas las monedas a los pobres a mi costa. Rabbí Yosí dijo: Si es así, que mi porción en el Mundo Venidero sea como la tuya.

 

A los pocos días, Rabbí Yosí ben Kismá murió de su enfermedad, y todos los notables romanos fueron a enterrarlo, y lo elogiaron en la procesión. Y a su regreso, encontraron reunida a una gran cantidad de gente, se acercaron y encontraron a Rabbí Janiná sentado y dedicado al estudio de la Torá y convocando asambleas en público, con un rollo de la Torá colocado en su regazo. Fue apresado y conducido al juzgado. De inmediato, él y su esposa fueron sentenciados a muerte y sus dos hijas a la humillación.

 

Lo envolvieron con un rollo de Torá y le prendieron fuego, le colocaron esponjas y pajas en su cuerpo para que el combustible se consumiera más lentamente y así prolongar el martirio. Sus alumnos se acercaron al maestro y le preguntaron: “¿Qué ve usted?”, en medio de la agonía él les respondió: “Veo arder el pergamino (del rollo de la Torá), pero las letras ascienden hacia los Cielos”. Tan conmovido quedó el verdugo encargado de la ejecución por el coraje y la firmeza del Sabio, que le preguntó: “Si acelero tu muerte para evitarte más sufrimiento, ¿procurarías abogar por mí para que adquiera el Mundo Venidero? Rabbí Janiná aceptó. El verdugo quitó las esponjas de lana que habían colocado en el cuerpo del Sabio para prolongar el sufrimiento, y Rabbí Janiná falleció de inmediato. Acto seguido, el romano se lanzó hacia el fuego y también falleció, salió una Voz Celestial anunciando que ambos tienen un lugar en el Mundo Venidero.

 

Su segunda hija, Bruria, fue rescatada por Rabbí Meir quien terminó casado con ella, fue una mujer excepcionalmente justa, el Talmud relata varios encuentros que muestran su carácter, su perspicacia y los profundos conocimientos de Torá que, seguramente adquirió de sus padres.[5]

 

Esta Mishná muestra la entereza de Rabbí Janiná ben Teradión y el valor que le daba al estudio de la Torá; vivió y entregó su alma conforme a su enseñanza, legando el siguiente mensaje: El espíritu de la Torá nunca perecerá, sin Torá el pueblo judío no puede seguir existiendo, por esto, si dos personas se sientan juntas y platican solamente palabras vanas…. ¡qué objetivo tiene esto en la existencia del mundo y de la humanidad! Las letras eternas de la Torá, así como el alma del judío son eternas e inconquistables, y las palabras de la Torá pronunciadas en este mundo, continuarán ascendiendo hacia los Cielos y darán vida eterna a la nación judía a pesar de las llamas y el terror de la persecución. ©Musarito semanal.  Elias E. Askenazi

 

 

“Y ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación sagrada”.[6]

 

 

 

 

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[1] Tehilim 1:1.

 

[2] Malají 3:16.

 

[3] Ejá 3:28.

 

[4] Sanhedrín 32b.

 

[5] Ver Abodá Zará 18a.

 

[6] Shemot 19:6.