Perek 3, Mishná 2
Rabbí Janiná, el suplente del Sumo Sacerdote dijo: “Ora por el bienestar del estado, pues si no fuera por el temor que inspira, los hombres se tragarían vivos uno al otro”. Rabbí Janiná ben Teradión dijo: “Si dos hombres se sientan juntos y ninguna palabra de Torá es intercambiada entre ellos, es una reunión de burladores, como fue dicho: …el no se sienta entre los burladores.[1] Pero si dos hombres se sientan juntos e intercambian palabras de Torá, la Presencia Divina mora entre ellos, como está escrito: Entonces los temerosos del Eterno, conversaron uno con el otro, y el Eterno prestó atención y escuchó, y un libro de recuerdo fue escrito ante Él para aquellos quienes reverencian al Eterno, y meditan sobre Su Nombre.[2] [De este versículo aprendemos] sólo que lo precedente se aplica con respecto a dos personas. ¿De dónde se puede aprender que incluso sobre un solo hombre que se sienta y se ocupa de la Torá, el Santo, bendito sea, asigna una recompensa para ella? Pues fue dicho: El que mora solitario y [estudia] en silencio, toma [la recompensa] sobre sí.[3]
El Talmud relata que en el primer Bet Hamikdash, que perduró 410 años, tuvo solo dieciocho Cohanim Gedolim (Sumo Sacerdotes). En el segundo Bet Hamikdash, que perduró 420 años, tuvo más de trescientos Cohanim Gedolim, incluyendo a Shimón Hatzadik, quien fue Cohén Gadol por 40 años, y Yojanán, quien fuera Cohén Gadol por 80 años. Los Sumos Sacerdotes fueron tan numerosos durante el segundo Bet Hamikdash, porque el gobierno romano decidió vender el cargo a quien deseara pagar el precio. Dado que ellos no eran propicios para ocupar semejante puesto, generalmente fallecían en Kipur cuando ingresaban al Kodesh Hakodashim (el Santuario Interior).[4]
Rabbí Janiná vivió en la última generación del segundo Bet Hamikdash.[5] Fue martirizado por los romanos el 25 de Nisan. Era un hombre justo, recibió la mención de: Segán HaCohanim (vice Cohén). Era el segundo en importancia después del Sumo Sacerdote,[6] se mantenía a su derecha para honrarlo, y el resto de los Cohanim estaban bajo sus órdenes.[7] Estaba listo para suplir al Cohén Gadol en caso de que se impurificara o después de su fallecimiento, él habría sido nombrado para el cargo, sin embargo, fue injustamente privado del puesto que él merecía, pues el gobierno romano vendía este privilegio, y Rabbí Janiná se mantenía como asistente del nuevo Cohén Gadol, estuvo muy involucrado en determinar y preservar las leyes del servicio sacerdotal del Templo, y es por estos motivos, que en la Mishná se menciona como Segán HaCohanim (el suplente de muchos Cohanim Guedolim).[8]
Sus estudiantes se quejaron ante él de que el sistema gubernamental, estaba corrupto y aunque ciertamente fue testigo de la tiranía de ser gobernado por un gobierno extranjero, les respondió que les corresponde orar por el bienestar del país donde viven, porque si no fuera por el miedo que inspira, cada hombre se tragaría vivo a su prójimo. Uno debe orar por el bienestar del gobierno, porque sin las riendas de la anarquía del gobierno, la gente no podría vivir pacíficamente el curso de su vida.
El profeta Yermiyahu aconseja a los judíos que viven en el exilio, ser leales a su nación anfitriona.[9] La seguridad de la judeidad en la diáspora depende de la existencia de un gobierno con autoridad, para que haga valer la sana aplicación de las leyes civiles y mercantiles. Es conocido históricamente que, cuando las cosas no funcionaron adecuadamente, las autoridades tendieron a buscar a un chivo expiatorio, y el judío será siempre una excelente opción para atribuir la culpa de todas las desgracias, pues generalmente se trata de una minoría que vive en forma pacífica y distinta a los demás habitantes. Es sabido lo que sucedió en la época de la primer y segunda guerra mundial, en Alemania, Polonia y Rusia. En esos momentos, nadie imaginaba lo que ocurriría, el desastre que los alemanes provocarían a los judíos de Europa. Alemania era una nación progresista, tolerante con una economía pujante y abierta, había gran tolerancia racial y religiosa. Los judíos alemanes vivían allí tranquilamente, y eran totalmente aceptados por la sociedad alemana. Nadie imaginó que aquellos seres tan civilizados se convertirían en fieras que mataron monstruosamente y sin misericordia a civiles, ancianos, mujeres y niños inocentes. Dijo el Nabí (profeta): ¿Por qué observas a los traidores calladamente, cuando traga un malvado a uno más justo que él? Hiciste a la persona como si fueran peces del mar…[10] Los peces generalmente se alimentan de otros más pequeños a ellos, el ser humano, cuando se infecta con crueldad, se “traga” incluso a otros más grandes que el….[11] El Taná utilizo la expresión: “tragar vivo”, porque una vez que pierde la virtud que lo caracteriza como humano, puede masacrar, destruir y desgarrar a otros aun sin tener algún motivo, como una serpiente que engulle a su victima sin masticarla ni saborearla, sin tener satisfacción del alimento.
Por eso, es tan necesario para la humanidad que exista el temor al castigo. Por esto, es tan necesario que oremos e imploremos al “Reino de los Cielos” que exista paz en todo el mundo, que exista estabilidad social y económica. Que podamos morar en el exilio poniendo toda nuestra confianza en la protección Celestial. Que podamos retornar a la ciudad de Yerushalayim y que la Divinidad mantenga la moralidad, el sosiego, la bonanza y el reconocimiento del Gobierno y la conducción de toda la humanidad por medio del Todopoderoso. ©Musarito semanal. Elias E. Askenazi
“El temor al Eterno, cuando es puro, perdura para siempre”.[12]
[1] Tehilim 1:1.
[2] Malají 3:16.
[3] Ejá 3:28.
[4] Yomá 9a.
[5] Rambam en el prólogo del cuarto Pérek.
[6] Ver Rashí en Melajim II, 23:4.
[7] Rambam Hiljot Kelé Hmikdash 4,16.
[8] Musar Avot.
[9] Ver Irmiyahu 29:7.
[10] Jabakuk I, 13-14.
[11] Texto basado en el comentario del Rab Irving M. Bunim.
[12] Tehilim 19:10.
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