Perek 3, Mishná 8, continuación…

 

 

Rabí Dostai bar Yanai dijo, en nombre de Rabí Meir: Quien olvida tan siquiera una sola cosa de su estudio de Torá, es considerado por la Escritura como si mereciera la muerte, pues fue dicho: “Solo cuídate y guarda con ahínco tu alma, no sea que te olvides de los hechos que han visto tus ojos”. Podría suponerse que ello se aplica incluso si su estudio resultó ser demasiado arduo. Por lo tanto, declara la Escritura: “Y no sea que se aparten de tu corazón todos los días de tu vida”. Vemos que no merece la muerte sino hasta que deliberadamente las aparta de su corazón.

 

Rabí Dostai bar Yanai dijo, en nombre de Rabí Meir: Quien olvida tan siquiera una sola cosa de su estudio de Torá, es considerado por la Escritura como si mereciera la muerte. Se entiende que el que no repasa diligentemente su estudio, y con el tiempo se olvida, está considerado por el versículo como si se estuviera condenando a sí mismo. ¿Podríamos pensar que tal vez se trata de cuando el tema del estudio resultó ser demasiado difícil? Y como era tan complicado, no le entendió tan bien, perdió el interés y por lo tanto lo olvidó fácilmente. Viene el versículo y advierte: ¡Ten cuidado! no sea que se aparten de tu corazón todos los días de tu vida, si era algo que ya tenía en su corazón: vemos que no merece la muerte sino hasta que deliberadamente las aparte de su corazón. Quiere decir, que si por negligente no repasa frecuentemente lo que estudió y por este motivo lo olvidó, compromete a su alma.

 

Rabí Obadiá de Bartenura comenta sobre el significado del versículo: aquí trata de una persona que por no haber repasado adecuadamente, olvidó lo que estudió y realizó algo que no debía de hacer, o permitió lo prohibido y ocurrió un error por su causa. Por ejemplo: si alguien viene y le pregunta una Halajá concerniente a Shabat, hay ciertas Leyes que dictan que si uno las profana, si el Sanhedrín estuviera en función, sería condenado a la pena capital. Si él, por no haber repasado lo que estudió, olvidó la Halajá y dictaminó mal, su falta involuntaria se hace como premeditada, porque no repasó lo que sabía, o porque no consultó los libros, será proclive a la condena mencionada.

 

Memorizar todo lo que se ha estudiado es muy difícil, aunque es cierto que esto es un don Divino que no todos lo ameritan, pero la virtud del hombre es que puede hacer todo lo que se proponga, incluso con respecto a mejorar su memoria. Hallamos en el Talmud que grandes Jajamim repasaban todos sus estudios cada 30 días para no avergonzarse en el Mundo Venidero,[1] y así dictaminaron: Dichoso será aquel que llega [al Mundo Eterno] con su estudio en la mano. Si ellos dijeron: “Nosotros somos tan fáciles de olvidar, como lo es meter un dedo al pozo”.[2] Nosotros, ¿qué argumento tenemos ahora que hemos empobrecido tanto espiritualmente…? Por lo menos reconozcamos nuestra corta memoria y repasemos las Halajot que sean más usuales. Las autoridades rabínicas que se sientan a juzgar y a dictaminar, no deben dar veredicto alguno, ni de cosas prohibidas, ni de juicios monetarios, aun si les parece algo obvio y fácil de decidir, que consulten los libros y analicen detenidamente el caso. Que nadie se apoye en su memoria, aun si piensa que lo tiene tan claro como el precepto de que su hermana le es prohibida. Porque en una generación huérfana como ésta, la memoria falla mucho. Por eso, es nuestra obligación que no nos apartemos de los libros de la Halajá para dictaminar correctamente lo que se debe hacer.[3]

 

Como lo estudiamos en la Mishná anterior, cuando uno estudia Torá, estará protegido por el Todopoderoso y todo el tiempo que mantenga ese estudio en su memoria, Él lo estará salvaguardando. Pero en el momento en que lo olvida, estará apartando de sí la protección, y quedará expuesto a los peligros. Otra explicación dice que cada parte del hombre, tanto su alma y su cuerpo se convierten en parte de la Torá que él estudia. El que se olvida de una parte de ella, está obligado a reponer esa parte que estará faltante de su ser.

 

El hombre guarda en su memoria los sucesos más importantes y emotivos de su vida, los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres, las cosas que no quieres perder. Estamos viviendo en la era de la información, atesoramos tantas cosas, tantos recuerdos, hay dispositivos de memoria enormes, incluso podemos guardar información en la “nube”, pero lo realmente importante lo guardamos en la mente, y eso es lo que define qué es lo que es valioso para ti, eso solamente tú y el Creador lo conocen.  Cuando alguien esta convencido del valor que tiene un recuerdo, por ejemplo, la combinación de su caja de seguridad, o simplemente cuando uno lleva en el bolsillo una cantidad importante de dinero, constantemente palpa allí para asegurarse de que sigue en su lugar, lo mismo aplica cuando uno le da el valor adecuado a su estudio, relegará los demás pensamientos a un segundo plano y dejará libre su memoria para la Torá. Pero cuando sucede lo contrario, entonces la llena de cosas triviales y es entonces que comenzará a olvidar lo que estudió.

 

Es conocido que cuando el feto se encuentra en el vientre de su madre, hay un ángel que le enseña toda la Torá. Antes de que el bebé nazca, el ángel le da un golpecito sobre la boca y el bebé se olvida de toda la Torá que aprendió.[4] ¿Qué sentido tiene estudiarla si finalmente va a olvidar todo? Podemos responder diciendo que si el ángel no nos hubiera enseñado toda la Torá mientras estábamos en el vientre de nuestra madre, no seríamos capaces de entender las palabras de la Torá. Sólo por el hecho de que ya la hemos estudiado con el ángel, podemos entenderla cuando estamos en este mundo. Por lo tanto, el Creador, con Su infinita misericordia, quiso mostrarnos que a este mundo venimos a esforzarnos, y cuando algo nos cuesta trabajo adquirir lo cuidamos mejor que cuando nos llega con facilidad. Si el hombre desea elevarse en niveles de Torá y temor al Cielo, debe esforzarse y trabajar arduamente para lograrlo. Si en su llegada al mundo supiera toda la Torá al nacer, ¿Cuál sería entonces la razón de su existencia?[5]-[6]

 

Debemos ser muy persistentes, trabajar muy fuerte para poder pasar a la siguiente generación, la memoria de todo lo que hemos recibido de nuestros ancestros. Estamos comprometidos con el Creador del mundo, con Moshé, y con todas aquellas personas que faltan por venir; que el Todopoderoso nos de la oportunidad de entregárselas tal y como tuvimos la fortuna de recibir.  ©Musarito semanal.    by Elias E. Askenazi

 

 

“Confío en el próximo capítulo de mi vida, porque conozco al Autor”.

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Berajot 38b, Pesajim 68b, Rosh Hashaná 35a.

 

[2] Erubín 53a.

 

[3] Péle Yoetz, recordar.

 

[4] Nidá 30b.

 

[5] Kohelet Rabá 1:32.

 

[6] Extraído de Torat David; tomo III; página 594.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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