Perek 4, Mishná 12, continuación…

 

 

Rabí Elazar ben Shamúa dice: “Deja que el honor de tu discípulo sea tan preciado para ti como el tuyo propio, y el honor de tu colega como la reverencia hacia tu maestro, y el respeto hacia tu maestro como la reverencia al Cielo”.

 

La declaración de Rabí Elazar clasifica el honor que una persona normalmente daría a los demás. Él dice que, en cada caso, uno debe dar aún más honor del esperado. Un profesor debe respetar a los estudiantes como si ellos mismos fueran sus colegas. Esto lo aprendemos de la conducta de Moshé, quien le dijo a Yehoshúa: Elige para nosotros hombres,[1] no dijo: “elige por mí”, sino: “elige por nosotros”, aunque Moshé era claramente superior a él, lo puso a su mismo nivel, como si fuera él mismo; igualando el honor y el mérito de su alumno al suyo propio.[2]

 

De manera similar, uno debería tratar a un colega, con la misma reverencia que le daría a un maestro que está un paso más arriba. Como hemos visto en Aarón, quien le dijo a Moshé: Sea su voluntad, mi señor,[3] a pesar de que era su hermano mayor en años, lo llamó: “mi señor”.

 

 Finalmente, dice que la persona debe tener tanta reverencia por su maestro como la que tiene por el Eterno. Esto se aprende de Yehoshúa, quien le dijo a Moshé sobre Eldad y Medad: “mi señor, acábalos,[4] expúlsalos del mundo, por cuanto que se rebelaron contra ti”. Yehoshúa consideró la insurrección como si se hubiesen sublevado contra el Todopoderoso, y por tanto no merecían vivir. Aprendemos de aquí que para Yehoshúa el respeto a su maestro, era equivalente al del Señor.[5]

 

Estudiamos en Mishnayot anteriores: “Que el honor de tu prójimo te sea tan caro como el tuyo propio”,[6] y “No desprecies a ningún hombre”.[7] De ellas aprendimos lo esencial que es el honrar y respetar a nuestros semejantes, quienes fueron formados a imagen y semejanza del Señor.

 

Entonces, ¿Qué viene a aumentar aquí Rabí Elazar Ben Shamúa?

 

En su máxima, quiso destacar un punto en particular: el caso de un maestro, quien por lo general, posee más experiencia y conocimiento que el estudiante, y por lo tanto, el respeto debería ir en una sola dirección. La Mishná nos viene a informar que esta no es la forma adecuada de conducirse: el maestro también debe honrar a sus alumnos, sin dejar de mostrar firmeza y autoridad. Dijo Rabí Janiná: “He aprendido mucho de mis maestros, y más que eso, aprendí de mis colegas, y de mis alumnos aprendí más que de todos ellos”. Además de respetarlo como persona, dado que se beneficia mucho de su estudiante, Rabí Eliezer instruye al maestro que el honor del estudiante debería ser tan querido para él, como el suyo propio. No obstante, el alumno debe tener el máximo de reverencia para el maestro al grado que es comparable con el temor del Cielo.[8]

 

Estudiamos en la primera Mishná de este capítulo: “¿Quién es el honorable? Aquel que honra a los demás. Un educador que respeta y honra la capacidad y las habilidades de cada uno de sus aprendices, mostrándoles consideración y motivación, estará incentivando su autoestima y de esta forma crecerán en su formación dentro del marco de la Torá.

 

El Gaón Rabí Berish Maizlesh, Rabino de Varsovia de las generaciones anteriores, presenció cómo uno de los hombres más ricos de la ciudad, trató despectivamente a un Moré diciéndole: “Tú... eres un simple maestro de escuela!”. El Rab mandó llamar al otro día al hombre rico, y éste se presentó prestamente acudiendo al llamado. “¿Cuál es el significado de la palabra Moré?”, le preguntó el Rab. “¿Moré?” dijo el hombre con desdén. “Es una persona que se dedica a enseñarle Torá a los pequeñitos”. “¿Sabes lo que eso significa?”, preguntó el Rab. “Ese Jumash, que diariamente les enseña, son los cinco libros de la Torá que el Señor le entregó a Moshé Rabenu, para que se los transmita al Am Israel. Con tu respuesta quisiste menospreciar al Moré, pero al mismo tiempo lo ensalzaste.  ¡Un Moré tiene la categoría de Moshé Rabenu!  ¿Sabes el tamaño de responsabilidad que aquel hombre que trataste con desdén carga sobre sus hombros? ¿Cómo pudiste haberte atrevido a faltarle el respeto a quien es como Moshé Rabenu? ¿Sabes acaso el tipo de castigo que merece aquel que osa despreciar a un Talmid Jajam?”. El hombre rico se estremeció; no se imaginó que lo que había hecho era tan grave. Salió de allí y fue inmediatamente a la casa del Moré a pedirle perdón, y los dos regresaron con el Rab a demostrarle que ya estaban reconciliados...[9]

 

La Mishná no solamente se refiere al respeto y estima que se debe dar a maestros y alumnos, también incluye a nuestros colegas, amigos, y cuánto más hacia los cónyuges… ni qué hablar de los hijos… Todos y cada una de las personas que nos rodean, merecen ser honrados por nosotros. En cierta manera tendemos a tener consideración hacia los menores, y por otro lado a los mayores les damos respeto y admiración, pero de todos podemos obtener ayuda o alguna enseñanza, y por lo tanto, sea mayor, menor o igual que tú, todos merecen tu respeto.

 

   En conclusión, ¿Quieres respeto? Ofrece lo mismo a los demás. Dijo el más sabios de todos los hombres: Así como una cara es reflejada en el agua clara, de la misma forma los corazones afines encuentran sus emociones y convicciones reflejados uno en el otro.[10] La naturaleza del agua es reflejar todo lo que tiene enfrente, el corazón del hombre tiene la misma naturaleza: si muestras un buen sentimiento hacia otra persona, el corazón de aquél también se sentirá bien contigo; si muestras un sentimiento malévolo, así el otro sentirá lo mismo en su corazón. Cada uno tiene la responsabilidad de ocuparse de su prójimo, de hablar con él, de interesarse de su bienestar… tal como aprendemos de Hilel: La base de toda la Torá es que no le hagas a tu prójimo aquello que odias que te hagan a ti.[11] Por lo tanto, debemos entender que el honor que se le rinde al hombre no es para que lo utilice para su propio provecho, sino que para que sepa honrar a la Torá y a los Talmidé Jajamim. Honrar a los demás le brinda honor al Todopoderoso, porque el honor que Él otorgó al hombre refleja Su propio honor. Cuando la persona se acostumbra a honrar al Omnipresente con constancia y con perseverancia, entonces logra alcanzar genuina Emuná (fe) en el Creador.

 

Un ejemplo de esto nos lo proporciona el Talmud cuando nos describe los últimos momentos de Rabí Eliezer, sus discípulos le solicitaron que, antes de abandonar este mundo les indicase los caminos que conducen a la Vida Eterna. Él les respondió: “Cuiden el honor de sus compañeros”. En el mundo de los negocios es muy fácil que dos personas que trabajan en un mismo puesto, para la misma empresa se conviertan en competidores y por ende en rivales. En el judaísmo la cosa es distinta, los “competidores” luchan por el mismo ideal, persiguen la misma verdad, y se benefician unos a otros de los actos de los demás. © Musarito semanal.    by Elias E. Askenazi

 

 

“Todo el que sabe que otra persona es mejor que él mismo en un sólo aspecto, debe honrarla”.[12]

 

 

 

 

 

 

[1] Shemot 17:9.

 

[2] Abot de Rabí Natán 27.

 

[3] Bemidbar 12:11.

 

[4] Bemidbar 11:28

 

[5] Rabí Obadyá de Bartenura

 

[6] Pérek 2, Mishná 15.

 

[7] Pérek 4, Mishná 3.

 

[8] Kéneset Israel.

 

[9] Extraído de 100 Sipurim Al Anashim Guedolim I

 

[10] Mishlé 27:19.

 

[11] Shabat 31a.

 

[12] Pesajim 113b.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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