Perek 4, Mishná 14, continuación…
Rabí Nehoray dice: Exíliate a un lugar de Torá, y no creas que ella irá tras de ti, o que tus compañeros de estudio la harán perdurar en ti; y no confíes mucho en tu raciocinio.
Rabí Nehoray se dirige en esta Mishná a estudiantes de Torá, en especial en los años de la adolescencia. Uno no puede aprender Torá por sí solo, debe salir a buscar con quien aprenderla; porque el estudio de la Torá se realiza mejor en compañía de otras personas: con una Jabrutá (compañero de estudio) y con un maestro, pues el estudio de la Torá requiere un fortalecimiento y estímulo constante, y esto se consigue a través del intercambio de conocimiento y el razonamiento desde otro punto de vista. En la época del Taná la Torá Oral aún no estaba escrita, aprender la Torá por cuenta propia era casi imposible. Si uno tenía suerte y era rico, podría haber tenido una copia de la Torá escrita, pero poseer un escrito sobre la Mishná y todas las demás enseñanzas de los Rabinos, incluso cuando fue posible compilarlas, seguían estudiándolas oralmente. En nuestros días tenemos la fortuna de poseer libros, y muchos otros recursos para poder estudiar, sin embargo, es más efectivo aprender con un compañero adecuado. Además, uno no puede realmente empezar a aprender el Talmud sin un maestro, alguien que le explique cómo leer el Talmud y comprenda lo que significan sus argumentos.
Rabí Nehoray enfatiza que aun cuando haya Yeshivot en la ciudad donde uno vive, recomienda al alumno “exiliarse” y viajar para estudiar en otro lugar, pues las comodidades que ofrece el hogar, no son conducentes al ambiente requerido para la adquisición de la Torá, pues el confort es un obstáculo para el estudio diligente y asiduo, ya que la Torá no se instaura en una persona material. ¿Este consejo es apto para todo estudiante? Va a depender del carácter del alumno, pero en la mayoría de los casos, la persona tiene un apego al lugar donde vive, a sus costumbres, a la sociedad, amistades, etc. Distanciarse de todos estos “distractores”, libera la mente y el tiempo para dedicarlo al estudio como corresponde, (quizás este es el motivo por el cual el Todopoderoso ha traído a su preciada nación al exilio).
Rabí Jaim de Volozin es llamado así porque edificó en ese lugar una Yeshivá, la primera de su clase en lituania. Volozin era un pequeño pueblo, solo un poco más grande que una aldea; no tenía correo, ni ferrocarriles, ni tranvías, ni electricidad. Sin embargo, Rabí Jaim lo eligió deliberadamente, ya que deseaba que sus estudiantes estuviesen inmersos completamente y con todo su corazón en el mundo de la Torá, sin los pasatiempos y distracciones propios de las grandes ciudades. De esta forma, importantes centros de la Torá se desarrollaron más tarde en pequeños pueblos como Mir y Telshi (Telz), y la misma estructura se repitió en los Estados Unidos, donde encontramos el Bet Midrash Elión, establecido en Monsey, cerca de Spring Valley, Nueva York. Dichas academias de Torá están ubicadas lejos de las atracciones y distracciones del apresurado y a menudo frenético torrente de la vida ordinaria de las grandes ciudades, con sus ocupaciones y desocupaciones, al menos por cierto tiempo.
Cuentan sobre el Rashash, uno de los principales Rabinos de la generación anterior, que cierta vez no logró entender las palabras de un Tosafot. Después de un tiempo, se encontró con el Rab Naftalí Tzvi Yehudá Berlin de Bolozin, mejor conocido como el Netziv e intercambiaron palabras de Torá. Cuando el Rashash le preguntó sobre el Tosafot que no entendía, el Netziv se lo explicó de inmediato. Después que terminó su explicación, se dio cuenta que su interlocutor mostraba un rostro de tristeza, incluso gruesas lagrimas comenzaron a brotar y a correr por sus mejillas. Entonces le preguntó el motivo de su reacción, y le explicó que le dolía no haberle entendido tan claro como él. Entonces le respondió el Netziv: “Yo tuve el mérito de entenderlo porque estudié Torá en medio de la pobreza y el sufrimiento”.
Aparentemente, cuando se estudia Torá en medio de riqueza y la tranquilidad, con todos los placeres de este mundo, es más difícil su comprensión, porque este mundo es material y efímero, mientras que la Torá es espiritual y eterna.
El Rambam dice lo siguiente. “La forma natural de la persona, es que se deja llevar en su pensamiento y en su conducta, tras sus amigos y compañeros, y actúa como la gente de su país. Por consecuencia, debe la persona unirse a los Tzadikim y vivir cerca de los Jajamim para aprender de su conducta. Alejarse de los pecadores, para no aprender de ellos. Es lo que el Rey Shelomó dijo: “Quien va con los sabios, él también será sabio. Quien va con los perversos, se arruinará”.[1] De igual modo, si vive en un lugar donde la gente no tiene buenas conductas, que deje ese lugar y vaya a donde la gente sea piadosa y temerosa del Cielo. Si no puede ir por motivos válidos, que se quede a vivir solo, y no coparticipe con ellos. Si es que no lo dejan, entonces, que vaya a vivir a cuevas y desiertos, pero que no se mezcle con la gente del lugar.[2]
Y continúa Rabí Nehoray diciendo: si en el lugar donde vives no hay Jajamim con los que puedas estudiar, emigra a otro lugar donde si los tenga, para que puedas aprender de ellos. Y no pienses que el estudio vendrá hacia ti, o sea, no esperes en tu lugar hasta que venga un Rab para que aprendas de él. Y no pienses erróneamente que tus compañeros que sí emigraron hacia un lugar de Torá, te la transmitirán a su regreso, sino que deberás ir con ellos hacia ese lugar, porque no se compara a quien estudia de boca del Rab con quien estudia de boca de su alumno.[3] Y tampoco te fíes de tu entendimiento, no pienses que puedes prescindir de un Rab o un colega para estudiar, y que ya cuentas con los conocimientos necesarios para estudiar por tus propios medios. Y tampoco creas que tu sola presencia en una ciudad donde se estudia aplicadamente la Torá, garantiza que adquirirás la Sabiduría Divina, lo esencial no es contentarse con solo ir; se requiere además invertir mucho esfuerzo, dedicación y humildad para obtenerla.[4] Y el estudio diligente no lo es todo, también deberás hallar buenos colegas con quienes estudiar, además de encontrar buenos mentores con quienes puedas encontrar consejo y guía, y es entonces que la Torá persistirá dentro de ti.[5]
Un ejemplo de esta enseñanza, la ofrece el Talmud, dice allí que si un alumno se vio forzado a huir a una ciudad de refugio, por haber cometido involuntariamente un homicidio, su maestro debe de ir con el allá, porque el alumno lo necesita a él. Así también, cuando el Rab tuvo que ir allá, todos sus alumnos deben trasladarse junto con él, dado que también él los necesita.[6] Dijo Rabí Janiná: “Mucha Torá estudié de mis maestros, de mis compañeros más que de mis maestros, y de mis alumnos más que cualquier otro”.[7] También lo podemos aprender de Elkaná, quien subía a Yerushalaim en las fiestas, y cada que lo hacía tomaba un camino distinto, para encontrarse con gente distinta y exhortarlos a unirse a la peregrinación para tener contacto con la fuente de espiritualidad y así acercar a todos hacia el Todopoderoso.[8] Y el profeta Shemuél no estableció su casa en Ramá, sino que también se trasladaba de pueblo en pueblo reforzándolos en Torá y temor al Cielo.[9] El Eterno le dijo a Abraham: Lej lejá, Vete por ti, de tu tierra y de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré.[10] ¿Este llamado fue solamente para él? Fue para todo el mundo, pero sólo Abraham respondió a él. Nuestra tarea es esforzarnos para emular a Abraham y oír ese llamado personal.[11] © Musarito semanal. by Elias E. Askenazi
“Aun si la Torá estuviese en el cielo tendrías que ir por ella; aun si estuviese del otro lado del mar tendrías que ir por ella”.[12]
[1] Mishlé 13:20.
[2] Hiljot Deot capítulo 6,1.
[3] Ketubot 111a.
[4] Taanit 7a.
[5] Tiferet Israel.
[6] Makot 10a.
[7] Taanit 7a.
[8] Kohelet Rabá 5:25.
[9] Bemidbar Rabá 18:10.
[10] Bereshit 12:1.
[11] Sfat Emet.
[12] Erubín 55a.
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