Perek 4, Mishná 4
Rabí Levitas de Yavne dice: Sé muy, muy humilde de espíritu, ya que la expectativa del hombre es el gusano. Rabí Yojanán Ben Beroká dice: Todo aquel que profana el Nombre del Cielo ocultamente, es retribuido en público; lo mismo da tanto si al profanar el Nombre Sagrado, lo hace sin intención o con ella.
Se sabe muy poco acerca de Rabí Levitas, era un erudito de la ciudad de Yavne, son pocas sus declaraciones en las Mishnayot; encontramos solamente dos citas: una en Abot de Rabí Natán, y otra más en Pirké de Rabí Eliezer. Aunque no aportó en temas Halájicos, fue mencionado en el libro de Abot, por su aportación en el tema de Musar.[1] En Yavne, la humildad y el propósito sincero eran atributos que buscaban los estudiantes de la Torá, ellos sabían que es un requisito indispensable para todo aquel que persigue aprender, y aplicar sus enseñanzas para el Servicio del Eterno, quienes lo consiguen, no existe en ellos cabida para la arrogancia y la vanagloria, pues el final del hombre es la descomposición física en la tierra después de la muerte, en palabras del Taná de nuestra Mishná: gusanos. Notemos que la cita define a Rabí Levitas como Ish Yavne, “hombre de Yavne”, el término utilizado en la Mishná es para elogiar al autor, sin embargo, unas palabras más adelante, utiliza el vocablo Enosh, la cual se refiere a un hombre más apegado a lo terrenal que a lo espiritual, el mensaje que nos quiere dejar Rabí Levitas es: Si no trabajas para convertirte en un hombre humilde, nunca llegarás a considerarte un Ish, sino que seguirás siendo un simple Enosh, cuyo fin es el sepulcro y los gusanos…[2]
¿Qué es la humildad? ¿Por qué hablan tanto de ella los libros de Musar? ¿Cómo se consigue? Nuestros Sabios insisten mucho en este atributo, debido a que es la mejor cualidad a la que puede aspirar todo ser humano.[3] Es la madre de la Torá y de las buenas cualidades, sus compañeras la siguen: amor, hermandad, paz y amistad con toda persona. El humilde no se enoja nunca, deja pasar su honor, no le molesta nada, se escapa de los honores y no busca la grandeza, no anhela la fama, no se considera apto de lo propio y muchas otras cualidades que emanan de la humildad verdadera. Debido a lo valiosa que es, es muy difícil encontrarla. El hombre debe tener siempre en mente lo siguiente: “¿Qué soy? ¿Qué es mi vida? ¿Qué fuerza poseo, cuál es mi rectitud? ¡Acaso los fuertes no son como nulos, los sabios como desprovistos de sabiduría y los inteligentes como sin entendimiento? Pues todos los hechos del hombre son fútiles y los días de nuestra vida son vanos.[4] Si esto lo compusieron los Sabios del Anshé Keneset Haguedolá, en una generación huérfana como la de hoy, es más fácil que el inteligente entienda su pequeñez y su poco valor, así como su corto entendimiento y su escasez con respecto a su servicio Divino, la cual, seguramente, no ha alcanzado ni una millonésima parte de las obligaciones, de esta forma puede someter a su corazón a fin de aplacar la soberbia.[5]
La definición del Orjot Tzadikim sobre la humildad es la siguiente: Consiste en reconocer las cualidades propias y saber reconocer las carencias. Modestia es la docilidad y la sumisión espiritual. Es entender que todos los logros obtenidos son gracias al soporte Divino. Es saber que el alma de cada persona es un pedazo del Creador, y por ende, el honor y la asistencia a los demás está dirigida a la esencia Divina que hay en cada una. Es reconocer que todo cuanto poseemos se nos otorgó inmerecidamente y la mayoría de ellas ni siquiera las solicitamos. La humildad es una ventana que generosamente se abre hacia los demás. Una invitación a descubrir el mundo de las necesidades del otro. El hombre humilde es un hombre de servicio, vive por y para los demás. Está siempre presto para ayudar, consolar, apoyar; nunca para pedir, recibir y tomar. El ser humano no puede adquirir esas cualidades cuando el egoísmo invade a su ser.[6]
La humildad es la esencia de todas las buenas cualidades, ya que quien logre alcanzarla en su máxima expresión, podrá con ello respetar a todas las personas, entonces su conducta será óptima. ¿Cuál es entonces el modo de adquirir esta bella cualidad?, simplemente saber aceptar la verdad absoluta de la Magnificencia inalcanzable del Todopoderoso, si logra identificar esa realidad absoluta, entonces comprenderá cuan pequeño e insignificante es, y así conseguirá pulir todas sus cualidades. Este es el camino que debe transitar toda persona que quiera abocarse al estudio sincero y honesto de Torá.
Con solo observar en las pequeñas acciones de nuestros Sabios, podemos ver claramente que cuan más grandes e importantes eran, más se destacaban en su humildad. Abraham Abinu dijo: “Solo soy polvo y cenizas”.[7] El rey David aseveró: “Más yo soy gusano y no hombre”.[8] Moshé, quien fue considerado el hombre más humilde de la tierra,[9] dijo junto a su hermano Aharón: “¿Nosotros qué somos?”.[10] Es interesante que la palabra Adam (hombre), está compuesta por las tres letras con las que comienzan: Abraham, David y Moshé.[11]
El Rambam,[12] escribe que hay ciertos rasgos de los que la persona debe alejarse en grado extremo, con respecto a la humildad, no es suficiente con comportarse con simpleza. Y así lo afirma el Talmud: El hombre que posee una pizca de soberbia, podrá ser excomulgado de la congregación.[13] Entonces, si la Mishná dice: muy muy humilde, quiere decir que, ¿el hombre debe vivir en constante denigración y poca o nula valía? Veamos, ¿Quién es el hombre más humilde que ha existido sobre la tierra? Moshé, fue el profeta más grande de todos, para lograr esto, debía ser muy sabio, sus cualidades debían ser superiores a lo común de la gente, era un hombre justo. Y cuando la Torá lo alaba como el hombre más humilde por sobre todos los hombres de la tierra.[14] No dice que Moshé era el más sabio, ni el más capaz, ni el de mejores cualidades, el Todopoderoso eligió la humildad para destacar a Moshé, porque es la mejor cualidad a la que puede aspirar el ser humano. Por ello no es suficiente con comportarse con humildad, sino es preciso adoptar la simpleza en grado extremos y alejarse de toda conducta soberbia o sentimiento de superioridad.
El Tiferet Israel dice: no te confundas en interpretar lo que significa humildad, no pienses que se refiere a desdeñar las cualidades propias, porque cada persona nació con ciertas habilidades, con virtudes que son exclusivas para cumplir con su misión particular. La prueba más grande de esto es lo que mencionamos en el párrafo anterior. ¿Acaso Moshé no sabía que él era el único de todo el pueblo que boca a boca hablaba el Eterno con él?[15] ¿Él no sabía que era el líder y conductor de toda la nación? ¿No conocía sus virtudes y habilidades? Es más, la prueba más grande es que él mismo escribió en la Torá el versículo que lo califica como el más humilde, si él no creería esto que le dictaba el Creador, no lo hubiese escrito o si no lo creería se le consideraría como un apóstata. Entonces tenemos que concluir que, la humildad no es desconocer lo que cada uno es, sino que, a pesar de que sabes que eres especial, y que posees habilidades que otros no tienen, y aun así haces lo propio sin sentirte superior a los demás. Este fue el legado de Moshé, él reprochaba al que debía, y cuando se rebelaban contra él no mostraba enojo ni molestia, él solamente buscaba cumplir con la Voluntad del Todopoderoso y nada más. © Musarito semanal. by Elias E. Askenazi
“La Torá penetra solamente en el corazón del hombre humilde”.[16]
[1] Ver Rambam, introducción a la Mishná, Cap. 2, en el conteo de los Jajamim en tiempos del Talmud.
[2] Iein Levanón.
[3] Abodá Zará 20b.
[4] Tefilá que recitamos diariamente.
[5] Péle Yoetz; humildad.
[6] Orjot Tzadikim, el portón de la humildad.
[7] Bereshit 18:27.
[8] Tehilim 22:7.
[9] Bemidbar 12:3.
[10] Shemot 16:7.
[11] Rab Irving M. Bunim.
[12] Leyes sobre la Conducta; cap. 2, 3.
[13] Sota 5a.
[14] Bemidbar 12:3.
[15] Idem 12:8.
[16] Taanit 7a.
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