Perek 4, Mishná 5
Rabí Ishmael (su hijo) dice: Aquel que aprende en aras de enseñar, le es otorgado el aprender y enseñar, más el que aprende en aras de practicar, estará capacitado para aprender y enseñar, observar y practicar. Rabí Tzadok dice: No hagas de ella [la Torá] una corona para vanagloriarte, ni en una azada para cavar con ella. Y así solía decir Hilel: El que hace uso personal de la Torá desaparecerá. De esto se infiere que todo aquel que obtiene un beneficio (exterior) de las palabras de la Torá, se dispone a ponerle fin a su vida en este mundo.
Rabí Ishmael, fue un Taná, hijo y discípulo de Rabí Yojanán Ben Beroká, el cual vivió en la misma época de Rabán Shimón Ben Gamliel II. Era un alumno destacado de la Metivta (academia) en Usha. Es citado pocas veces en la Mishná, y más veces en las Baraitot que se citan en el Talmud, así como en el Sifrá.[1] Sus colegas fueron: Rabí Yehoshúa Ben Korjá, Rabí Janiná Ben Yosí Hagalilí y Rabí Natán.[2]
Dos de sus más conocidas Halajot, es que existe la ley de los esclavos, misma que ordena que en el año de Yobel (Jubileo), deben salir libres a partir del momento en que tocan el Sofar en el día de Yom Kipur. La opinión de Rabí Ishmael es que a partir de Rosh Hashaná, a pesar que no han tocado el Shofar, ya no se consideran esclavos de sus patrones, sin embargo, retornan a sus hogares hasta que el Bet Dín toque el Shofar.[3] La segunda es respecto al toro corneador que asesina a un hombre.[4]
El segundo Taná que cita la Mishná es Rabí Tzadok, famoso por su santidad y piedad. Fue un Cohén y contemporáneo de Rabí Yehoshúa y Rabí Eliezer.[5] Ayunó durante cuarenta años (comiendo sólo de noche) y oró para que Yerushalaim no fuera destruida.[6] En su época, la fortificada ciudad de Yerushalaim soportaba un interminable sitio, los soldados romanos no permitían que nada ni nadie saliera de la ciudad, buscando que los recursos fueran agotándose, y así provocar la rendición de sus habitantes. Rabán Yojanán Ben Zakai vio que la santa ciudad estaba condenada a la destrucción, entonces decidió salvar lo que pudiera, pidió a sus alumnos que lo sacaran de allí para ir a ver a Vespasiano, el entonces comandante del ejército invasor. Simularon entonces que el Sabio había muerto e hizo que sus discípulos lo cargaran en un féretro y lo llevaran a través del protegido muro de la ciudad. Una vez que llegó ante Vespasiano, lo saludó: “¡Que La Paz sea contigo o rey!”, el comandante lo amenazó: ¡Mereces la pena de muerte por haberme llamado rey cuando no lo soy, y si en verdad yo soy el rey, ¿entonces por qué hasta este momento no habías venido a saludarme?!”. Pronto llegó un correo de Roma para anunciar que el emperador había muerto y que el senador romano lo había elegido su nuevo gobernante. El ahora emperador quedó impactado ante la sabiduría de Rabán Yojanán, y entonces aceptó concederle cualquier favor que él deseara. El sabio respondió: “Dame la ciudad de Yavne y a sus eruditos. Él sabía que, después de que el sagrado Templo estuviera en ruinas, lo único que podía salvar a los judíos era el estudio de la Torá y quienes la practicaban.
Otra solicitud que Rabán Yojanán ben Zakai le hizo, fue que enviara médicos para curar a Rabí Tzadok, cuyo ayuno había provocado que sus intestinos se encogieran tanto, que no pudiera digerir alimentos sólidos.[7] Vespasiano concedió ambos permisos. Rabí Yehoshúa y Rabí Eliezer trajeron a Rabí Tzadok ante el emperador, cuando arribó al recinto, Rabán Yojanán se levantó en su honor. Al ver esto, Vespasiano dijo: "¿Por qué te levantas por este anciano repulsivo?". El Sabio respondió: "¡Juro por tu vida que, si hubiera otro individuo como él, incluso si tuvieras el doble de tropas que tienes actualmente, no podrías conquistar la ciudad santa de Yerushalaim!". "¿Qué le da tanta fuerza?" preguntó Vespasiano. “Su mérito es que come solo un Gamzuz (una fruta similar a un higo), suficiente para tener fuerza para estudiar Torá".[8] Rabí Tzadok era considerado en muy alta estima por el Nasí Rabán Gamliel II, en la academia se sentaba a la derecha del Nasí, mientras que el resto de los estudiantes se sentaban a su izquierda.[9] Vivió muchos años después de la destrucción del Templo, pero su cuerpo nunca volvió a su estado original debido al prolongado ayuno.[10]
¿Cómo supo Rabí Tzadok que la destrucción era inminente? La Tosefta relata: El Sabio estaba parado en la entrada del Bet HaMikdash y vio que dos jóvenes Cohanim corrían y subían por la rampa, uno de ellos tomó ventaja y el otro sacó un cuchillo, y se lo enterró en su corazón. Rabí Tzadok les dijo: El versículo dicta así: “Si alguno fuere hallado muerto en la tierra... y no se supiera quién lo hirió; entonces saldrán vuestros ancianos y vuestros jueces, y medirán… y la ciudad más próxima al muerto… tomará una becerra”.[11] Y los Ancianos de esa ciudad tomarán esa novilla y le romperán el cuello como señal de expiación. Pero, ¿en nuestra situación? ¿a quién corresponde la obligación de traer la novilla desnucada? ¿Recae sobre la ciudad entera, o recae sobre los patios del Templo, de modo que los sacerdotes deben traerlo? En ese momento, toda la asamblea de personas estalló en lágrimas. Mientras tanto, el padre del joven apuñalado se acercó y encontró que todavía estaba convulsionando. Él le dijo al agresor: “Que la muerte de mi hijo sea una expiación por ti, pero aún no ha muerto, y como tal, el cuchillo que está en su cuerpo, no se ha vuelto ritualmente impuro por el contacto con un cadáver, extráiganlo de inmediato, seguirá siendo puro para uso futuro. Cuando Rabí Tzadok vio este incidente se dio cuenta de lo distorsionado y corrupto que se encontraba el sentido común de la gente en esa época, vio que la pureza ritual de los utensilios les preocupaba más que el derramamiento de sangre. Incluso el padre del joven expresó más preocupación por la pureza del cuchillo que por la muerte de su hijo…. Una generación así ya no tenía esperanza de subsistir, ni siquiera por el mérito del prolongado ayuno….
El mensaje de esta Mishná es que cuando alguien es motivado por un propio interés, quiere decir, beneficio financiero, honor y gloria de su estudio, su actitud no será fuente de inspiración ni acercará a nadie a la Divinidad. El auténtico hombre de Torá, quien la estudia para conocerla, entenderla, cumplirla y enseñarla, tendrá goce en este y en el Mundo Eterno. © Musarito semanal. by Elias E. Askenazi
“Delante de los justos y sabios posa el honor”.[12]
[1] Rosh Hashaná 8b, 34b; Yomá 44b; Ketubot 37b; Babá Kamá 11a; Macot 2b y en la Sifrá.
[2] Ver Pesajim 34a.
[3] Rosh Hashaná 8b.
[4] Babá Kamá 40a. También ver Makot 2b.
[5] Kidushín 32b.
[6] Gitín 56a.
[7] Gitín 56b.
[8] Ejá Rabá 1:31.
[9] Yerushalmi, Sanedrín 1:4.
[10] Ejá Rabá 4:11.
[11] Debarim 21:1–3.
[12] Yeshayá 24:23.
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