Perek 4, Mishná 7
Su hijo, Rabí Ishmael dice: El que se abstiene de juzgar se libra de la enemistad, el robo y el falso juramento. En tanto, el que en su corazón reside la soberbia al dictar decisiones legales, es un tonto, malvado y arrogante.
Rabí Yosé declaró (refiriéndose a sus hijos): “Sembré las semillas de cinco cedros dentro del pueblo judío, estos fueron: Rabí Ishmael, Rabí Elazar, Rabí Jalaftá, Rabí Avtilas y Rabí Menajém”.[1] El hecho que mencionó al principio a: Rabí Ishmael (el autor de esta Mishná) indica que fue el mayor en sapiencia de sus hermanos, quienes también destacaron por su eminencia; de hecho, atestiguan los Sabios del Talmud, que Rabí Ishmael llegó al nivel de erudición de su padre,[2] ya que gran parte de su vida estudió con él. Encontramos varias declaraciones Halájicas,[3] y enseñanzas morales,[4] tanto en el Talmud Bábli como el Yerushálmi, que enunció en nombre de su padre.
Preguntan en el Talmud: ¿Quién emitió el decreto sobre la impureza sobre la tierra de las naciones, y sobre las vasijas de vidrio? Respondió Rab Kahaná: “Cuando Rabí Ishmael, hijo de Rabí Yosé, enfermó, los Sabios le solicitaron: Cuéntanos algo en nombre de tu padre. Él respondió: “Ciento ochenta años antes de que el Templo fuera destruido, el malvado imperio romano invadió e impuso su gobierno sobre Israel. Ochenta años antes de la destrucción del Templo, los Rabinos decretaron la impureza sobre la tierra de las naciones y sobre las vasijas de vidrio. Cuarenta años antes de que el Templo fuera destruido, el Sanhedrín fue exiliado de su antigua sede en el recinto del Templo y ocupó su sede en un edificio en el Monte del Templo llamado Januyot, donde se juzgaba a la nación”.[5]
Rabí Ishmael fue un Taná que nació y vivió en Tzipori (en Galilea), cuando su padre falleció, heredó la posición de líder espiritual de su ciudad natal.[6] Sin embargo, era plenamente consciente de que entre la generación de su padre y la suya, había una gran diferencia espiritual y así lo describió: "Así como hay una gran disparidad entre el oro y el polvo, así el contraste entre nuestra generación y la de mi padre".[7]
En esta Mishná y en la siguiente, Rabí Ishmael habla sobre el tema de los juicios. El Talmud describe los grandes esfuerzos que, mientras él se desempeñaba como juez, hacía todo lo posible a fin de evitar cualquier cosa remotamente parecida a un soborno:[8] Un agricultor que arrendaba una parcela que pertenecía a Rabí Ishmael, recibía como pago del alquiler una canasta llena de frutas cada víspera de Shabat. Un jueves, el arrendatario le trajo anticipadamente las frutas, al Sabio le pareció extraña la actitud y le preguntó: “¿Por qué te adelantaste esta semana?” El residente le respondió: “Tengo un caso que presentar en tu juzgado, y entonces me dije: en mi camino le llevaré la canasta de frutas, ya que, en ese día, los tribunales entran en sesión”. Rabí Ishmael rechazó la canasta de frutas, y le dijo: “¡Me acabas de inhabilitar para legislar tu caso!”. De inmediato, el Sabio sentó a un par de eruditos, para que legislaran en su lugar.
Rabí Ishmael se sentó en el estrado para poder escuchar los argumentos de los querellantes, durante el proceso, su mente iba y venía, procuraba pensar en cual sería el veredicto, pero su mente conceptuaba formas en que el litigante que le trajo los frutos podría ganar el caso. Entonces se dijo a sí mismo: “¡Qué terrible es el soborno! No acepté los frutos que me pertenecían legalmente, y sin embargo mi dictamen favorecía todo el tiempo al agricultor… ¡Qué hará con aquellos que realmente aceptan soborno…!”. [9] No por nada dice nuestra sagrada Torá: “No tomes soborno, pues él cegará los ojos de los sabios y distorsionará las palabras de los rectos”.[10]
Rabí Ishmael era un hombre corpulento, y debido a su prominente figura el gobierno romano lo nombró mariscal. Su trabajo consistía en arrestar a ladrones y salteadores de caminos, entre los cuales lamentablemente había algunos judíos. Un día, se apareció ante él Eliahu Hanabí, y lo reprendió al respecto; Rabí Ishmael procuró justificar su proceder: “¿Qué puedo hacer? ¡Si contravengo la orden, me matarán!”. El profeta le ordenó que desertara del puesto, y huyera hacia otra tierra.[11]
Rabí Yehudá Bar Elái fue uno de sus maestros.[12] Fue colega de Rabí Yehudá Hanasí (también conocido como Rébi). También fueron compañeros de estudio: Rabí Janiná Bar Jamá, Rabí Shimón el hijo de Rébi, Rab y Rab Kahaná I. Rébi lo alabó por su humildad, cierta vez declaró con respecto a Rabí Jiyá y a Rabí Ishmael de la siguiente forma: "¡Afortunada es la generación de la que son parte!".[13]
Relata el Talmud que, cierto día estaban estudiando en el Bet Hamidrash, y Rébi, quien entonces era el Nasí, dictó una sentencia Halájica, Rabí Ishmael contendió con él argumentando que su padre sostenía distinto, entonces Rabí Yehudá se retractó de su declaración: “Si Rabí Yosé, ha emitido su fallo respecto a este tema, me retracto de lo que dije y me inclino a favor de su decisión”.[14] El Talmud relata que, Rébi frecuentaba tomar en cuenta la opinión de Rabí Ishmael para la decisión en asuntos de Halajá.[15]
En la academia de Rébi, ocurrió un incidente notable: Rabí Jiyá y Rabí Shimón, el hijo de Rebi, estaban sentados juntos y debatiendo un punto Halájico. Mientras tanto, Rebi llegó para dar una conferencia y los estudiantes buscaron rápidamente sus lugares habituales (en esa época se sentaban sobre el suelo). Sin embargo, debido a su pesadez, Rabí Ishmael tardó en llegar a su lugar. Un discípulo de Rebi llamado Abdán (una abreviatura de Aba Yudán) se expresó en una forma no adecuada para la estatura espiritual de Rabí Ishmael. Mientras tanto, llegó una mujer con una pregunta y Rabí Ishmael, le dijo lo que su padre había dictaminado al respecto en su momento. Todos quedaron impresionados ante semejante sabiduría, y esto provocó que Abdán fue severamente reprendido del Cielo por hablarle de esa forma al reconocido Sabio.[16] © Musarito semanal. by Elias E. Askenazi
“Porque los rectos morarán en la tierra, y los de corazón puro permanecerán en ella”.[17]
[1] Shabat 118b.
[2] Ver Rashí en Shabat 51a.
[3] Yevamot 67a; Ketubot 104a. Yerushálmi Shabat 8:6, Pesajim 2:6.
[4] Pesajim 118b.
[5] Ver Rashí en Shabat 15a.
[6] Erubín 86b, Ketubot 107b.
[7] Yerushalmi Gitín 6:7.
[8] Ver Nedarim 66b.
[9] Ketubot 105b.
[10] Debarim 16:19.
[11] Babá Metziá 84a.
[12] Sucá 18a.
[13] Yerushalmi, Meguilá 4:1.
[14] Shabat 51a.
[15] Shabat 113b, 119a.
[16] Yebamot 105b.
[17] Mishlé 2:21.
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