Perek 5, Mishná 3
Con diez pruebas fue probado Abraham, nuestro padre, y las soportó todas; para dar a conocer cuán grande era el amor de Abraham, nuestro padre (la paz sea con él).
La Creación había sido originalmente diseñada para que todos los seres humanos compartieran la misma misión Divina, que era la de recibir la Torá y practicar sus mandamientos. Empero, pasaron veinte generaciones de sucesivos fracasos, el mundo requería un hombre que tuviera las características para ser el iniciador de una nación que fuera apta para recibir la Torá, y fue entonces que apareció Abraham; un hombre que poseía la fe, la entereza y el arrojo para transformar la creencia que imperaba en aquella época:
Una vez finalizada su rutina real, el rey estaba dando un paseo a la orilla del mar. De repente, uno de los brillantes de la corona se salió de su engarce y desapareció en la arena. Inmediatamente llamó a todos los servidores. Vinieron todos equipados con palas, rastrillos y cernidores para buscar en la arena el preciado objeto. No pudieron encontrar nada en el primer montículo de arena. Tampoco en el segundo, hasta que llegaron al décimo y allí encontraron por fin el objeto. “¡El rey había encontrado su joya...!”.[1]
Abraham fue sometido a diez desafíos; veamos la versión de Rashí[2]:
1) Se ocultó bajo tierra por trece años, tres años en Cuta y siete en Kardu, huyendo del Rey Nimbrod, quien quería matarlo.
2) Nimbrod arrojó a Abraham a un horno en llamas ardientes en Ur Kasdim; su fe demostró ser más poderosa que el fuego y el Todopoderoso lo rescató ileso de allí.
3) Recibió la orden de renunciar totalmente a su pasado. Salió de su tierra natal para dirigirse a un destino desconocido.
4) Una vez que se estableció en Éretz Kenaán, la tierra donde el Creador le había prometido que sería la herencia para él y su descendencia, sucedió que comenzó la primera hambruna severa de la humanidad, misma que lo obligó a ir a buscar comida a Egipto.
5) Recién llegó a Egipto y Sará fue secuestrada y llevada al palacio del Faraón para que la tomara como esposa.
6) Una vez de regreso, comenzó una guerra entre varios reyes, los vencedores tomaron cautivo a Lot, sobrino de Abraham, junto al resto de los pobladores de Sedom. Nuevamente, Abraham no flaqueó, guerreó contra ellos con un solo puñado de hombres que lo acompañaban y los derrotó a todos.
7) El pacto de Ben HaBetarim, en donde el Todopoderoso le mostró que sus descendientes serían esclavizados y oprimidos en una tierra ajena, Abraham, aceptó a pesar de saber del sufrimiento de su simiente.
8) A una edad muy avanzada, se le ordenó circuncidarse a si mismo, Abraham acató el mandato.
9) Se le obligó a expulsar a Hagar y a su hijo Ishmael de la casa.
10) A pesar de que Abraham luchó toda su vida en contra de los sacrificios humanos que practicaban los paganos. El Todopoderoso le ordenó hacer lo mismo con su hijo único y querido, Itzjak.
¿Acaso el Creador necesitaba probar a Abraham, para saber si era apto para enfrentar y salir avante de todas estas pruebas?
El Todopoderoso sabe exactamente lo que hay dentro del corazón de cada persona. Él no necesita "probar" a los seres humanos, Él sabe a ciencia cierta quien es capaz de soportarlas.[3] La palabra Nisayón (prueba), en realidad expresa "elevar" o "colocar como estandarte o emblema para ser visto". Si no fuera por el ejemplo de Abraham, nuestro padre, no sabríamos que poseemos la fortaleza para soportar las persecuciones, humillaciones, expulsiones y las matanzas a las que los gobiernos gentiles nos han sometido. Con sacrificio y abnegación, nuestros padres han entregado su vida por conservar su identidad, cuidando hasta el último instante de sus vidas, la Torá y las Mitzvot de nuestro Creador: Les ha dado una bandera (Nes) a todos aquellos que Te temen.[4] El Todopoderoso sabía de antemano que Abraham era capaz de lograrlo, lo probó para colocarlo en lo alto del mundo, como la bandera (Nes) de un barco, para que sus descendientes sepan que tienen el potencial de soportar cualquier prueba que les depare la vida.[5]
No existe un hombre a quien el Señor no pone a prueba: al rico con su riqueza y al pobre con su pobreza; al sabio con su sabiduría; al afligido con su desesperación; al comerciante con sus ocupaciones y al artesano con su oficio. Cada día, cada instante y en cada momento Él nos está examinando. El instinto maligno que reside en el corazón de cada persona, redobla fuerzas y se renueva para incitar al hombre a que deje de cumplir o a traspasar alguna Mitzvá, tanto en pensamiento como en palabras y en hechos. Se requiere de mucha fortaleza para doblegarlo y mantenerse firme en la prueba, alejándose de toda tentación y cumpliendo todo lo bueno como es debido.[6]
Abraham Abinu nos legó que tenemos la fuerza, el coraje y el valor para conseguir todo lo que necesitemos en la vida. Las pruebas no son en contra del ser humano, son un trampolín que sirve para alcanzar un nivel superior de fe en el Creador. Existen pruebas que suelen ser fáciles y otras pueden llegar a ser más difíciles, el Yehudí debe estar siempre bien preparado. El virtuoso se sentirá siempre alegre y nunca triste con lo que el Todopoderoso le ha deparado, porque comprende que todo lo que Él dispone es para el mejor fin de las personas. Pues la Palabra del Eterno es recta y toda Su obra está hecha con verdad.[7] Es muy fácil tener confianza en la bonanza, donde se demuestra la real fidelidad, es en el momento de la prueba.[8]
Abraham mostró que poseía un corazón leal, y que el único interés que tenía era encontrar y conocer a su Creador. Nuestro patriarca nos legó una identidad distintiva: toda persona que se conduce seguro y con pasos firmes, cumpliendo todos los estatutos de la Torá, obtendrá la plenitud y el goce de sus días. Feliz el hombre que deposita en el Eterno su confianza y no va detrás de los arrogantes ni de aquéllos que se desvían en pos de la falsedad.[9] Por eso, cuando el hombre camina con fe y busca la verdad con todo su corazón, el Todopoderoso conducirá sus pasos y lo guiará siempre por el camino acertado. ©Musarito semanal by Elias E. Askenazi
“Tus mandatos son una lámpara para mis pies, y una luz para mi sendero”.[10]
[1] Bereshit Rabá 39:13
[2] Pirkei DeRabí Eliezer Capítulos 26-30.
[3] Moré Nebujim 3:24.
[4] Tehilim 60:6.
[5] Rambam.
[6] Péle Yoetz; prueba.
[7] Tehilim 33:4.
[8] Jazón Ish.
[9] Tehilim 40:5.
[10] Idem 119:105.
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