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Perek 5, Mishná 4

 

 

Diez milagros fueron hechos a nuestros antepasados en Egipto y diez en el mar. Diez plagas hizo llegar el Santo Bendito es a los egipcios en Egipto, y diez en el mar. Diez pruebas hicieron nuestros ancestros al Santo Bendito es en el desierto. Pues está dicho: Y me han probado estas diez veces, pero no oyeron Mi Voz.

 

Los diez milagros que se realizaron para nuestros antepasados ​​en Egipto fueron que se salvaron de las diez plagas: sangre, ranas, piojos, bestias salvajes, pestilencia, llagas, granizo, langostas, oscuridad y la muerte de los primogénitos, mismas que afligieron a los egipcios y no a Israel. Los diez milagros que se realizaron en el mar no se mencionan en la Torá, pero están contenidos en un Midrash y el Rambam los enumera de la siguiente manera:[1]

 

1) Se abrieron las aguas del mar.

 

2) El agua formó una protección como techo sobre sus cabezas, e ingresaron en su seno, pues está escrito: Abriste con sus armas la cabeza de sus guerreros.[2]

 

3) El lecho del mar estaba perfectamente seco bajo los pies de Bené Israel, como está escrito: Y los hijos de Israel marcharon en tierra firme.[3]

 

4) El lecho firme del mar sobre el que avanzaban los egipcios, quienes perseguían a los hijos de Israel, se humedeció y se hizo arcilla, como está escrito: Limo de aguas abundantes,[4] esto con el fin de castigarlos por haber esclavizado a los hijos de Israel, y hacerlos trabajar con arcilla.

 

5) El mar se dividió en doce pasajes, para que cada tribu pudiera viajar por un camino propio, a eso se refiere el versículo: Tú has partido con Tu fuerza el mar.[5]

 

6) El agua se congeló y se volvió dura como una roca, para lastimar a los perseguidores, como está escrito: Rompiste las cabezas de los Liviatanes sobre las aguas,[6] y los egipcios son llamados liviatanes.[7]

 

7) El agua que se solidificó en el lecho del mar, no fue puesta en una sola capa, sino en pequeños fragmentos, como si fueran piedras bellamente dispuestas formando hermosos mosaicos decorativos, como está escrito: Tú fragmentaste con Tu vigor el mar.[8]

 

8) El agua permaneció sólida y transparente como zafiro, ónix y cristal, para que las tribus pudieran verse unas a las otras, haciéndoles sentir seguros, ya que la columna de fuego los iluminaba, y a esto se refiere lo que está escrito: Retuviste a las aguas como nubes del cielo,[9] es decir, el agrupamiento de las aguas fue como las nubes del cielo, como en el cielo mismo en pureza.

 

9) Si alguien padecía sed mientras cruzaba, sólo tenía que extender su mano y agua dulce potable brotaba de la pared para que pudiera saciar su sed.

 

10) Después que terminaba de saciarse, la pared se solidificaba y se formaban pilas, como está escrito: Se apilaron las aguas, se irguieron como un muro las aguas que manan; se congelaron las aguas profundas en el corazón del mar.[10]

 

Diez plagas hizo llegar el Santo Bendito sea Su Nombre en el mar, mismas que son sintetizadas en la Torá con las palabras: Y los condujo a los egipcios de una manera inflexible,[11] para indicar que el Faraón fue castigado Midá Kenegued Midá, por haber endurecido su corazón, y por haber ordenado que la labor esclavizadora fuera intensificada:

 

1)        Aun cuando la mañana amaneció, ellos viajaron en la oscuridad puesto que la Nube que viajaba detrás de los hijos de Israel, sumergió al ejército egipcio en la oscuridad.

 

2)       La nube también causó que el suelo bajo sus pies se volviera tan blando como la arcilla.

 

3)       La columna de fuego que iluminaba el camino para los Bené Israel, radiaba un calor abrazador que derritió las herraduras de sus caballos.

 

4)       El calor también fundió las ruedas de sus carrozas, y los caballos, enloquecidos de miedo, arrojaban a sus jinetes sobre el duro lecho marino, no obstante, aun sin ruedas, las carrozas continuaron moviéndose, arrastrándose al medio del mar por fuerza Divina.

 

5)        Después de que los jinetes fueron derribados de sus carrozas, quedaron atrapados dentro del fango del fondo.

 

6)       Cuando el agua acumulada se desplomó sobre ellos, trataban de escapar, pero dondequiera que se dirigían, se encontraban de frente con enormes olas que los arrastraban hacia el fondo.

 

7)        Después que se hundieron en el mar, fueron sacudidos por el Todopoderoso como alguien que agita un pote hacia arriba y hacia abajo; las corrientes los arrojaban hacia arriba, y las olas altas los lanzaban de vuelta dentro de las profundidades.

 

8)       Los abismos los cubrieron.

 

9)       Algunos se hundieron dentro del agua tan rápido como plomo, esta fue una muerte misericordiosa para los que no habían tenido un comportamiento tan cruel, los más malvados fueron agitados por las aguas, teniendo una muerte lenta y penosa.

 

10)   Finalmente, el mar sacó a flote los cadáveres de los opresores. El Creador deseaba que los hijos de Israel apreciaran la salvación que había obrado para ellos. Además, para que no pensaran que, así como ellos habían salido por una orilla, ellos también podrían haber salido por otra, y comenzar de nuevo la persecución, En ese momento se sintieron realmente libres de sus antiguos amos. Otro motivo fue para que pudieran tomar sus despojos.[12]

 

Por medio de un despliegue de fantásticos y desconcertantes cambios en la naturaleza, el Todopoderoso demostró a los egipcios, quienes se jactaban y se vanagloriaban de su majestuoso ejército. Sus capitanes más escogidos salieron a perseguir a los que habían sido sus esclavos en sus más selectas carrozas, el Señor los humilló con el mismo objeto de su vanidad, ellos los esclavizaron con crueldad, ahogaron a sus hijos en las aguas del Nilo, el Hacedor les demostró que Él es Omnipresente, Excelso y Superior a todo lo existente, es un Juez Justo, y tiene control absoluto sobre toda la naturaleza. Así como nos libró de nuestros enemigos en Egipto, destrozándolos con Su diestra, así que se ocupe de todos nuestros opresores, y tengamos el mérito de presenciar la redención final con milagros y maravillas como lo hizo en aquella ocasión. ©Musarito semanal by Elias E. Askenazi

 

 

“Yo he clamado al Eterno en mi opresión y Él me ha contestado con amplitud. Cuando Él está conmigo, no tengo temor de lo que cualquier mortal pudiera hacerme”.[13]

 

 

 

 

[1] Rabí Obadiá mi Bartenura.

 

[2] Jabacuc 3:14,

 

[3] Shemot 14:29.

 

[4] Jabacuc 3:15.

 

[5] Tehilim 74:13.

 

[6] Idem.

 

[7] Radak.

 

[8] Tehilim 74:13.

 

[9] Idem 18:12.

 

[10] Shemot 15:8.

 

[11] Idem 14:25.

 

[12] Ver Rabenu Yoná, cap 1-5,5. Midrash Hagadá. Mejiltá Rokeaj.

 

[13] Tehilim 118:6.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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