Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)
Ven y observa la magnitud del poder de la diligencia que conduce a todos los buenos atributos. La virtud de la agilidad es una joya que adorna a las demás virtudes y las perfecciona. El hombre debe ser cauteloso y diligente con todas las Mitzvot, y debe correr a la casa de los estudios tanto de madrugada como de noche. Así lo expresó el rey David: Me apresuré y no me retrasé en el cumplimiento de Tus preceptos.[1] Y también está escrito: Y cuidarán las Matzot.[2] Nuestros Sabios, de bendita memoria, dan la siguiente interpretación a este versículo: no leas Matzot, sino Mitzvot; quiere decir: si se te presenta la oportunidad de cumplir una Mitzvá, no esperes hasta que 'leude'; cúmplela de inmediato.[3] Así lo demuestra el Shulján Aruj (nuestro código de leyes), donde la primer Mitzvá que dicta es la siguiente: [La persona] debe superarse como un león y levantarse en la mañana para servir a su Creador.[4]
Mientras la persona es joven sus fuerzas se renuevan a cada momento y puede ir de un lado al otro sin dificultad; pero en la vejez hasta los movimientos más pequeños y rutinarios requieren gran esfuerzo. Por eso debemos aprovechar la juventud para servir al Creador con entusiasmo y diligencia y de esta manera evitar llegar a la vejez y no tener fuerzas de cambiar los actos y los hábitos que no están en consonancia con lo que el Creador del Universo quiere de nosotros.[5]
El quinceavo portón: la diligencia.
Shá'ar Hazerizut.
La diligencia es una virtud muy elevada y es de suma importancia en el cumplimiento de la Torá y los preceptos. Incluso para las cuestiones mundanas es muy necesaria para el avance del mundo. Es un rasgo que distingue a los justos en el servicio al Eterno. Y dice el Talmud: los diligentes se adelantan en el cumplimiento de los preceptos.[6]Así puede apreciarse en el caso de Abraham, nuestro patriarca, cuando se apresuró para sacrificar a su hijo: Y madrugó Abraham por la mañana...[7] A pesar de que era algo sumamente difícil, sacrificar a su único y amado hijo, [explica Rashí que debido a lo mucho que Abraham valoraba la Mitzvá, él no esperó que su sirviente colocara la montura a su burro, sino que se levantó temprano y él mismo preparó a su burro para cumplir ágilmente con la Voluntad del Eterno]. Quien emplea este atributo para cumplir con Sus ordenanzas, demuestra firmemente que ama a su Creador, como el siervo que ama a su patrón y se apresura a cumplir con su voluntad. Pues la agilidad se concentra en el corazón del hombre, y cuando éste despeja todos los pensamientos ajenos y se concentra exclusivamente en una sola idea, entonces actuará ágilmente y sin dudas prosperará en todo lo que emprenda.
Es necesario saber que la virtud de la agilidad es el principio de todas las virtudes. El hombre no puede ser constante en su estudio si no come, bebe, duerme y satisface todas sus demás necesidades; por eso, tiene que actuar con diligencia y rapidez para regresar a su libro y seguir estudiando. Y nunca digas: “Cuando tenga tiempo me dedicaré estudiar, pues quizás no lo tengas.[8] Se requiere de diligencia para levantarse de la cama con agilidad, despejando el sueño de sus ojos para inmediatamente estudiar Torá.
Se requiere agilidad para apartarse de las malas actitudes, por ejemplo, la envidia, el odio o los pensamientos prohibidos, pues todos estos requieren de mucho esfuerzo y dedicación para abandonarlos, y dirigir sus pensamientos hacia la voluntad Divina.
Así mismo, la persona debe ser diligente para buscar la paz y perseguirla.[9] Y debe ser diligente en la búsqueda de la sabiduría de Torá, como dice el versículo: Y perseguiremos el conocimiento del Eterno.[10] Asimismo debe ser ágil para hacer Teshubá (retorno a la senda correcta) y no dilatarla, de manera que no aparezca ni un solo momento como transgresor ante el Eterno.
Haciendo una introspección
Le dijo Shemuel a Rab Yehudá: Ven y come, ven y bebe, ya que este mundo, es como un salón de fiestas”.[11] Los Jajamim hacen una metáfora sobre este mundo,[12] lo compararon con un salón de fiestas, ya que, así como en un salón de fiestas hay alegrías, bailes, celebraciones, festividades, etc., y éstas pasan muy rápido, así mismo la vida: pasa muy rápido y debemos aprovecharla cumpliendo cada Mitzvá que se nos presente, pues nadie asegura que podamos tener una segunda oportunidad de hacerla.
En toda fiesta existe un anfitrión, invitados, meseros, asistentes de cocina y de limpieza. El anfitrión decide el menú, la decoración, la cantidad de invitados, el tipo de música de fondo, etcétera. Generalmente, el invitante no disfruta al igual que los invitados de la fiesta, debido a que está al pendiente de que todo funcione bien durante el evento. En los salones de fiestas cada día hay un evento distinto. En los años de vida que el Creador nos concede, debemos tomar el papel del anfitrión, nuestro evento dura máximo 120 años y el tiempo pasa más rápido de lo que suponemos, nuestra misión es decidir y actuar con presteza, procurando hacer de nuestra existencia algo provechoso y conveniente, aprovechando todos los recursos con los que fuimos agraciados; ya que al término de “nuestra fiesta” vendrán otros anfitriones e invitados al salón... Al cumplir un precepto entre los preceptos, los haremos con esfuerzo y diligencia.[13] Debes correr como un ciervo para cumplir la voluntad de tu Padre en los Cielos.[14] Que el Todopoderoso nos otorgue el mérito de servirle siempre con alegría y de cumplir Sus Mitzvot con sagrado entusiasmo.©Musarito semanal
“Debes ser osado como el tigre, ágil como el águila, veloz como el ciervo y fuerte como el león para cumplir la Voluntad de tu Padre que está en el Cielo”.[15]
[1] Tehilim 119:60.
[2] Shemot 12:17.
[3] Mejilta ibid.
[4] Shulján Aruj; Óraj Jaím 1:1.
[5] Kohelet 12:1, Shaarei Teshuvá 2:34.
[6] Pesajim 4a.
[7] Bereshit 22:3.
[8] Pirké Abot 2:4.
[9] Tehilim 34:15.
[10] Oshea 6:3.
[11] Erubin 54a.
[12] Rashí.
[13] Jobot Halebbabot; Jeshvón Anéfesh 3.
[14] Pirké Abot 8:20.
[15] Pirké Abot 5:24.
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