Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)

 

 

Las obsesiones y el interés personal son los grandes enemigos de la verdad, distorsionan la percepción del individuo y lo alejan de lo que es auténtico. El hombre ve y juzga solamente lo que quiere ver, y a todo lo que va en contra de su parecer le encuentra una justificación. Por este motivo la Torá nos advierte: De la mentira aléjate.[1] La advertencia no es solamente no mentir, sino también el mantener una prudente distancia de la mentira y apegarnos a la verdad absoluta, aquella que carece de todo engaño y de toda alteración.

 

Los libros de Musar (ética), nos enseñan como debe ser honesta nuestra conducta con el prójimo. Lamentablemente vivimos en un mundo de engaños, de falsedad; un mundo donde muchas veces el bueno parece malo y viceversa, porque la escala de valores esta distorsionada. Estamos sobornados por nuestros propios intereses y no queremos ver la verdad. Dijeron nuestros sabios: Aquellas personas que engañan a otros, no podrán ver la luz divina en el Mundo Venidero.[2] Empero, más grande será el castigo para aquél que se engaña a sí mismo....

 

 

 

 

El vigésimo tercer portón: la verdad.

Shá'ar HaEmet. Continuación…

 

El Señor hizo al hombre para que sea recto,[3] y el sello del Creador es la verdad,[4] y está escrito: Quien hable falsedades no se afirmará ante Mis ojos.[5] Cuando el hombre se conduce con verdad, entonces la falsedad no puede relacionarse con ella. Si hay verdad entre los hombres, es como si la Morada Celestial se hallara frente a ellos, pues al existir la verdad entre los hombres, implícitamente reconocen que el Eterno fue el Creador de los cielos y la tierra, los mares y todo cuanto ellos contienen, y así continúa el versículo diciendo: Quien guarda la verdad eternamente..., hace justicia…[6] Y si el hombre se rebela utilizando la mentira, entonces es como si estuviese negando Su majestad en los cielos y en la tierra. Por ello dijo el rey David: ¡Oh Señor! ¿Quién habitará Tus moradas, quién residirá en Tu santo monte? ¡El que anda con integridad, obra justicia y habla la verdad en su corazón!,[7] la verdad debe ser parte integral del corazón humano. Así pues, los grandes piadosos de antaño, cuando realizaban una venta, ofrecían el objeto al comprador conforme al precio que habían decidido en su interior, y respetaban el valor que determinaron en su corazón para venderla, aún si el comprador deseaba incrementar el mismo.[8]

 

El hombre ejemplar que adopta para sí una actitud de vida signada por la verdad, en el momento en el que se compromete con el pensamiento a realizar cierta acción, ha de escribirla para no olvidarla y no profanar incluso sus propios pensamientos. Y si no puede cumplirlo, se dirigirá a un rabino para que le deshaga el compromiso mental adquirido. Y tratará de no comprometerse mentalmente en nada que no haya pronunciado. El hombre que es considerado honorable, lo será en todas sus transacciones comerciales, expresará su pensamiento definitivo, y acostumbrará a todos aquellos que se relacionan con él a saber que no cambiará su parecer, no incrementará ni disminuirá lo pactado. Dijo el sabio: Siempre pondrás la verdad ante ti. Es decir, colocará señales para no olvidar las transacciones que realice y así no alterará su palabra. Lo mismo es válido para la casa de estudios y su mesa, en los que colocará un escrito recordándose hablar la verdad y no mentir. Y así procedió un sabio quien escribió en las paredes de su casa y de su casa de estudios: “Recuerda el día de la muerte y no pecarás”. El que habla únicamente con la verdad, vivirá largos años y se salvará de padecimientos.[9]

 

 Hoy, que lamentablemente nuestro exilio se ha prolongado demasiado por causa de nuestras faltas, el judío debe apartarse de las vanidades y aferrarse al sello del Rey supremo que es la verdad, santificándose incluso en aquellas cosas que les son permitidas.[10] Y no mentir ni a otro judío ni a un gentil y tampoco engañarlos en nada.[11] Ocurrió con Rabbí Shim'ón ben Shataj quien adquirió un burro de un ismaelita. Los alumnos del Rabbí hallaron colgada del cuello del animal una piedra preciosa y le dijeron a su maestro: ''Rabbí, está escrito: La bendición del Eterno es la que enriquece.[12] Les respondió el Rabbí: Yo sólo compré un burro, no una gema, fue y le regresó el costoso objeto al árabe. Entonces el hombre exclamó: ¡Bendito el Di-s de Rabi Shim'ón ben Shataj…!".[13] Hallamos también una anécdota similar: Un grupo de Jajamim adquirieron trigo de unos gentiles y hallaron entre los granos una bolsa de dinero y se la reintegraron a sus dueños. Los gentiles dijeron: "¡Bendito es el Di-s de los hebreos!".[14] Que el Eterno nos dirija en Su Verdad, y nos conduzca a Sus moradas para poder alcanzar la luz superior donde se hallan atesorados Su Poder y Esplendor.

 

 

Haciendo una introspección

 

 

El Gaón Rabbí Eliyahu Doshnitzer, que era el Mashguiaj en la Yeshivá de Lomza, en los temas monetarios, solía conducirse con suma precaución a fin de no tropezar ni siquiera aún en un mínimo importe. En una oportunidad le dio su abrigo de Shabat a un sastre para que le hiciera un arreglo. El viernes fue a buscar el abrigo y le pagó al sastre por el trabajo hecho. Cuando llegó a su casa se dio cuenta que el sastre había cosido en el abrigo un botón de más, labor por la cual no habían pactado; y por cuanto que no le había pagado por ese botón sospechó que quizás podría estar robándole, por lo que ese Shabbat no usó el abrigo.

 

En otra oportunidad, le dio al electricista, entre Minjá y 'Arbit, una lámpara para hacerle un pequeño arreglo. El electricista solía rezar en la Yeshivá, y cuando fue a la Tefilá de 'Arbit (Plegaria nocturna) llevó con él la lámpara reparada, y dado que fue un arreglo insignificante, decidió no cobrarle. Al haberse Rabbí Eliahu extendido en la Tefilá, el electricista decidió no esperarlo, y fue a la casa del Rab, que estaba cerca de la Yeshivá, y dejó la lámpara sobre la mesa. El electricista normalmente se levantaba antes de la salida del alba, y cuando fue a la Yeshivá a estudiar sus cursos, para su sorpresa encontró a Rabbí Eliahu parado fuera de su casa, esperándolo con la billetera en su mano. “¿Cuál es la prisa?” le preguntó preocupado, a lo que Rabbí Eliahu humildemente le respondió: “¿Acaso le parece poco la prohibición de no demorar el sueldo?”©Musarito semanal

 

 

 

“Es mejor perder con verdad y justicia, que ganar con mentiras y engaños”.[15]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Shemot23:7.

 

[2] Rab Moshe M Hoffer.

 

[3] ver Kohélet 7:29.

 

[4] Shabbat 55a.

 

[5] Tehilim 101:7.

 

[6] Ibid. 146:6.

 

[7] ibid. 15:1-2.

 

[8] Macot 24a, Babá Batrá 88a.

 

[9] Sanhedrín 97a.

 

[10] Yebamot 20a.

 

[11] Ver Tzefania 3:13.

 

[12] Mishlé 10:22.

 

[13] Ver Debarim Raba 3:3.

 

[14] T. Y. Babá Metzía 2:5.

 

[15] Rambam

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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