Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)
La misión por la cual venimos al mundo es para estudiar Torá, pues equivale a todos los demás preceptos. Una de las primeras preguntas que le harán a la persona al comparecer frente al Trono Celestial es: ¿Fijaste en tu vida un tiempo para estudiar Torá?[1] Y si el hombre argumenta: “No tuve tiempo, ocupé todas las horas en la subsistencia de mi familia”. Este argumento podrá servirle siempre y cuando haya dedicado su tiempo realmente para subsistir… Pero si en sus momentos de asueto, estudió Torá con amor y con respeto; con alegría y con interés, habrá demostrado que dejó de estudiar, no porque no tenía tiempo, sino porque realmente no podía hacerlo. Empero, si ocupó su valioso tiempo en cosas triviales, quedará evidente que realmente no tenía el interés de hacerlo.
El Árbol de la Vida estaba plantado en el centro del Jardín del Edén. La Torá es un árbol de vida para quienes se aferran a ella y bienaventurados son quienes la apoyan.[2] La Torá es el centro de la vida del judío. Si el hombre no la considera como parte vital en su vida, pierde todo el equilibrio y sentido de su existencia sobre la tierra: si hubiera un instante en el que en todo el mundo no hubiera alguien estudiando y profundizando en la Torá, toda la Creación se anularía.[3] Y así como el corazón se encuentra en el centro del cuerpo del hombre, y es el órgano que bombea, nutre y sustenta todo su organismo, así la Torá sagrada bombea la vibrante fuerza vital que llena de fe y sentido de vida a todos los miembros del pueblo judío por igual.[4]
El vigésimo séptimo portón: La Torá.
Shá'ar HaTorá.
Al pueblo de Israel le fueron concedidas tres coronas: La corona de la Torá, la del sacerdocio y la de la realeza.[5] La corona del sacerdocio la obtuvo Aharón, como está escrito: Y será para él y su descendencia una alianza de sacerdocio eterno.[6] La corona de la realeza fue obtenida por el rey David, como está dicho: Su descendencia por siempre permanecerá y su trono como el sol ante Mí.[7] Sin embargo, la corona de la Torá se halla lista y a disposición de todo Israel, como lo afirma el versículo: Torá nos ha encomendado Moshé, herencia de la congregación de Ya'acob.[8] Todo el que desee obtenerla, que venga y la tome. Los Sabios del Talmud aseveraron: La corona de la Torá es más grande que la del sacerdocio y la del reinado.[9]
No encontrarás entre las Mitzvot ninguna que se compare en peso con la del estudio de la Torá. Pues, el estudio de la Torá equivale a todos los demás preceptos juntos,[10] ya que gracias al estudio de la Torá las Mitzvot se pueden poner en práctica.[11] Esto es válido si quien la estudia lo hace con el propósito de aprender, enseñar, observar y cumplir. Todo aquél que al estudiar un precepto siente anhelo de llevarlo a cabo, su mérito es igual que si la hubiera hecho y así recibirá recompensa tanto por la realización como por el estudio.
Y todo aquel cuyo corazón se inclina a realizar Mitzvot para coronarse con la Torá, no habrá de poner su atención en ningún otro interés, y no deberá hacerse la idea de alcanzar Torá junto con riquezas y honores al mismo tiempo, pues el camino de la Torá se obtiene con sacrificio y esmero, pues está escrito: pan con sal comerás y agua medida beberás, sobre la tierra dormirás y una vida de padecimientos vivirás, pero en la Torá pondrás tu esmero.[12] Y quien piense que puede dedicar su tiempo a reunir fortuna y posteriormente dedicar su tiempo al estudio de la Torá, será muy difícil adquirir la corona que ella otorga, pues para conseguirla deberá hacer su estudio fijo y el trabajo mundano algo complementario.[13] Y no digas: Cuando tenga tiempo estudiaré, pues quizás nunca dispongas de él.[14]
Haciendo una introspección
Cuando un hombre llega a este mundo tiene asignado cierto número de días. También llega provisto del intelecto necesario para adquirir conocimientos de Torá y observar los preceptos. Desafortunadamente, se deja llevar por las tentaciones mundanas y despilfarra su valioso tiempo para perseguir las vanidades de este mundo. Los Jajamim nos advierten: La complacencia de adquirir bienes es pasajera y cuando tengamos que rendir cuentas ante el Creador por el tiempo que nos dio, ¿Qué le responderemos? Nos preguntará qué hicimos con cada minuto de nuestras vidas. ¿Iremos a presentar un sobre vacío, o uno lleno de Torá y actos buenos? Debe ser bastante doloroso ver la figura en la que estaba destinado ser, y contrastarla con aquello que trae consigo…
Fue en Stoypetz, Polonia, Rabbí Yosef Enkin arribó a la casa del Rab de la ciudad. Lo pasaron a la sala, mientras llegaba el anfitrión, frente a él, en un pequeño taburete estaba sentado un joven que al parecer también esperaba la llegada del Rab. Rabbí Yosef quiso conocer al joven: “¿Cómo se llama usted?”, preguntó Rab Enkin. “Abraham Yesha'ayá Karelitz”, respondió. “¿Y a qué se dedica?”. “Soy… comerciante…”. En aquel entonces, el Jazón Ish tenía una pequeña tienda que atendía su esposa, mientras él estudiaba Torá día y noche. “Y… ¿no fija usted un tiempo para estudiar Torá?”, volvió a preguntar Rab Enkin. “Este… cuando tengo tiempo, estudio…”, fue la respuesta. “Y… ¿qué lo trajo hasta aquí?”. “El Rab me citó”, fue su respuesta. Rab Enkin pensó en ese momento que quizás el Rab de la ciudad tenía un negocio para ofrecerle, o tal vez el joven venía a plantearle un diferendo comercial con otra persona. Mientras estaban conversando, el Rab de la ciudad llegó a su casa e hizo pasar primero a Rab Enkin a su despacho privado. Un rato después, cuando salió de ahí, se quedó mirando azorado, al “comerciante”. Pensó “Ahora sé por qué el Rab de la ciudad te mandó llamar…”. El Rab de la ciudad le había contado que quien estaba afuera es un Gran Talmid Jajam, y que le había ofrecido ocupar su puesto de Rabino por unos meses, hasta que regresara de un largo viaje que estaba por realizar.
¡Asombroso! ¿Cómo respondió el Jazón Ish a la pregunta de cuándo estudia Torá? “Cuando tengo tiempo, estudio”. Al margen de descubrir la extraordinaria humildad que anidaba en el joven Talmid Jajam, aprendimos que, en realidad, ésa es la verdadera definición de la Mitzvá de Estudiar Torá….
Buenas noticias para ti querido lector: mientras el Todopoderoso nos otorgue vida, estaremos aún a tiempo. Encaucemos nuestra energía y los talentos para vivir con el propósito que el Creador espera de cada uno de nosotros. Rabí Tarfón dijo: ‘El día es corto y el trabajo mucho. Los trabajadores son holgazanes y la recompensa es enorme. El patrón los apura’.[15]©Musarito semanal
“Haz del estudio de Torá lo principal y de tus demás asuntos lo secundario”.[16]
[1] Shabbat 31:1.
[2] Mishlé 3:18.
[3] Nefesh HaJaím I,16.
[4] Jafetz Jayim.
[5] Pirké Abot 4:13.
[6] Bemidbar 25:13.
[7] Tehilim 89:37.
[8] Debarim 33:4.
[9] Yomá 72b, Kohélet Rabbá 7:2.
[10] Peá 1:1.
[11] Baba Kama 17a.
[12] Pirké Abot 6:4.
[13] Idid. 1:15.
[14] Ibid.. 2:4.
[15] Pirké Abot 2:15.
[16] Sifrí, Perashat Vaetjanán 6:7.
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