Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)

 

 

El temor, es la más grande veneración que puede el ser humano darle a la Majestad Divina. Es una obligación de cada hombre temer del Creador más que cómo se teme a un rey grande y poderoso. Solamente aquellos que logran comprender lo Grandioso, lo Magnifico de Su Dominio, se humillan ante Su grandeza y lo demuestran en cada movimiento que realizan, cuidando hasta el más mínimo detalle para no faltar a Su Potestad y más cuando se dirigen a Él en sus oraciones o durante el estudio de Su Torá.

 

 

El vigesimoctavo portón: El temor al Creador.

Shá'ar Ira′at Shamayim.

 

Encontramos escrito en la Torá: Y ahora Israel, que es lo que el Eterno te pide a ti, sólo temerle.[i] Y está escrito: Al Eterno temerás.[ii] Y dice el versículo: El temor al Eterno es Su tesoro.[iii] Dijo Raba: Cuando el hombre se presenta ante el Eterno a rendir su juicio final, le preguntan: “¿Comerciaste con honorabilidad? ¿Fijaste momentos fijos para estudiar Torá? ¿Te ocupaste de reproducirte? ¿Esperaste la redención? ¿Discurriste en el estudio? ¿Dedujiste cosas a partir de otras ya conocidas? Y aunque todo lo responda afirmativamente, es aceptado sólo si posee temor al Creador, de lo contrario…, será rechazado. Se asemeja esto a un hombre que le encomienda a su empleado que le suba una tonelada de trigo al desván y así lo hace. El patrón le pregunta: “¿Mezclaste una porción de jomatín (hierbas destinadas a conservar el cereal)?”. Y el empleado le responde: “No, no he mezclado las plantas con el cereal”. “Entonces”, le dice el dueño: “Hubiese preferido que no subas el cereal al desván”.[iv]

 

Y dijo Rabbá Bar Rab Una: “La persona que posee conocimientos de Torá y no posee temor al Eterno, se asemeja a un tesorero al que le entregaron la llave de la bóveda, empero no posee la llave de la entrada principal, ¿de qué le sirve esa llave? ¡No podrá llegar al tesoro!”. Y pregonaba Rabbí Yanai: “Pobre de aquel que no posee una vivienda y construye puertas para su morada”. La metáfora refiere a una persona que no posee una casa (temor al Todopoderoso) y sin embargo construye una puerta (conocimientos de Torá) para la misma.

 

El temor al Eterno es lo único que puede conducir al hombre a la vida eterna, y así lo declaró el rey David: El temor al Eterno es puro, perdura por siempre.[v] Así también lo afirma el rey Shelomó: “Y el Eterno hizo que le teman a Él.[vi] Es preferible poco, con temor al Eterno, que abundantes riquezas con inquietud.[vii]

 

Es preciso mencionar que existen tres tipos de temor: Primero: El que induce a realizar buenas acciones como el estudio de Torá, la plegaria y el cumplimiento de los preceptos por temor a la opinión pública, quiere decir: miedo al desprestigio y a la pérdida de la confianza de los demás. Este tipo de servicio no tiene un buen futuro, pues no dirigen sus pensamientos al Eterno. El segundo: es aquel cuyo temor al Eterno se origina por el miedo al castigo por los pecados cometidos o por la recompensa del Mundo Venidero. Este tipo de servicio es correcto, pues quienes proceden así, temen al Juicio Celestial, sin embargo, no han alcanzado el objetivo deseado, pues sus buenas acciones son motivadas por un bien personal y no por la Honra al Eterno. El tercero, es un tesoro considerado como una gema preciosa, y es el temor que experimenta aquel que siente la Magnitud de la Presencia Divina y todos sus miembros se estremecen sólo por evocarlo. Este temor es muy difícil de conseguir, pues el ser humano se halla habituado a obtener un beneficio o perjuicio de toda acción, de lo contrario, siente que sus actos carecen de valor.

 

 

Haciendo una introspección

 

 

Encontramos en el Talmud un suceso que puede darnos una idea de lo importante que es el Temor en el servicio al Creador. En el momento en el que Rabbán Yojanán ben Zakai se encontraba en el lecho de muerte, sus discípulos le solicitaron: “Maestro bendíganos”, él les respondió: “Que sea voluntad del Cielo que vuestro temor al Cielo sea tan fuerte como el temor de los hombres”. Le preguntaron: “¿¡Rabbenu!, solamente eso?”. A ellos les pareció fácil alcanzar un temor al Creador si era comparado al temor a otra persona, pero su Rab sabía que llegar a esa categoría no era nada sencillo, por eso les respondió: “¡Ojalá que puedan alcanzar este nivel!, sepan que cuando una persona comete algún pecado en secreto dice: “espero que nadie esté observando…”. Por eso, les deseo que sientan el mismo temor del Todopoderoso, pues Él siempre estará frente a ustedes viendo cada uno de sus actos.[viii]

 

El más elevado nivel de temor es hacia el Hacedor: dijo el profeta: “…tengo vergüenza y estoy confundido en elevar mi rostro hacia Ti.[ix] Cabe preguntar: “¿Cómo puedo tener vergüenza de alguien al que mis ojos no pueden ver?”. Responden nuestros Sabios que, a pesar de que el Todopoderoso está siempre oculto a nuestros ojos, se encuentra en todos lados y se revela en los pensamientos. La única forma de escapar de las tentaciones es pensando y recordando sin cesar que Él ve los actos, sondea los riñones y observa los pensamientos.

 

Es conocido el relato sobre el Jafetz Jaim que viajaba en un carruaje. El conductor ve un montón de paja al costado del camino, y, viendo que no hay nadie en los alrededores, detiene el vehículo para llevar algo de forraje para darle de comer después a sus caballos. Cuando se agacha a recoger la paja, el Jafetz Jaim grita: “¡Te ven!” Y el hombre asustado vuelve corriendo al lado del carro. Se tranquiliza y se percata de que no hay nadie cerca, y vuelve a la carga. Otra vez, el Jafetz Jaim grita: “¡Te ven!” Y nuevamente el hombre regresa a su coche sin tomar la paja. Y así repitió el intento otras dos veces... Ya en el camino, el cochero le pregunta al Jafetz Jaim, cómo sabía que lo estaban viendo, cuando él no vio a nadie. El Jafetz Jaim tampoco vio a nadie, su intención era advertirle que desde Cielo lo estaban viendo.

 

Esta es nuestra misión, recordar y gritar en cada situación: “¡Me están viendo!”, así lograremos tener siempre conciencia de que el Creador conoce todos nuestros secretos e intenciones; esta es una de las formas más efectivas para aumentar nuestro Yirat Shamayim. Cuando lo consigamos, estará en nuestro poder el “control” que dominará a nuestro instinto, y por ende a nuestros deseos.[x] ©Musarito semanal

 

 

 

“El temor al Creador es fuente de vida.”.[xi]

 

 

 

 

 

 

[i] Debarim 10:12.

 

[ii] Ib. ib:20.

 

[iii] Yesha′yá 33:6.

 

[iv] Shabbat 31a.

 

[v] Tehilim 19:10.

 

[vi] Kohélet 3:14.

 

[vii] Mishlé 3:14.

 

[viii] Berajot 28b.

 

[ix] Ezrá 9:6.

 

[x] Lekaj Tov.

 

[xi] Mishlé 14:27.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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