Orjot Tzadikim (Las sendas de los justos)

 

 

La Mishná declara: El mundo se apoya sobre tres pilares que son: la Torá, los sacrificios (hoy es la Tefilá) y los favores.[1] Shimón Hatzadik afirma que mientras existan estas tres columnas, o sea, que haya estudio y cumplimiento de la Torá, mientras se haga Tefilá, mientras haya favores en el mundo, el Todopoderoso es tolerante y detiene los decretos adversos. Uno de estos pilares es el de Guemilut Jasadim, hacer favores. Tres características definen a la simiente de Abraham Abinu; son generosos, sinceros y humildes.[2]

 

Rabbí Yehudá Hanasí. pasaba por cierto lugar donde un Shojet (degollador ritual) se disponía a sacrificar a un borreguito. El animal escapó desesperado de las manos del matarife y se cobijó tras la túnica del Rab, como pidiéndole protección. Rabbí Yehudá, sacó al borreguito de entre su ropa y le dijo: ¡Ve al degüello, pues para eso fuiste creado! Narra el Talmud que, a raíz de la falta de consideración hacia el animal, la medida de la justicia fue muy rigurosa con él y le fueron decretados sufrimientos que lo torturaron por muchos años. En otra ocasión, la sirvienta de su casa se encontraba realizando la limpieza, de pronto, encontró a unos ratones escondidos y los barrió con violencia hacia afuera. La reprochó el Rab y le dijo: ¡Ten misericordia de las criaturas del Eterno!, si quieres sacarlos, hazlo, pero con paciencia y piedad. A partir de entonces, Rabbí Yehudá se curó y no sufrió más.[3]

 

            ¿Acaso el destino de aquel borrego no era el degüello? El Creador señaló a Noaj: Todo lo que se mueve y vive será alimento para ustedes.[4] ¿Por qué entonces fue castigado Rabbí Yehudá? A pesar de que tenía razón en cuanto al destino que le esperaba al animalito, la indolencia mostrada hacia él fue lo que provocó el castigo, debido a que la piedad es un factor vital en el servicio del Creador. Más cuando se compadeció dé los ratones, volvió a mostrar la sensibilidad que fue lo que alivió para siempre su dolencia. Aprendemos que no debemos ser apáticos al sufrimiento de los animales, y ni que hablar al de los seres humanos. Cuando el hombre muestra compasión hacia los demás, está emulando uno de los grandes atributos del Todopoderoso: Así como Él es piadoso, tú también debes serlo.[5]

 

 

 

 

El octavo portón: la crueldad.

Shá'ar Hajzariyut.

 

 

La crueldad es una condición que se halla en las personas cuya naturaleza es similar a la de los leones, quienes atacan a sus presas y arrebatan el bocado. Quien hace sufrir a cualquier persona de Israel transgrede una prohibición de la Torá, como está escrito: No oprimirá un hombre a su prójimo.[6]El versículo se refiere a la opresión verbal.[7] Todos los portones se cerraron a excepción de los portones de la opresión.[8] Por tanto, el hombre debe ser sumamente cuidadoso de no provocar el sufrimiento del prójimo, ni de hecho ni de palabra. También es considerada una actitud cruel el difamar al prójimo, pues le provoca sufrimiento y vergüenza.

 

Se nos advirtió de quitar de nuestras almas la crueldad, como está escrito: Viuda y huérfano no oprimirán.[9] Y está escrito: No oprimirá hombre a su prójimo y temerán del Eterno.[10] Incluso con los animales debe evitar la crueldad, como está escrito: Conoce el justo el espíritu de su animal.[11] No debe agobiarlo con el trabajo ni hacerlo sufrir de hambre, al respecto dice la Torá: Cuando veas al burro de tu enemigo soportar su carga, no te apartes en ayudarlo, sino ayudar lo ayudarás a él.[12]Y dijeron nuestros sabios: El causar sufrimiento a un animal es una prohibición de la Torá.[13]

 

Haciendo una introspección

 

En cierta ocasión, el Arizal pasaba por un pequeño poblado. Se hospedó en casa de un hombre recto y piadoso, que no escatimó esfuerzos para hacer su estancia confortable. Rab Itzjak se sintió muy conmovido con la dedicación de su anfitrión. Cuando estaba por irse, le dijo: “¿Cómo podría agradecerte todas las molestias que te has tomado por mí? ¡Pídeme lo que quieras y te daré una bendición!

 

Su anfitrión suspiró y respondió con voz pesarosa: “¿Qué puedo decirle? Tengo todo lo que necesito, no me falta ni salud ni riquezas, me falta sólo una cosa para completar mi felicidad: mi esposa y yo tenemos varios hijos, pero hace tiempo que ella dejó de concebir sin que sepamos por qué. Los médicos no pueden explicárselo. ¿Podría darnos como bendición que siga teniendo hijos…?”

 

“Yo sé el motivo”, respondió el distinguido invitado. “La bondad y la compasión son uno de los rasgos característicos de todos los descendientes de Abraham Abinu. Tenemos que estar siempre alerta para no causar angustia a nadie, sea persona o criatura. En tu patio, tienes un gallinero donde antes había una escalera de mano. Los pollitos acostumbraban a subirla y bajarla brincando para llegar a los comederos y al agua que están en el suelo. Cuando tu esposa vio que lo ensuciaban todo, dijo a la criada que pusiera la comida y el agua dentro del gallinero y quitó la escalera. Desde entonces, los pollos están aprisionados en la oscuridad. No pueden hacer ejercicio y se han visto privados de la diversión que era para ellos andar subiendo y bajando la escalera. En su frustración y descontento pían y esos sonidos de queja se han abierto camino hasta el cielo, contándose como una falta de tu esposa; es eso lo que la hace estéril y no pueda tener más hijos”.

 

El hombre oyó asombrado las palabras del Arizal, y fue inmediatamente a buscar la escalera. Con sus propias manos, la apoyó de nuevo en la puerta del gallinero. Todos los pollitos salieron en tromba gritando de alegría. No pasó mucho tiempo sin que la esposa del hombre quedara embarazada y volviera a tener hijos...©Musarito semanal

 

 

“Todo aquél que se muestra misericordioso hacia las criaturas del Eterno, el Cielo se mostrará Misericordioso hacia él.”.[14]

 

 

 

 

 

 

[1] Pirké Abot 1:2.

 

[2] Idem 5:19.

 

[3] Babá Metziá 85a.

 

[4] Bereshit 9:3; Ver Sanhedrín 59b.

 

[5] Shabbat 133b.

 

[6] Vayikrá 25:17.

 

[7] Ver Babá Metziá 58b.

 

[8] Ibid 59a.

 

[9] Shemot 22:21.

 

[10] Vayikrá 25:17.

 

[11] Mishlé 12:10.

 

[12] Shemot 23:5.

 

[13] Babá Metziá 32b.

 

[14] Shabat 151b.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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