Juzga para bien
“Mira, Yo pongo hoy delante de ustedes la bendición y la maldición…” (11:26).
La porción de la Torá que se lee esta semana comienza diciendo: Este día están ustedes parados ante la bendición y lo opuesto. Es como si Hashem nos estuviera diciendo: “Están ante una bifurcación de caminos. Por un lado tienen un sendero que aparenta no ser un paseo placentero, pero al final te conduce a un lugar muy bueno. El otro camino es más llamativo, pero al final te lleva a un lugar vano y oscuro”. Si conocemos el final de cada uno, la decisión es fácil de tomar, pero cuando no es tan evidente, nos paramos al frente de ellos y preguntamos: ¿cuál de ellos tomo?
Aquí es donde comienza la lucha interna y al final, el libre albedrío es quien decide…
La Perashá, a manera de consejo, nos dice: “Mira” hacia dónde te diriges; toda acción tiene un lado positivo y otro negativo, pero la elección es tuya. Por ejemplo, estás en la calle y de repente ves a tu amigo haciendo algo que aparenta ser muy malo; ¿cómo lo juzgas? Hay quienes se la pasan buscando errores y hay quienes practican la virtud de juzgar favorablemente a los demás.
En una ocasión Rab Levi Itzjak de Bardichev se dirigía al Bet HaKenéset para recitar las plegarias matutinas. A su lado caminaba su shamash. Pasaron por la caballeriza, donde el cochero de un carruaje se encontraba engrasando las ruedas del vehículo con talit y tefilín puestos. El shamash dijo al Rab: “Mire a ese sinvergüenza. ¡Salió del Bet HaKenéset para engrasar las ruedas de su carro! Por lo menos, antes de iniciar su labor, se hubiera quitado el talit y los tefilín”. El Rab reaccionó de otra manera y dijo: “Mira qué hermoso acto, un judío que incluso al engrasar las ruedas de su carro lleva puestos su talit y tefilín, y dice el Shemá Israel”.
La diferencia entre Rab Levi Itzjak y su shamash era “la visión”, la cosmovisión que cada uno tenía respecto a las personas. ¡Hay quienes ven a su compañero parado en la orilla de un techo y lo empujan; hay quienes ven a su compañero cayendo y tratan de atraparlo! ¡Hay quienes encuentran a su compañero tirado y lo patean, y hay quienes encuentran a su compañero tirado en un pozo y tratan de sacarlo! La esencia de juzgar favorablemente es en una situación en la que podemos ver a nuestro compañero que ha caído, cuando las sospechas de culpa lo rodean, y utilizamos nuestros recursos mentales para levantarlo de ese enredo, en nuestra propia mente y en la de los demás.[1] Dice la Mishná: “...juzga a toda persona favorablemente”.[2] Rabí Yehudá ben Shila dijo en nombre de Rabí Ase, en nombre de Rabí Yojanán: “Hay seis cosas de las que el hombre come sus frutos en este mundo y le queda el capital para el Mundo Venidero… Una de ellas es: ‘...y el que juzga a su prójimo favorablemente’.”[3]
Una mujer procuraba dejar media taza de leche en el refrigerador para la botella de su bebé en la mañana. Un día la señora se levantó y vio la taza de café de su esposo vacía, cerca de la taza con leche que había apartado para el bebé, también vacía. Sus ojos se hincharon. “¡Qué hombre tan desconsiderado! ¡Piensa en sí mismo antes que en el bebé!”, se dijo. Pasó todo el día quejándose sobre el egoísmo de su esposo. Cuando por fin llegó el marido a la casa, la mujer decidió hacérselo saber.
Al final de su sermón, su esposo preguntó si podía decir unas cuantas palabras. Tomó al bebé de su cuna, le dio un beso y se dirigió a su esposa: “El bebé se despertó a medianoche; no encontré su mamila, así que le di la leche en una taza…”.[4]
Hay otra referencia alusiva al tema en la Perashá. Dice así: Y estas son las (aves) que no podrán comer…. La raá.[5] Esta especie tiene la singularidad de ver sumamente bien.[6] El nombre de este pájaro se deriva de la raíz reé, que significa “ver”.[7] Explica la Guemará que esta ave puede estar volando en un valle en Babilonia y ver un cadáver en la Tierra de Israel. Si “somos lo que comemos”, entonces, ¿por qué no podemos comerla? ¿Acaso no sería fantástico tener una visión tan aguda…?
Uno de los motivos por los que esta ave se considera impura es que se trata de un ave rapaz; busca cadáveres para alimentarse de ellos, lo cual quiere decir que emplea su poderosa visión sólo para ver lo negativo y hallar deficiencias…
Puedes conocer más a una persona escuchando más lo que habla de otros, que de lo que los demás dicen de ella.
Había un ama de casa que siempre encontraba defectos al trabajo de su criada, diciendo que la casa no estaba limpia. La empleada se esmeraba en quitar hasta las partículas más finas de polvo, y la patrona seguía en lo mismo; mucho polvo… Cada día era un suplicio para la empleada doméstica, hasta que un día ya no pudo soportarlo. Se acercó a la señora; la miró fijamente a los ojos y le dijo: “¡Señora! ¡El polvo que está usted viendo se halla en sus propios lentes!”. La mujer se quitó las gafas y, en efecto, los cristales se encontraban cubiertos de polvo…[8]
Como judíos, se nos han dado las normas para tratar exitosamente con la gente a nuestro alrededor. Las mitzvot nos fueron dadas con el propósito de crear, incrementar y asegurar la paz en el mundo, como está escrito: Sus caminos (de la Torá) son placenteros y todos sus senderos son de paz.[9] La virtud de juzgar favorablemente a todo ser humano no sólo otorga al hombre la gracia de ser amado por sus prójimos, sino que también —y principalmente— le atribuye el don de ser positivo en la vida, de ser hombre de fe, de altura y de seguridad en sí mismo.[10] Cuando tratamos de descubrir lo mejor que hay en los demás, descubrimos lo mejor de nosotros mismos.©Musarito semanal
“El que juzga a su prójimo por sus méritos será a su vez juzgado por los propios.”[11]
[1] Jafetz Jaim.
[2] Pirké Abot 1:6.
[3] Shabat 127a.
[4] El otro lado de la historia, pág. 62, Yehudit Samet.
[5] Debarim 14:12-13.
[6] Rashí.
[7] Julín 63b.
[8] Hablarás de Torá, pág. 263, Rab Moshé Bogomilsky.
[9] Séfer HaJinuj 235.
[10] Rab Shelomó Sued.
[11] Shabat 127b.
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