¿Eres cuerpo o alma?
“De lo primero de la masa de ustedes darán al Eterno”. 15:21.
Hashem ordena a Moshé transmitir la ordenanza: Cuando entren en la Tierra a donde Yo los llevo, sucederá que cuando coman del pan de la Tierra deberán apartar una porción a Hashem. Lo primero de la masa de ustedes, una hogaza dedicarán como porción.[1] Durante su estadía en el desierto, los Hijos de Israel no cumplían con este precepto debido a que se alimentaban con el Man. Después de entrar a Éretz Israel, comenzarían a sembrar y a cosechar los cereales y por cada hornada de masa de las cinco clases de grano,[2] era obligado separar Jalá, la cual debía entregarse al Cohén. Aunque la Torá no enunció ninguna medida específica, los Jajamim estipularon una cantidad que era 1/24 parte de la masa para la persona común,[3] y 1/48 parte para el panadero.[4] Este precepto realmente se aplica sólo en Éretz Israel y en un tiempo cuando la mayoría del Pueblo se encuentra allí. No obstante, los Jajamim ordenaron que fuera separada también en la diáspora, y durante toda época, esto con la finalidad de que el precepto no sea olvidado. Actualmente se separa y se quema 26gr de la masa.
El Jinuj explica,[5] que el pan es un alimento básico, y lo consumimos prácticamente todos los días y por este motivo Hashem ordenó que, previo al horneado, debíamos sacar Jalá. A manera de ejemplo, Hashem quiso decir: “No se equivoquen al pensar que el pan sirve exclusivamente para sustentar el cuerpo, es también útil para nutrir también al alma y de aquí aprendemos que este concepto aplica igualmente para toda cosa mundana.
¿Acaso puede algo terrenal sustentar algo espiritual? Por su naturaleza, el materialismo es fugitivo. La comida que comimos ayer, hoy ya se fue. El dinero que ganamos hoy, será gastado mañana. El status y el poder que tanto trabajamos por conseguir, puede desaparecer en un momento. ¡Todo lo que consumimos es perecedero! En el otro extremo encontramos al alma, un ente intangible y trascendente por naturaleza, ¿Acaso una hogaza de pan puede alimentar y transformar la forma y el tamaño de nuestro espíritu?
La respuesta es afirmativa; Hashem creó al hombre y lo colocó en un mundo material con el propósito de vivir dentro de esta realidad, con todas las dificultades y pruebas que se presentan, el objetivo es superarlas y refinar al materialismo, a través de introducir en él espiritualidad. En el momento en el que cumplimos una ordenanza de Hashem, por ejemplo la de sacar Jalá. O cuando pronunciamos la Berajá antes de introducir cualquier alimento a nuestras bocas, le insuflamos espiritualidad. Cuando lo consumimos en forma adecuada, le damos satisfacción a nuestro cuerpo y también a nuestra alma. No solamente las sensaciones mueven las fibras de nuestra alma; Hashem, con su infinita misericordia, le concedió al ser humano la virtud de usufructuar la materia del mundo y trocarla en espíritu, ¡Esto es un gran privilegio, pero al mismo tiempo compromete!
Un joven deseaba emprender un nuevo negocio y para ello, viajó a una lejana ciudad. Luego de encontrarse con su tío y contarle el propósito de su viaje, se dirigió a su hotel para descansar. Mientras tanto, el tío llamó a los vendedores para avisarles que había llegado a la ciudad un comerciante con bastante dinero: “¡Apresúrense y lleven sus mejores productos a su hotel, él tiene la capacidad para adquirir una gran cantidad de los productos que ustedes ofrecen…!”.
Los empresarios comenzaron a frotar sus manos, a la vez que seleccionaban las mejores piezas de su catálogo. Más tardaron en terminar la llamada que en lo que arribaron al hotel buscando al joven empresario. Él analizó minuciosamente cada uno de los productos, y luego de varias reuniones, terminó exhausto pero satisfecho. Una vez que terminó de liquidar el saldo de sus compras, se dispuso a volver a su casa. Antes de partir, fue a la casa de su tío para despedirse, y le relató que había adquirido una gran variedad de productos. Luego empezó a suspirar y lamentarse diciendo que en todos estos días no había podido ir a conocer la ciudad, debido a la gran cantidad de reuniones con los comerciantes de la ciudad, que no cesaban en traerle nuevos e interesantes productos. El tío al escucharlo, comenzó a reír y le dijo: “Hijo mío, quiero que sepas que fui yo quien causó todo eso. Recién te miré, un fuerte temor vino a mi mente, ya que en este lugar abundan los teatros y placeres; te vi tan joven y apuesto, además traías una gran cantidad de dinero… temí que te dejarás llevar por la tentación, y perdieras el tiempo y el capital en estos pasatiempos. Por eso, me preocupé por ti y te mandé a todos los comerciantes para que te mantengan ocupado en negocios, hasta que no te quedara tiempo para entretenimientos…”.[6]
Rabí Jananiá Ben Akashiá dijo: ‘El Santo, Bendito Es, deseó conferir gran favor sobre Israel. Él entregó a ellos la Torá y Mitzvot en abundante medida’.[7] Hashem dispuso un mundo pleno de recursos que están a nuestro servicio, y cada uno de estos medios son oportunidades que Hashem te concede para poder acercarte a Él. Recién abres los ojos, encontrarás un sinfín de oportunidades para cumplir Mitzvot. La intención que tengas al utilizar la materia, manifestará quien se expresa, el cuerpo o el alma, todo depende de tu actitud.
Cierto día, un Rebe pronunciaba una disertación frente a sus alumnos, los alentaba a usar adecuadamente su tiempo libre para asuntos espirituales. Las palabras inundaban el recinto de sabiduría y los discípulos prestaban atención con avidez. Cuando terminó, uno de los presentes se acercó y le dijo: “No tengo ni un minuto libre, mi agenda ya está tan cargada que no sé cómo podría agregarle algo más”, dijo mostrando cierta preocupación. Con una simple mirada el Rebe le dio a entender que él estaba mucho más saturado en tiempo y entonces le dijo: “Francamente, no comprendo tu pregunta. Toda persona posee un cuerpo y un alma los cuales le proporcionan la fuerza y energía necesarias para trabajar. Es como un pájaro y sus alas. Imagínate que un pájaro no supiera que sus alas le permiten volar; en ese caso, para él serían sólo un peso extra. Pero una vez que bate sus alas, se remonta hacia el cielo. Todos tenemos alas, nuestra alma, que puede elevarnos tan alto como precisamos ir. Todo lo que debemos hacer es aprender a usarlas, si tú pretendes llegar lejos, lo primero que debes hacer es dejar de pensar que no puedes lograrlo, cuando la persona tiene la voluntad de hacerlo, Hashem le ayuda para conseguirlo”.
La Torá no prohíbe asignar tiempo para comer, beber, dormir. Tampoco prohíbe ocuparnos de trabajar para sustentar a los miembros de nuestra familia. Convierte tu energía y dedicación en Mitzvá, ¿Cómo? Solo piensa que lo haces porque Hashem ordenó que lo hicieras, estudia las Halajot pertinentes y entérate como conducirte según los estatutos de la Torá. Además del tiempo que debes dedicar a tu familia, dedica un tiempo fijo y específico para la Tefilá y para estudiar Torá. © Musarito semanal
“Cuán precioso es este mundo. Simplemente por una pequeña suma de dinero, uno puede adquirir una Mitzvá: dar a los pobres, adquirir Tzitzit, etc. En el Mundo Eterno no hay Mitzvot para ser adquiridas a ningún precio”.[8]
[1] Bemidbar 15:18-21.
[2] Trigo, cebada, avena, espelta y centeno.
[3] 1.700kg aprox.
[4] Jalá 2:7.
[5] Mitzvá 395.
[6] Mishlé Yaacob; El Maguid de Dubna.
[7] Macot 23b.
[8] El Gaón Rabí Eliahu de Vilna.
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