El cantar de los cantares

1.12 “Ad SheHamélej Bimsibó, Nirdí Natán Rejó.”

 

 

“Hasta donde el Rey está sentado, llega la fragancia de mi nardo”.

 

En Breve:

 

Después de que el Creador mostró Su cariño hacia Israel al revelarle Su plan para beneficiarlo colmándolo con bendiciones. Israel también muestra correspondencia hacia Él, diciendo que la fragancia que emana de cumplir con Su Voluntad llegará hasta el rincón más recóndito de sus aposentos.[1]

 

Profundizando:

 

Los reyes tenían la costumbre de, terminando de degustar los alimentos, se sometían a una especie de aromaterapia. Mientras reposaban los alimentos, les traían agradables bálsamos e inciensos. La amada (Israel) le dice a su Prometido: Hasta donde el Rey está sentado, llega la fragancia de mi nardo, sé que Su Majestad está rodeado de perfumes, sin embargo, vivo con la esperanza de que el aroma que despide mi flor sea más preciado, que todos los demás perfumes. Queriendo decir: Sé que en el Mundo podrá haber hombres justos que realicen actos bondadosos, pero ningún acto no será apreciado ante los Ojos del Creador como los actos de Israel...[2]

 

 

Enseñanza ética:

 

Al pecar Adam y Javá hicieron que la Presencia Divina se alejara del primer Cielo, pero Abraham la hizo retornar a la Tierra. Adam trajo la mortalidad a la humanidad y Abraham regresó la vida al mundo, por medio de su hospitalidad fue introduciendo a la gente hasta donde el Rey está sentado. [3] En un momento en el que el Creador no era reconocido en la tierra, (y solamente en el Mundo Superior o sea, en el plano espiritual, era evocado por los ángeles), apareció Abraham y al salir airoso de las diez difíciles pruebas a las que fue sometido, esparció la fragancia de Mi nardo. Él propagó por todo el mundo el Nombre del Santo Bendito sea Su Nombre: así como el nardo despide su aroma y perfuma todo el lugar donde se encuentra.[4]

 

Abraham fue el primer individuo que tuvo conciencia, por su propio esfuerzo intelectual y espiritual, de la existencia del Creador y desde que era un niño, abrió el camino de la Emuná (fe o creencia) para todas las generaciones que le sucedieron: Un gentil preguntó a un muchacho judío cómo comprobaba la existencia del Creador. El joven respondió: “Yo vivo cerca de la costa. Si veo pisadas en la arena, sé que alguien ha estado allí. De igual forma, cada vez que miro hacia arriba y veo el sol, la luna, las estrellas y todas las maravillas de la naturaleza, sé que el Eterno está allí. Esas son algunas de Sus huellas en el universo…”.

 

Está escrito en el Midrash que Abraham destrozó todos los ídolos de su padre; el progenitor conceptuó el acto como herético y, temiendo las consecuencias, entregó a su hijo en manos de Nimrod, quien era el líder de todos los idólatras de la época, para que fuera juzgado y sentenciado. Cuando estuvieron frente a frente, se suscitó una discusión entre el más grande de los perversos idólatras y nuestro patriarca. El monarca le dijo a Abraham: “Ante ti se halla la efigie de nuestro dios, adorado por todos mis súbditos. Detrás de él hay un horno del cual surgen tremendas llamas y humo. Ahora la elección es tuya: los nobles y ciudadanos de mi reino han venido a verte rendir homenaje a nuestro dios, si te rehúsas a ello tendrás que entrar al horno de fuego. Ante la negativa de Abraham, preguntó Nimbrod: “¿Por qué desconoces a nuestros dioses? ¡Ellos nos benefician y debemos adorarlos! Inclínate ante el fuego. Abraham objetó: “¿Acaso el fuego es el más poderoso de todos? Si fuera así, tendrían que adorar al agua, porque tiene el poder de apagar el fuego”. “Bueno”, respondió el monarca. “adora entonces al agua”. Abraham negó con la cabeza: “No creo que sea una buena idea, porque las nubes son más poderosas, ellas contienen el agua y nos la envían a la Tierra”. “Está bien”, dijo Nimbrod, “las nubes son más que el agua, arrodíllate ante ellas”. Abraham seguía firme en lo suyo: “Hay algo más vigoroso que las nubes, y es el viento, que esparce las nubes y las lleva de un lugar a otro”. “De acuerdo”, dijo el rey, “¡el viento será nuestro dios! Inclínate ante él”. Abraham objetó: “Si es así, entonces deberían adorar a la persona, porque la persona está llena de aire a pesar de sus aberturas corporales…”. La discusión parecía no tener fin. Nimrod ordenó a sus soldados que arrojen a Abraham dentro de la hoguera y blasfemó: “¡Si Él es realmente más poderoso que el fuego, entonces que te salve de la hoguera!”. La gente se alejó para no ver la terrible escena que se desarrollaría. Pero entonces sucedió algo inesperado. No se oyeron gritos de terror. La gente miró hacia dentro del horno y vio la figura de Abraham saliendo de él. Cuando se encontraba fuera, Abraham no tenía ninguna marca de quemadura en el cuerpo.[5]

 

La salvación de Abraham demostró a todos la existencia del Creador y la recompensa que recibe todo aquel que cree plenamente en Él. Debemos ser fuertes y estar dispuestos a defender nuestra fe en el Todopoderoso en una forma sincera y ante cualquier situación. En ocasiones Él se manifiesta en forma aparente, en otras no, sin embargo, todo Yehudí lleva en su sangre, el coraje y la entrega de Abraham Abinu, es misión de cada uno, descubrir al Creador por todo lugar….

 

Un hombre se encontraba jugando con su hijo al ajedrez. Cuando la partida terminó, el joven exclamó: “¡Otra vez perdí! Dime padre, ¿por qué siempre me ganas? Hago siempre un gran esfuerzo por concentrarme en cada pieza que muevo durante la partida y no encuentro la forma de derrotarte. Por favor, muéstrame el secreto de tu estrategia”. El padre vio que podía aprovechar la oportunidad para proporcionar una gran enseñanza: “Mi querido hijo, es muy sencillo. Te lo explicaré: mientras tú te encuentras distraído comiendo mis torres, caballos y alfiles, yo me concentro durante todo el juego en buscar al Rey…”.

 

La persona en este mundo puede gastar su valioso tiempo en cosas triviales, o puede dirigirse hasta donde el Rey está sentado, cada uno posee el libre albedrío para elegir el camino a tomar. Así como las flores y los inciensos esparcen su aroma, así cada miembro de la congregación de Israel puede hacer llegar la fragancia de su nardo, podrá hacerlo al recitar una plegaria, al cumplir Shabbat, al ingerir alimentos permitidos, al agregar un comentario de Torá que hasta el momento no había sido descubierto: Una botella de perfume permaneció sellada y envuelta en esquina de un estante. Nadie jamás podrá disfrutar de su fragancia mientras permanezca cerrada. Sólo si alguien viene a abrirla y agitarla entonces emanará su aroma, cada acción de esta índole va a hacer más evidente la Presencia Divina en el mundo, y esta es la clave de acercar más y más la Redención, pronto en nuestros días©Musarito semanal

 

 

 

 

 

“La creencia no es el conocimiento de que hay un Creador, sino el reconocimiento que todo es manejado por Él”.[6]

 

 

 

 

 

[1] Metzudat David

 

[2] Ídem

 

[3] Alshij

 

[4] Rabí Gershón Mishadbo, alumno del Gaón de Vilna; Abodat HaGershuní

 

[5] Midrash Bereshit Rabbá 38:13

 

[6] Rabí Samson Rafael Hirsch

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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